Mientras llega la vacuna, hay que evitar contagiarse con el SARS-CoV-2. La certeza se dice y repite una y otra vez, pero hay que seguir insistiendo: la COVID-19 deja secuelas, algunas que requieren de dedicados tratamientos médicos para lograr la recuperación del paciente e incrementar su calidad de vida.
El estado actual de los convalecientes de la COVID-19 en Cuba fue uno de los estudios presentados en la reunión de inicios de semana del presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, con los científicos y expertos que participan en las actividades de ciencia e innovación tecnológica en el enfrentamiento al nuevo coronavirus.
El éxito de nuestros protocolos para enfrentar la pandemia está más que probado. Sirva de ejemplo que el mundo acumula nueve veces más casos y 18 veces más fallecidos por millón de habitantes que Cuba. O que la isla logra un 15 por ciento más de pacientes recuperados que en el resto del planeta.
Sin embargo, las secuelas que deja la COVID-19 es algo a tomar muy en serio. Según estudios concluidos en el país, de las alteraciones psicológicas, las más frecuentes son la ansiedad, la depresión y los trastornos de adaptación; por otro lado, la astenia, el síndrome de fatiga crónica y los dolores musculares constituyen las manifestaciones somáticas más frecuentes.
En estudios realizados se observaron además hallazgos al hacer la TAC (tomografía axial computadorizada) en una cifra que supera el 70 por ciento en pacientes convalecientes sin manifestación clínica. Y la principal secuela a corto plazo en pacientes graves y críticos es el daño pulmonar, seguido de daño renal y cardiovascular. En el paciente convaleciente, además, persiste un estado inflamatorio subclínico relacionado con la gravedad.
Eliminar o mitigar las secuelas que deja la COVID-19 requiere de los servicios de más de una docena de especialidades médicas, desde la neumología hasta la pediatría. Muchos son los resultados logrados por la medicina cubana en este sentido, pero todo no puede dejarse a la ciencia. Lo mejor es no acudir a ella, evitando el contagio.
Apuntemos aquí, no obstante, uno de los logros científicos informados en el encuentro: el tratamiento de lesiones pulmonares con células madre autólogas en pacientes recuperados.
Entre los principales resultados destaca que ocho de cada diez pacientes tratados disminuyeron las lesiones pulmonares; hubo una mejoría radiológica con una disminución del 47 por ciento de las lesiones pulmonares post-COVID; y se comprobó una mejoría de las pruebas funcionales respiratorias.
Grupo a grupo; caso a caso
En el encuentro, donde participaron los viceprimeros ministros Roberto Morales Ojeda e Inés María Chapman Waugh, las doctoras Ileana Morales Suárez y Lisset Sánchez Valdés presentaron un estudio sobre la Estratificación de la vulnerabilidad a la COVID-19 en Cuba: Nuevas acciones a implementar.
Al evaluar los resultados obtenidos por la investigación, Díaz-Canel indicó, con énfasis en las provincias y municipios más envejecidos del país, orientar acciones dirigidas a las personas mayores de 65 años de edad, que con varias comorbilidades, componen el grupo demográfico más vulnerable.
La Estratificación... es un análisis que realiza el país desde el inicio de la epidemia a partir de varias aristas. Ha contribuido al desarrollo e implementación del Protocolo cubano de enfrentamiento a la COVID-19 con sus tres líneas estratégicas de acción: 1) que la población sana no enferme; 2) que si enferma no agrave; y 3) que si agrava no muera.
El proceso, explicó Sánchez Valdés, se divide al mismo tiempo en tres estratos según los niveles de vulnerabilidad: el personal de salud (desde la zona roja hacia otros servicios); las instituciones sociales (hogares de ancianos, centros psicopedagógicos, hospitales psiquiátricos de larga estadía) y la población en general según conceptos como envejecimiento poblacional, vulnerabilidad territorial, transmisión de la COVID, entre otros.
El estudio en este último estrato incluyó la aplicación de la Biomodulina T a más de 12 000 personas mayores de 60 años. Según se informó, ningún anciano tratado preventivamente falleció por COVID-19; permitió el descenso de las afecciones respiratorias (IRA) en este grupo; y la reducción de la mortalidad en un 15 por ciento por IRA en comparación con el 2019.
A partir de los principios de máxima prioridad para la prevención y control de la COVID-19, y el éxito del protocolo cubano, la experta ilustró que según la población media cubana, situada en el entorno de los 11,3 millones de habitantes, hasta el cierre de la información solo el 0,11 por ciento ha enfermado (12 740 casos de PCR positivo).
De los enfermos, 444 derivaron en casos graves y críticos (el 3,5 por ciento de los infestados detectados) y han fallecido 147 (el 1,15 por ciento del total de pacientes, de ellos 22 por ciento en situación de graves y críticos).
En la reunión, donde el Doctor en Ciencias Raúl Guinovart Díaz, decano de la Facultad de Matemática y Computación de la Universidad de La Habana, presentó la habitual actualización de los modelos de pronósticos, se anunció el inicio de un estudio dirigido a aplicar el tratamiento de Nasalferón a viajeros internacionales y a sus familiares residentes en La Habana, para su posterior aplicación en el resto del país.
En la jornada también se realizó la reunión del Grupo temporal de trabajo para la prevención y control de la COVID-19, dirigida por el Presidente de la República y en la que intervinieron por videoconferencia autoridades principales de las 15 provincias y el municipio especial de la Isla de la Juventud.
Participaron el segundo secretario del Partido Comunista de Cuba, José Ramón Machado Ventura, el presidente de la Asamblea Nacional, Esteban Lazo Hernández, viceprimeros ministros, y varias ministras y ministros.