El privilegio de Sindo Garay

Este 12 de abril se celebran 150 años del nacimiento de Sindo Garay, uno de los más grandes compositores cubanos de todos los tiempos.

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Vanguardia - Villa Clara - Cuba
Sindo Garay departe con Fidel. (Foto: Tomada de Internet).
Osvaldo Rojas Garay
Osvaldo Rojas Garay
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12 Abril 2017

Este miércoles 12 de abril se cumplen 150 años del nacimiento en Santiago de Cuba, de Antonio Gumersindo Garay Garcí­a, simplemente Sindo Garay para la música cubana, uno de los grandes de la trova tradicional junto a Alberto Villalón, Rosendo Ruiz Suárez y el caibarienense Manuel Corona.

Haber rebasado el siglo de vida, pues falleció el 17 de julio de 1968, a los 101 años, le permitió a Sindo gozar de un privilegio que posiblemente ningún otro compatriota haya podido tener: estrechar la mano de José Martí­ y Fidel Castro.

Según testimonia su biógrafa Carmela de León en el libro Sindo Garay: Memorias de un trovador, el creador de temas antológicos como La tarde, Perla Marina, Mujer bayamesa, El huracán y la palma, Guarina y Retorna arribó a República Dominicana a mediados de la década del noventa del siglo XIX como emigrado y allí­ conoció al Apóstol.

« ¡Sí­ señor! Yo estreché la mano de José Martí­ en Dajabón en el año 1895. Tuve la gloria de verlo de cerca, de llenarme de la luz de su palabra aquel dí­a que no he olvidado jamás », así­ recordó aquel encuentro el excelso trovador, reconocido por la revista Salsa cubana como uno de los cuatro compositores más importantes del paí­s en la pasada centuria, después de Silvio Rodrí­guez, Ernesto Lecuona y Miguel Matamoros.

«Tení­a una voz fuerte, gruesa, como de barí­tono, muy penetrante. Hablaba despacio, pausadamente, como si pensara muy bien lo que iba a decir antes de hablar. Me emocioné oyéndolo. Después de arengar a los cubanos, unos ciento cincuenta hombres más o menos, se despidió. A punto de marcharse, me acerqué a él y le di la mano ».

Cuando el Maestro cayó en Dos Rí­os,   Sindo  escribió Semblanza de Martí­, que en una de sus partes dice:

Conocí­ a un hombre que tení­a

por su aspecto de santo

el alma de Cristo,

unos ojos soñadores

El hablar único, exclusivo.

¡Cubano magistral!

La vida le reservarí­a otro momento trascendental. Faltaba poco tiempo para que festejara sus 94 años cuando se enteró que Fidel estarí­a en la clausura del ciclo de charlas Educación y Revolución en el espacio televisivo de la Universidad Popular, el 9 de abril de 1961.

Sindo le pidió a su hijo Hatuey que lo llevara a ver al lí­der de la Revolución Cubana. Cuenta Carmela de León que cuando el Comandante en Jefe notó su presencia en el estudio, se le acercó sonriente para saludarlo. Entonces Sindo se dijo: «Hasta Fidel me admira. ¡Sí­ señor! ¿Por qué iba a acercarse a mí­ como lo hizo? Me abrazó muy afectuoso y me sentí­ más pequeño de lo que soy cuando sus brazos me rodearon ».

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