En Cuba son más los montes que los abismos: más los que aman que los que odian; más los de campo claro que los de encrucijada; más la grandeza que la ralea.
José Martí
Durante los días 11 y 12 de julio se produjeron disturbios en ciudades y poblados del país. Aunque miles de cubanos salieron a las calles para reestablecer la tranquilidad ciudadana, entre tantas noticias falsas, todavía a muchos no les quedan claras las respuestas a interrogantes básicas.
¿Quién?
Se trata de un grupo heterogéneo, compuesto por personas que acudieron a las calles en busca de una solución a sus problemas cotidianos; algunos curiosos, conscientes o no de lo que gritaban; a quienes se les unieron mercenarios y seguidores de organizaciones anticubanas y agencias del Gobierno norteamericano, para incitar el estallido social y la consecuente intervención de Estados Unidos; además de elementos antisociales que no necesitan dinero ni fundamentos ideológicos para cometer actos violentos.
¿Cómo?
En un circo mediático, desde perfiles falsos en redes sociales, hasta los grandes medios del mundo, venden «protestas pacíficas » contra la crisis económica que vive el país, el «régimen dictatorial » y el «mal manejo » de la pandemia de COVID-19 por parte del sistema de Salud. Sin embargo, desprovistos de un cuadro decente que pintar, recurrieron a las imágenes de los actos de reafirmación revolucionaria protagonizados en los últimos días por un segmento mayoritario del pueblo.
Fuera de los algoritmos y el maquillaje virtual, la realidad muestra ataques violentos contra civiles y agentes del orden, daños a instituciones, viviendas y vehículos, y destrucción y saqueo de establecimientos comerciales, sobre todo, tiendas en MLC.
¿Qué cubano identificado o no con el proceso revolucionario miraría impasible tales actos vandálicos?
¿Por qué?
Nadie ignora la crisis económica en Cuba, con escaseces acumuladas, y agravadas ahora, en un contexto de pandemia. Medicamentos, insumos médicos, alimentos, combustibles, productos de aseo y otros recursos básicos figuran entre las demandas no satisfechas por el pueblo cubano.
Con Fidel como ejemplo, los dirigentes del Estado y el Gobierno han sido autocríticos en cuanto a errores, trabas burocráticas, inercias del sector estatal y faltas de algunos funcionarios oportunistas que manchan irremediablemente la imagen de la Revolución. Pero solo los necios son capaces de negar el bloqueo como causa fundamental de las carencias económicas de Cuba.
El 3 de febrero de 1962 fue el presidente norteamericano John F. Kennedy quien decretó el embargo total del comercio entre los dos países, mediante la proclama presidencial 3447. En 1996, Bill Clinton codificó las disposiciones del bloqueo y amplió su alcance extraterritorial con la Ley Helms-Burton, y en 2019 la administración Trump activó, por primera vez, el Título III de dicha ley, junto a más de 240 medidas coercitivas contra la nación.
Si fuera una justificación de los cubanos, como alegan, no existiría la madeja legislativa que ata las libertades elementales de los ciudadanos a ambos lados del Estrecho de la Florida y en otras latitudes del mundo. Tampoco se habrían generado tantos debates en el seno del Congreso para flexibilizar o tensar las presiones, y, mucho menos, constaría el apoyo internacional a las resoluciones presentadas, cada año, ante la Asamblea General de Naciones Unidas, bajo el título «Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba ».
Gran indignación provocan la campaña con la etiqueta #SOSCuba desde las redes sociales y las denuncias sobre la desidia del personal de la Salud ante la pandemia de COVID-19. Justo en el país que muestra una tasa de letalidad del 0.69 %, mientras la del mundo se mantiene en 2.16 %, aunque todas las muertes duelen.
Entre las causas del actual pico pandémico, el primer secretario del Comité Central del Partido y presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, señaló el desabastecimiento derivado del hostigamiento económico ejercido por el Gobierno de Estados Unidos, la disminución de la percepción del riesgo en la población y la circulación de nuevas variantes más agresivas del virus en gran parte del territorio nacional. «Cuba demoró más que otros países en entrar a esa situación, pero también la vamos a superar », aseguró.
Las campañas de descrédito no reparan en el dolor de quienes perdieron seres queridos a causa de la enfermedad, ni en la incertidumbre de los que esperan que un familiar supere la gravedad y se reponga.
Nadie pidió intervención humanitaria en naciones desarrolladas, cuyos sistemas de Salud colapsaron durante la primavera del 2020, ni en los países con ataúdes de cartón en las calles y entierros en fosas comunes, porque los servicios funerarios no daban abasto. Hasta el principal acusador se vio en la obligación de instalar camiones refrigerados como morgues de emergencia a las puertas de los hospitales, mientras su mandatario prescribía tratamientos con desinfectante y luz ultravioleta.
Lejos de enjuiciar a los otros, los cubanos destinamos lo poco y lo mucho para garantizar la asistencia de salud universal y gratuita, buscar soberanía en el combate epidemiológico y prestar ayuda a quienes la necesiten.
Según nuestro canciller, Bruno Rodríguez Parrilla, 57 brigadas del Contingente Internacional Henry Reeve han extendido la colaboración médica a 40 territorios del mundo. Asimismo, las autoridades del Ministerio de Salud Pública y del grupo empresarial BioCubaFarma han confirmado que el 85 % de los productos incluidos en el Protocolo de actuación para la COVID-19 se producen en nuestra industria biofarmacéutica y biotecnológica.
En menos de un año de enfrentamiento al nuevo coronavirus, y sin tregua en la asfixia económica, los científicos cubanos desarrollaron cinco candidatos vacunales, dos de los cuales se ubican entre los más eficaces a nivel mundial, con índices superiores al 90 %. Abdala se convirtió en la primera vacuna de América Latina y Soberana Plus fue el primer candidato vacunal del mundo aplicado a convalecientes de la enfermedad.
Como respuesta, el vecino «solidario » prohíbe la entrada de donativos de jeringuillas y otros insumos, impide o retrasa la publicación de los resultados de los ensayos clínicos en revistas científicas de gran prestigio y bloquea la importación de recursos necesarios para producir el inmunógeno.
No obstante, hasta el 15 de julio, 2 055 163 personas habían completado su esquema de vacunación y 3 282 912 habían recibido al menos una dosis. No tienen de qué preocuparse los manifestantes, a sus brazos también llegará, si no llegó ya, el regalo humanitario de Cuba.
Ante tanta preocupación del Gobierno norteamericano por la situación epidemiológica del país y la seguridad de sus habitantes, saltan la paradoja y la hipocresía. Recordemos que en 1981 un agente de la CIA introdujo la cepa del dengue hemorrágico en Cuba, y desató una epidemia que afectó a 344 203 personas y ocasionó 158 fallecidos, entre ellos, 101 niños.
Las interrogantes del Presidente de la República sobre los torturados, desaparecidos y asesinados por los «esbirros » de este «régimen dictatorial » no encontraron respuesta entre los voceros de un discurso obsoleto, carente de argumentos y distante del sentimiento de las mayorías.
Su programa de lucha se limita a «tumbar el comunismo », «linchar a los chivatos » y ceder a las pretensiones anexionistas de Washington. A ojos cerrados confían en que la prosperidad neoliberal abrace a todos los cubanos, convencidos de que se mantendrán las garantías que solo hemos conseguido con un proyecto socialista.
Irónicamente, para frenar el ascenso de la izquierda en América Latina, bajo las doctrinas de la Guerra Fría y la Operación Cóndor, Estados Unidos apoyó los golpes militares y regímenes totalitarios en Argentina, Paraguay, Uruguay, Perú, Bolivia, Ecuador, Brasil, Chile, Colombia, Venezuela, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Honduras, Panamá, República Dominicana, Haití y la propia Cuba durante la segunda mitad del siglo XX. Muchas familias todavía buscan pistas o restos de seres queridos que no ven desde entonces.
Los perturbadores de la tranquilidad en Cuba durante el 11 y el 12 de julio predican y actúan equivocadamente, en nombre de un pueblo cuyo 86.85 % refrendó una Constitución que establece la irrevocabilidad del socialismo, y la defensa de la patria como más grande honor y deber supremo de cada cubano.
El mismo texto constitucional reconoce la libertad de pensamiento, conciencia, expresión y prensa, así como los derechos de reunión, manifestación y asociación, con fines lícitos y pacíficos, y con respeto al orden público y a la ley. Sin embargo, en su artículo 45 refiere que «el ejercicio de los derechos de las personas solo está limitado por los derechos de los demás, la seguridad colectiva, el bienestar general, el respeto al orden público, a la Constitución y a las leyes ».
¿Qué ocurrirá con los responsables?
En su afán «democrático », los revoltosos confundieron derechos, garantías o libertades con delitos reconocidos por el Código Penal vigente: desorden público, instigación a delinquir, robo con fuerza, atentado, resistencia, desacato, lesiones, daños, propagación de epidemia, entre otros.
Durante el programa Hacemos Cuba del pasado miércoles, la coronel Moraima Bravet Garófalo, jefa de la Dirección General de Investigación Criminal del Ministerio del Interior (Minint), y Lisnay Mederos Torres, fiscal jefa de la Dirección de Procesos Penales de la Fiscalía General de la República (FGR), señalaron varias circunstancias agravantes, como la situación pandémica que vive el país, las consecuencias impredecibles derivadas de la participación de muchas personas, y las afectaciones provocadas sobre actividades priorizadas para el desarrollo económico y social del país.
Las representantes del Minint y la FGR informaron que en este momento transcurre el proceso investigativo para identificar a todos los implicados y determinar su grado de participación en los hechos. Todos los culpables serán sometidos al debido proceso penal, con apego a las garantías jurídicas que les conceden las leyes. A estas alturas muchos se harán otra pregunta: ¿Qué les habría sucedido a los actores de tales hechos vandálicos en Estados Unidos?
Como reconoció el Primer Secretario del Partido, se impone una actualización permanente de nuestro quehacer, para identificar y resolver los problemas de todos los sectores de la sociedad. El llamado es a la unidad, la armonía, la inclusión, el respeto a las diferencias, el diálogo como solución de los conflictos, y el amor siempre por encima del odio.
Esta obra humana y colosal llamada Revolución pertenece a todos los hijos que queremos el bien de la patria, y entre nosotros tomaremos las decisiones más justas. Bien recibida será la ayuda sincera y desinteresada desde cualquier confín; mas las presiones, la injerencia, la manipulación, el servilismo y la violencia no encontrarán cabida en este pueblo. José Martí siempre lo ha dicho mejor cuando se refiere a Cuba: «A quien me la ama le digo en un gran grito: hermano. Y no tengo más hermanos que los que me la aman ».