Agradece el Presidente de Cuba los buenos deseos del Papa Francisco para nuestro pueblo

De aliento y esperanza fueron las palabras enviadas por el Papa Francisco este 8 de septiembre, Dí­a de la Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba

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Virgen de la Caridad del Cobre
Virgen de la Caridad del Cobre. (Foto: Juvenal Balán)
Liliet Barreto Hernandez
Liliet Barreto Hernandez
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08 Septiembre 2021

Un agradecimiento al Papa Francisco «por sus buenos deseos hacia los cubanos dondequiera que estén » envió el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, Miguel Dí­az-Canel Bermúdez, a través de Twitter.

«Muchas gracias, Su Santidad, por sus buenos deseos hacia los cubanos dondequiera que estén. Contamos con todos los que aman a #Cuba para salir de la difí­cil situación que atravesamos con la pandemia de la #COVID19 y el recrudecimiento del #Bloqueo », señaló el Jefe de Estado cubano en respuesta a un tweet publicado por la cuenta oficial del Sumo Pontí­fice de la Iglesia católica.  

De aliento y esperanza fueron las palabras enviadas por el Papa Francisco este 8 de septiembre, Dí­a de la Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba.

«Hoy quiero presentar nuevamente a los pies de la #VirgendelaCaridad del Cobre la vida, los sueños, las esperanzas y dolores del pueblo de Cuba. Que dondequiera que haya un cubano, experimente la ternura de Marí­a, y que Ella los conduzca a todos hacia Cristo, el Salvador », publicó.

Minutos antes de responder al Papa, el Presidente de Cuba habí­a publicado en su cuenta: «Mis respetos para los cubanos devotos de la Virgen de Regla y la Santa Patrona de #Cuba, la Virgen de la Caridad del Cobre, a las que se honra los dí­as 7 y 8 de septiembre, respectivamente. Agradezco y acompaño plegarias por la salud y la prosperidad de la nación ».

¿Cómo se proclamó la Virgen de la Caridad del Cobre como Patrona de Cuba ?

Un numeroso grupo de veteranos de nuestra guerra de independencia suscribió y envió el 24 de septiembre de 1915, una carta a su Eminencia el Papa Benedicto XV, solicitándole reconocer a la Virgen de la Caridad del Cobre como Patrona de Cuba.

Cerca de dos mil veteranos mambises cabalgaron en peregrinación ese dí­a de septiembre desde Santiago de Cuba hasta El Cobre, para apoyar la petición al Papa.  

Al frente de la caballerí­a estaban los mayores generales del Ejército Libertador cubano, Jesús (Rabí­) Sablón Moreno, y Agustí­n Cebreco Sánchez, junto a otros oficiales y soldados.

Como se conoce, la Virgen de la Caridad fue venerada con devoción por los soldados mambises que la llamaban la Virgen Mambisa, a quien se encomendaban espiritualmente antes de iniciar cada combate.

Imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre en su santuario, en el poblado santiaguero de El Cobre. Foto: Estudios Revolución
Imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre en su santuario, en el poblado santiaguero de El Cobre. (Foto: Estudios Revolución)

En relación con la leyenda de la aparición de la imagen de la virgen sobre las aguas de la Bahí­a de Nipe, la destacada historiadora Doctora Olga Portuondo   Zúñiga, dice:  

«Hasta ahora el testimonio ofrecido por Juan Moreno en 1687 ha sido entendido como absolutamente fiel a una realidad concreta pasada. Y sin embargo, de ella sólo contiene la verdad esencial, alusiones arquetí­picas, metáfora útil   para explica la epopéyica   formación del pueblo de Santiago del Prado ».  

El 8 de diciembre de 1869, fuerzas mambisas al mando del Brigadier Félix Figueredo ocuparon el poblado de El Cobre, luego de que las tropas españolas abandonaran su guarnición en la Hospederí­a y en el Santuario.  

Esa ocasión fue aprovechada por los soldados mambises para visitar el Santuario y ofrecerle sus respetos a la virgen.

Se dice que Carlos Manuel de Céspedes también lo visitó y, acompañado por numerosos vecinos y soldados le rindió tributo a la virgen mambisa.

En respuesta a la solicitud de los veteranos mambises, el papa Benedicto XV mediante prescripto pontificio de 10 de mayo de 1916, declaró a la imagen de la Caridad y de los Remedios, Patrona de la República de Cuba, y fijó su festividad para el 8 de septiembre.

La primera coronación canónica de la virgen por decisión del papa Pí­o XI ocurrió el 20 de diciembre de 1936, por el Arzobispo de Santiago de Cuba, en ocasión de celebrarse allí­ el Congreso Católico Eucarí­stico, al que asistieron miles de feligreses y los Obispos de Camaguey   de Cienfuegos y de La Habana.

La segunda coronación también ocurrió en Santiago de Cuba, el 24 de   enero de 1998, pero esta vez la solemne ceremonia la realizó personalmente el papa Juan Pablo II, quien colocó en la mano derecha de la imagen de la virgen un rosario de oro y perlas.

El actual Santuario donde se conserva la imagen serí­a inaugurado justo el 8 de septiembre de 1927 y –medio siglo después– el Papa Pablo vi elevó el recinto a la dignidad de Basí­lica.

Fragmentos de la versión de Onofre de Fonseca con la exégesis de Bernardino Ramí­rez, 1701, tomados del libro «La virgen de la Caridad del Cobre. Sí­mbolo de cubaní­a », por Olga Portuondo Zúñiga.

«De la admirable y portentosa aparición de la imagen de Marí­a Santí­sima de la Caridad, en una tabla sobre las aguas del mar, en la bahí­a de Nipe

«Habiendo entrado el siglo xv-- (1606) y fundándose, como se ha dicho, por S.M. Católica el referido lugar de las minas del Cobre, sucedió que saliendo del hato de Varajagua (perteneciente a dicho pueblo) a buscar sal a la bahí­a de Nipe tres hombres, los dos de ellos indios naturales del paí­s, llamado el uno Rodrigo y el otro Juan de Hoyos, hermanos, en cuya compañí­a iba por tercera persona un negrito criollo del referido pueblo, nombrado Juan Moreno (que serí­a de edad como de nueve a diez años, y fue el que teniendo setenta o setenta y uno, hizo la mejor declaración como testigo de vista): estos tales, luego que llegaron a la antedicha bahí­a de Nipe, se alojaron en un paraje que llaman Cayo Francés, y también Vigí­a; y cómo hicieron mansión allí­ aquel DíA, intentaron al siguiente salir a la costa en una canoa, en solicitud de sal, lo que no pudieron llegar a ejecutar por los malos vientos y alteración del mar; ni tampoco al otro dí­a se determinaron a emprender el proyectado viaje porque aún se mantení­a el tiempo sin bonanza; cuya demora les tení­a bastantemente afligidos; pero, acabado el tercero, reconociendo ya el mar tranquilo desde media noche del cuarto dí­a entrante, y sereno el tiempo trataron de buena madrugada emprender el viaje el que verificaron luego con esperanzas de llegar a salvamento, según lo anunciaba lo favorable del tiempo, así­ que empezaron a bogar los remos, apartados algún trecho de dicha Vigí­a o Cayo, porque principió a aclarar la luz del dí­a; y con el sosiego que el mar tení­a, entre la confusa luz descubrieron los tres navegantes, a larga distancia, un bulto blanco, a manera de aquellos pájaros que vuelan casi tocando con las alas sobre las olas del mar; con esta novedad, cargaron más los remos, hicieron un esfuerzo por seguir el bulto, que vení­a al encuentro del mismo camino que ellos llevaban; ya más claro el dí­a, e inmediatos a la visión reconocieron que aquello que les parecí­a una ave, era la imagen de Marí­a Santí­sima, ave de gracia llena; pareciéndoles también, venir volando hacia donde estaban ellos, con este caso maravilloso, arrimaron la canoa, y tomando la imagen en sus manos, la introdujeron en ella: traí­a un niño hermosí­simo en la mano izquierda, y en la diestra una cruz de oro.

«Absortos de todo lo visto, y mas reconociendo que vení­a sobre una reducida tabla, que era la barca donde navegaba sin fluctuarse en ella, ni mojarse siquiera su vestido: y resueltos ya a seguir el viaje les detuvo ver que en la tablilla que vení­a (y se les quedó sobre el mar) estaban unas letras escritas de bastante proporción, la que también tomaron; y Rodrigo de Hoyos que sabí­a leer, vio que decí­an las refreridas letras YO SOY LA VIRGEN DE LA CARIDAD.

«Por fin, tomando esta joya tan peregrina, y la tablilla igualmente, siguieron el rumbo de su comenzado viaje a la salina, en donde habiendo llegado recogieron tres tercios de sal, los que formaron de una hoja que echan las palmas en esta isla, y que llaman yaguas: socorridos ya de lo que buscaban, volvieron a emprender la vuelta a la Vigí­a, la que hicieron con suma alegrí­a, no tanto por haber logrado lo que solicitaban, cuanto por llevar consigo el tesoro tan precioso de nuestra Señora, que habí­an hallado sobre las aguas del mar.

«Llegados que fueron a tierra, envicando y asegurando en ella la canoa celebraron a la divina Virgen, colocándola, lo más decente que pudieron, en una de las camas, nombradas barbacoas, que tienen los naturales para su descanso, mientras que aceleradamente se disponí­an para volverse con su divino hallazgo al sobredicho hato de Varajagua, de donde vinieron, distante más de quince leguas de la enunciada Vigí­a, habiendo otras tantas del referido hato de Varajagua al lugar del Real de Minas del Cobre, adonde por último se llevó ».

Fuente: Revista Bohemia, No. 52, 27 de diciembre de 1936.

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