Cuando se habla de hombres de radio, hay uno que no puede faltar en la CMHW: Jorge Luis Cruz Sosa, incansable, versátil y amante absoluto de la magia radial.
Comenzó en la emisora villaclareña con apenas siete años, como artista infantil de los programas del naciente grupo dramático de la emisora, y todavía desanda los pasillos del edificio con un guion bajo el brazo, concentrado en su próximo personaje.
Director de programas emblemáticos para quienes han crecido con la W, tales como Chirrín Chirrán, La Zambomba, Hola, amiguito, y de múltiples teatros, novelas y cuentos, declara que no soporta estar de vacaciones, que lo único que quiere es trabajar. No es casual entonces que haya sido galardonado con el reconocimiento Maestro de Radialistas, por su contribución al medio en casi 50 años entre micrófonos, guiones y personajes que lo han marcado de por vida.
Hoy Vanguardia se acerca a su persona para conocer sus impresiones sobre el presente y futuro de la radio.
Mucho ha cambiado el mundo desde que Jorge Luis comenzó en W en los años 60. ¿Cómo ve la radio en este siglo de nuevas tecnologías e Internet?
Pienso que las nuevas tecnologías son para mejorar. Con Internet, la radio abarca nuevos espacios, ya no somos una emisora que se escucha en Villa Clara y un poquito más allá como dice Machín de la Peña, sino que nuestra señal es mundial. Esto hace que el proceso creativo se haga con mayor calidad, es un nuevo reto.
¿Y no cree que estas mismas tecnologías puedan acortar la vida de la radio?
Eso se pensó hace mucho tiempo y la radio ha cogido un auge mayor en el mundo entero. Ella tiene algo que la diferencia de los demás medios: uno puede estar escuchándola y estar haciendo cualquier otra cosa a la misma vez.
Y en el caso de los dramatizados, ¿no cree que los programas de excelente factura que se realizan para la televisión, el cine o Internet ahoguen los dramatizados radiales?
La televisión siempre ha tenido un auge enorme, pero los dramatizados radiales tienen su magia, son muy cubanos. En Santa Clara, las personas siguen oyendo las novelas, la audiencia no ha bajado. De hecho, cuando por alguna razón no sale uno de estos programas, las llamadas llueven.
«En la política actual del país está aumentar los dramatizados, porque es una forma de decir sin «teque ». Ahora la gente no tiene tiempo de leerse un libro, por ejemplo Jane Eyre, pero la oyen porque nosotros la radiamos, y es una forma de conocer en menos tiempo y de forma más amena. Aunque el dramatizado no es solo cuento y novela, sino que forma parte de toda la programación; nosotros trabajamos mucho con el Departamento Informativo, porque es una manera de llegar, de comunicar de una forma diferente ».