Amar en tiempos de coronavirus y otros demonios

Con mesura y disciplinada alegrí­a celebremos este 14 de Febrero cubano, Dí­a del Amor y la Amistad.

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Pareja de jóvenes enamorados.
(Foto: Carolina Vilches Monzón)
Mercedes Rodríguez García
Mercedes Rodrí­guez Garcí­a
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14 Febrero 2021

Quiero quitármelo de la cabeza a sabiendas de que otros colegas  también pudieran acudir a temas garciamarquianos como leitmotiv de sus crónicas. Mas no puedo. Entonces, espero a que mis queridas y fieles musas «bajen » disciplinadamente el dí­a negociado. ¡Y aquí­ están!, como siempre en mi caso: retadoras, traviesas y socarronas soplándome al oí­do:  

« ¡Ah!, el amor. El amor que nunca muere, el que te cura y el que no te deja vivir; el de las risas y el de los sollozos; el de las dulzuras y el de las amarguras. ¡Escribe, escribe sin parar! Para el amor no hay estaciones, ni contenciones ni convenciones ».

Cierto. He vivido lo suficiente para comprobar la naturaleza contradictoria, transgresora y hereje del amor. Y aseguro cuánta falta nos hace sentirlo, expresarlo y compartirlo como sentimiento
leal y redentor de nuestra especie, ahora tan golpeada y deteriorada por causas propias y ajenas, también paradójicas, injustas y fatales.

Como en El amor en los tiempos del cólera y Del amor y otros demonios, conviven en el mundo contemporáneo el sentimiento más universal algo deteriorado, y las epidemias, pestes y pandemias. (En la segunda novela, una plaga de rabia).

¡Increí­ble! En los tiempos del coronavirus ha desaparecido la delgada lí­nea entre lo real y lo mágico creado por el Gabo, convirtiéndose lo mágico en real gracias a las redes sociales y a
los medios de comunicación en el vertiginoso entorno digital. ¡Nada de cartas olorosas con bella caligrafí­a ni peticiones de mano!

El amor inocente y profundo hasta el delirio y la fiebre, el amor eterno por no correspondido que se espera toda la vida la espera compensada no se entienden. Todo va brusco y muy de prisa.

En nuestra tierra abundan historias por contar. No la del amor imposible de Florentino Ariza y Fermina Daza, y «los seiscientos apegos fugaces de Juvenal ». No la de Sierva Marí­a de Todos
los íngeles posesa enamorada del padre Cayetano Delaura, mordida por un perro que le transmitió la rabia que la consumió y mató.

Tiempos de coronavirus y otros demonios criollos solapados no han de empañar la disciplinada alegrí­a de este 14 de Febrero cubano, Dí­a del Amor y la Amistad casi en todo el mundo.

¡Celebremos con mesura!

Amar es encontrar en la felicidad del otro la propia felicidad. Se trata de un amor más grande, protector y solidario.

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