

Con la llegada de las primeras tropas cubanas a Angola, el 4 de noviembre de 1975, se iniciaba la Operación Carlota, una de las acciones militares internacionalistas más grandes de la historia, concluida 16 años más tarde con el retorno de los últimos cubanos a la Patria.
El nombre adoptado para la extraordinaria misión internacionalista de nuestro pueblo fue el de la esclava Carlota, una negra lucumí que machete en mano se sublevó contra la opresión esclavista en el ingenio Triunvirato, de Matanzas, acontecimiento ocurrido el 5 de noviembre de 1843.
Un siglo después, sus descendientes, en número que superó los 300 000 hombres y mujeres, marcharon al lejano país africano para cumplir con uno de los deberes más sagrados de los revolucionarios: el deber internacionalista. Ese principio solidario que, al decir de Fidel, no era más que saldar nuestra propia deuda con la humanidad.
Entonces, como escribiera el Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, cumplir esa misión era un privilegio y negarse, una deshonra total.
Silvio Rodríguez, nuestro cantautor, le escribió a Alfredo Guevara, presidente del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), una carta de solicitud para formar parte de aquella épica.
Fechada el 15 de diciembre de 1975, la concisa misiva dice en su párrafo inicial:
«Primero un saludo y, sin rodeos, al grano: quiero que me des la oportunidad de irme a Angola. La argumentación creo que es obvia, la que podrá ofrecer cualquier revolucionario. Por otra parte, en mí, una gente que se formó en los años de la epopeya del Che y que más tarde, buena parte de su trabajo lo ha inspirado el internacionalismo, se hace necesidad casi angustiosa esta experiencia ».
Y guitarra en mano marchó el trovador para alegrar las noches africanas a nuestros combatientes.

Otros miles de hombres y mujeres también tuvieron ese privilegio. Una operación militar gigantesca dirigida desde La Habana de manera personal por el Comandante en Jefe Fidel Castro, quien llegó a dominar de manera exquisita y detallada el terreno de operaciones; al extremo de que sus descripciones de lugares, tropas y movimientos, parecían hechas desde el escenario del combate y no a miles de kilómetros de distancia.
La epopeya cubana en ífrica salvó a la patria de Agostinho Neto, el presidente angoleño que solicitó nuestra ayuda ante la inminente ocupación de su país por tropas sudafricanas, quienes trataban de impedir la proclamación oficial de la independencia, prevista para el 11 de noviembre de 1976. Pero también contribuyó a darle el golpe mortal al Apartheid, al hacerles morder el polvo de la derrota a los racistas de Sudáfrica; al tiempo que contribuyó a la independencia de Namibia.

No todos los cubanos regresaron con vida a la tierra que les viera nacer: 2077 compatriotas dejaron su existencia por aquellos lares africanos. El 7 de diciembre de 1989 se efectuó la Operación Tributo, en la que todo nuestro pueblo rindió homenaje a esos caídos en defensa del deber internacionalista.
Ese luctuoso día, Fidel expresó:
«Estos hombres y mujeres a los que hoy damos honrosa sepultura en la cálida tierra que los vio nacer, murieron por los más sagrados valores (...) Ellos murieron luchando contra el colonialismo y el neocolonialismo (...) el racismo y el apartheid (...) el saqueo y la explotación de los pueblos del Tercer Mundo (...) por la independencia y la soberanía (...) por el socialismo, por el internacionalismo, por la Patria revolucionaria y digna que hoy es Cuba. Sabremos ser capaces de seguir su ejemplo ».
De aquel noviembre de 1975 ha transcurrido casi medio siglo, pero el pueblo no olvida a sus hijos, quienes en cada rincón del país son recordados y su memoria dignificada.

No hay palabras que encierren mayor simbolismo del altruismo desplegado en aquellos años que las expresadas por el entonces ministro de las FAR General de Ejército Raúl Castro, cuando el 12 de diciembre de 1976, a un año de iniciada la Operación Carlota, afirmara:
«De Angola nos llevaremos la entrañable amistad que nos une a esa heroica nación y el agradecimiento de su pueblo y los restos mortales de nuestros queridos hermanos caídos en el cumplimiento del deber ».