
La programación infantil y juvenil de la Televisión Cubana enfrenta obstáculos financieros y logísticos aunque, gracias al esfuerzo de realizadores, técnicos y especialistas, se logran hacer algunos productos de calidad. En conversación con Regla Borona Soto, especialista principal del Grupo creativo infantil, juvenil y animados de Cubavisión y quien recientemente estuvo por Villa Clara como invitada al Festival Rodando Fantasías, Vanguardia se acercó a las interioridades de ese complejo e importante mundo para la educación y el entretenimientos del público más joven.
En estos tiempos en que los niños y adolescentes acceden a todo tipo de productos mediante las nuevas tecnologías, y que pudieran ser más atractivos aunque no siempre positivos que los de la TV, ¿qué estrategia implementan para competir?
Uno de los caminos es acercarse al modo de hacer de los pequeños. Primero, compartir, ver los materiales que producen, qué están creando, consultarles, acercarnos a ellos; segundo, abrir espacios a productos hechos solo por niños o en colaboración con ellos. Así, esas mismas personas acostumbradas a los antiguos modos de hacer de la televisión, apreciarán novedades que, sin dudas, rompen esquemas, son diferentes, informales, transgresoras y no se cierran a esquematismos impuestos por la academia.
«Una tercera vía es la capacitación, no solo de los promotores culturales y comunicadores que hacen ese trabajo, sino de todo nuestro personal para entender este tipo de realización, porque cambiar las mentalidades es lo más difícil.
¿En qué estado se encuentra la producción de programas infantiles en estos momentos?
La televisión infantil es muy cara, sus estándares han seguido elevándose. La parada nos la suben mucho los productores latinoamericanos, europeos, asiáticos…todo el mundo, porque han ido actualizando los modos de hacer. Nosotros, que no tenemos una economía fuerte y con una televisión dependiente en grado sumo del presupuesto del Estado, no podemos hacer grandes apuestas. Buscamos formatos cuya relación costo- beneficio sea favorable. Es muy difícil, pero puedo lograrse.
«Hoy impulsamos en los realizadores esa otra televisión que se parece más a la vida cotidiana de los niños y los adolescentes, y no la que nosotros creamos como ficción, con otros mundos imaginarios y fantasías que nos cuesta mucho trabajo hacer.

Pero, antes se hacían productos más o menos cercanos a esas ideas, como Cuando yo sea grande o Yo quiero decir.
Ese tipo de formato no se usa tanto y tratamos de promocionarlo porque es importante ver a los niños tal como son. Cuando acudimos a sus escuelas o centros de estudios especializados en deporte o las artes, donde ellos se ponen a razonar, los vemos auténticos.
«Generalmente, la gente menosprecia a los más pequeños porque ignoran lo verdaderamente inteligentes, poderosos y condicionados que son para hacer cualquier cosa. Por lo tanto, apoyamos ese tipo de realización porque debemos unir el poco presupuesto a un valor de impacto, que no puede gastarse en escenografías, vestuarios o efectos especiales complejos. ¿Quiere decir que vamos a renunciar a otros materiales? No, pero tenemos que prepararnos todos, capacitar a las personas, porque la fantasía de ahora no tiene nada que ver con la que hicimos hace un tiempo.
«La Sombrilla Amarilla, que sigue siendo uno de los programas insignias y de referencia del país, ya es viejo, y costó mucho trabajo hacerlo; Don Polilla, otro referente, es un producto viejo, porque hoy, en cualquier parte del mundo, la fantasía tiene otro matiz. Y para llegar a ello necesitamos de mucha inversión, no solo financiera, también tecnológica, y sobre todo, profesional y humana.
¿Y los trabajos de los telecentros, que han aportado con programas como Barquito de Papel, de Matanzas, o De Caramelo, del Guiñol de Remedios, de aquí de Villa Clara?
Los telecentros dan pasos lentos y cortos por sus bajos presupuestos. Nunca podemos perder la perspectiva de que no fueron creados para ser grandes centros productores de programas, sino emisores de información, principalmente. Su infraestructura tecnológica y humana es más pequeña; los estilos y procedimientos de trabajo, de otro corte, y avanzan en dependencia de lo que tienen. Es verdad que muchos se han «rebelado » contra esas limitaciones y han hecho cosas, incluso con talentos locales, con muy buenos resultados.
«Por eso siguen en pantalla Barquito de papel y el Chiribitil, ambos de Matanzas; El rincón de los amigos, de Guantánamo, Mostachón y sus amigos, de Cienfuegos; Vida Animal, de las Tunas, Colorisoñando, de Ciego de ívila, Chiquilladas, de Granma, que al menos en temas infantiles han sacado la cara por el resto. Pero, avanzar hacia ese camino es difícil pues hay que lanzar muchas variables, como personas interesadas en trabajar con niños, que además, estén medianamente preparadas.
«También, debe haber una predisposición desde la dirección del telecentro para crear espacios para esas producciones, tener los talentos de la provincia en función de sus programas, porque a veces necesitas actores y artistas locales para una buena escenografía. Ah, que todos debieran intentar la producción de programas infantiles, sí, pero una cosa es desearlo y otra lograrlo, porque depende de muchos factores.
Usted menciona el tema económico, entre ellos…
Desde hace unos años el presupuesto se recortó. En el 2016 la programación infantil de Cubavisión tuvo tres millones de CUP nada más, y este año se mantuvo la misma cifra. Aportamos cerca de 40 proyectos nuevos, sin embargo, en la programación de verano están estrando solo tres programas.
¿Solo tres? ¿Y la Colmena TV se cuenta entre ellos?
No. La Colmena TV es un proyecto de RTV Comercial con La Colmenita.
¿Y cuáles son entonces?
Tenemos Cumpleaños feliz, un proyecto de Darwin Valenzuela la Rosa y mío, y dirigido por Dania Jiménez, que consiste en una gran fiesta, una vez a la semana, dedicada a todos los niños que cumplen años en el país y el mundo. Otro programa es Paso libre, que estamos impulsando con Luisito Aguilar un joven director a quien le damos mucho apoyo, en codirección con Pepe Cabrera, y traerá a escena a agrupaciones juveniles que bailan en proyectos comunitarios; el tercero se llama Zona Jam, dirigido por Bruno Suárez Romero, en el cual se reunirán músicos adolescentes para descargar de manera espontánea y demostrar su talento, sean profesionales o no.
¿Qué otros programas se transmitirán?
Se reincorporan algunos estrenados el año pasado, como Lista tope y Banda Ancha. Debe repetirse Pitipitifú, pero modificado, pues incluirá programas de otras provincias como Matanzas y Ciego de ívila, y tratamos de sumar a Pinar del Río. También vuelve el muy gustado Una calle, mil caminos, con teleplays de años anteriores, pero recontextualizados, con temas como la discriminación racial, relaciones entre familiares, las enfermedades en los adolescentes, la independencia de los jóvenes, entre otros, que seguro serán del agrado de los televidentes.