Mujeres y hombres que no escatiman en tiempo y esfuerzos dedicados a crear conocimientos aplicables a la sociedad merecen todo nuestro respeto y gratitud.
Mamá llegó tarde, como en los últimos meses. Mientras se lavaba meticulosamente las manos y se despojaba de la ropa con «olor a calle », un duendecillo le preguntó sonriente: « ¿Qué me trajiste? ». Mamá puso un beso en la mano y lo sopló rumbo a aquellos ojos traviesos.
¿Cómo te portaste?
¡Bien!, como siempre.
Entonces te ganaste la sorpresa de hoy.
Caminó hasta la mesa. Del portafolio sacó un paquete con sus galletas preferidas, e hizo la advertencia de dejarlas para después de comida y cepillarse luego muy bien los dientes. Pero las manitas curiosas se desviaron hacia unos papeles colmados de pequeñas letras, cálculos y tablas, con un membrete azul y rojo inconfundible.
Mamá, ¿esta es la misma Soberana que sale en el televisor?
Sí, ya hablamos de eso.
Pero no me dijiste que tú eres una de las heroínas de las que siempre habla mi maestra.
***
Una maleta rodó por el amplio portal. La cerradura se movió justo cuando el café terminó de colarse a través del filtro. Un esposo cariñoso salió al encuentro de la recién llegada, con una taza en la mano y los labios repletos de besos guardados durante 15 días.
¿Los mosquitos me dejaron algún pedacito? preguntó jocoso.
Todo salió de maravilla. Los pescadores de la zona nos ayudaron muchísimo. Tomamos todas las muestras e hicimos las mediciones. Solo nos falta elaborar el proyecto para salvar ese pedazo de tierra de las inclemencias del mar.
¿Puedes tomarte al menos unos días de descanso?
Ahora no, mi amor. Precisamente porque hemos descansado mucho tiempo, agonizan ahora los manglares. Esas familias ven cada día más amenazado su pedazo de tierra. No son las primeras y, desgraciadamente, no serán los últimas.
¿Cómo te puedo ayudar?
Con mucha resiliencia.
***
El abuelo llegó puntual a la puerta del círculo infantil. La educadora lo esperaba con un tesoro de la mano y la mirada orgullosa que deja una buena noticia. «Alégrese, Pancho, porque tendrá un científico en la familia. Hoy hablamos por primera vez sobre oficios y profesiones, y parece que su nieto está muy seguro de su elección ».
Camino a casa el abuelo habló sobre todos los inventos que conocía desde la Revolución Industrial, con detalles curiosos de los investigadores que los hicieron posibles. Describió, tal cual imaginaba, los laboratorios donde ocurrieron aquellos hitos, las máquinas inteligibles que solo hombres y mujeres bien «estudiados » podrían desentrañar, y presumió la buena nueva frente a los amigos congregados en la esquina.
Entró loco de alegría por la puerta de la cocina y anunció a todos la decisión de hacer una alcancía para comprarle a su nieto la primera computadora, o un microscopio.
Pero, papá, ni siquiera ha dicho qué tipo de científico quiere ser. A ver, mi amor, ¿qué te gustaría inventar?
El pequeño miró asustado tantos ojos expectantes y comunicó resuelto su primer proyecto:
Quiero inventar una pastilla para que a mi abuela no se le olvide más mi nombre y deje de escaparse de la casa por las noches.
***
Casi a las tres de la madrugada, su mujer se despertó sola en la cama. Lo encuentra sentado a la mesa del comedor, con la computadora delante y una mano masajeando la cervical que se rehúsa a otro minuto de tensión. Los ojos casi octogenarios devoran ansiosos los documentos, después de un día entero comparando muestras en el microscopio.
Ella prepara un té, le acaricia los hombros y lo regaña por trabajar con tan poca luz, pero él repite la misma excusa: «No quería despertarte ». Asegura que ya ultima los detalles de la conferencia que impartirá al día siguiente en la Universidad y promete ir pronto a la cama.
La esposa esconde un beso entre sus canas y regresa sonriente al cuarto. No le reclama, porque nunca desatendió a la familia para dedicarse al trabajo, porque lo vio pelear para que no le engavetaran ningún proyecto, porque se le iluminan los ojos cada vez que un estudiante lo «enamora » con otra tesis, porque todavía se pone nervioso para explicar al ministro el impacto de las últimas investigaciones, porque la ciencia es el combustible que lo mantiene vivo y feliz.