Transformar un país, también desde su prensa

El desafío de proyectar alternativas editoriales que potencien la credibilidad de los materiales periodísticos, la creatividad profesional en función de captar audiencias cada vez más polarizadas ha sido temas de análisis en el congreso de los periodistas cubanos.

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Liena María Nieves
Liena Marí­a Nieves
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03 Noviembre 2023

El aprovechamiento de la doble naturaleza –simbólica y tecnológica– de la comunicación como base de perentorias transformaciones en el sistema de medios de Cuba, el desafío de proyectar alternativas editoriales que potencien la credibilidad de los materiales periodísticos, la creatividad profesional en función de captar audiencias cada vez más polarizadas, y la gestión mediática desde la ciencia y la innovación, pensada, simultáneamente, como una fuente estable de beneficios económicos, con repercusión en la calidad de vida de los trabajadores de la prensa y en el mejoramiento infraestructural de las redacciones, constituyen algunas de las temáticas incluidas en el trabajo por comisiones del XI Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), el cual tuvo lugar en el Palacio de las Convenciones entre los días 2 y 3 de noviembre, bajo el lema «Cambios sí, cambios revolucionarios».

El cónclave, que reunió a 275 delegados de todas las provincias del país, constituye el primer encuentro de esta envergadura tras el impacto de la pandemia de la COVID-19, situación que afectó sensiblemente a los trabajadores del gremio periodístico, quienes se mantuvieron expuestos al virus durante sus más mortíferas oleadas.

Ilustración de Javier Cubero Torres sobre el congreso de los periodistas cubanos.
(Ilustración: Javier)

Asimismo, otras dinámicas sociopolíticas, como la implementación de la Tarea Ordenamiento y la sostenida migración profesional hacia el exterior o en busca de oportunidades laborales más lucrativas, pero en otros sectores, han conducido a problemáticas reconocidas por la presidencia nacional de la UPEC como los desafíos más inminentes para su gestión: la desprofesionalización de las redacciones y centros de la Educación Superior que forman a los periodistas, y las dificultades para correlacionar la agenda pública y la agenda mediática, lo cual mella, de manera directa, la fiabilidad de lo que se comunica.

«A veces somos demasiado disciplinados y aguardamos por lo que se nos indique “de arriba” para poder salir a rastrear la información, y esa decisión traiciona un valor noticia fundamental: la instantaneidad», reflexionó en su intervención la reportera Gladys Egües, Premio Nacional de Periodismo José Martí Por la Obra de la Vida.  

El necesario humanismo de la comunicación debe caracterizar cada proceso que competa a dicha actividad, según reconoció Ricardo Ronquillo Bello, reelecto presidente nacional de la UPEC para el período 2023-2028. A su vez, dialogó sobre la batalla de símbolos a la que se somete a la población, con altos índices de conectividad —aproximadamente 6 millones 800 000 cubanos consumen Internet cada día—, aunque todavía muy distante de la imprescindible alfabetización digital.

«Les estamos cediendo el terreno a otras formas de comunicación que, quizá, tergiversen y manipulen la información, pero eso ocurre porque casi siempre estamos llegando tarde a contar lo sucedido. Para superar ese estado constituye una premisa que todos le demos forma, hasta que tome cuerpo, a un nuevo modelo de la prensa pública que, desde las funciones del periodismo, no de la propaganda, se enfoque hacia un consenso de construcción colectiva y conciencia crítica», aseveró el presidente de la UPEC.

Por su parte, el miembro del Secretariado del Comité Central del Partido y jefe de su Departamento Ideológico, Rogelio Polanco Fuentes, ponderó en varias de sus intervenciones el rol de los líderes profesionales:

«Los líderes naturales son los que deben estar al frente de los procesos de transformación editorial; por tanto, tienen que ser estimulados. Hablamos de muchos problemas acumulados en este gremio, resueltos algunos, pero la mayoría sin solución inmediata dadas las carencias objetivas de toda índole que afectan la labor de los medios. Sin embargo, rendirse no es una opción ni para la Revolución ni para los periodistas cubanos».

La recurrente obstaculización o negativa de acceso por parte de algunas fuentes de información, y el desgaste y la obsolescencia tecnológica que priman en el sistema mediático –con énfasis en las estructuras provinciales y locales–, promovieron amplísimos debates que señalaron hacia las preocupaciones cotidianas de directivos y reporteros que, incluso, alertaron sobre los riesgos para la subsistencia de medios que, aun con pleno reconocimiento y legitimación por parte de sus públicos, peligran bajo los efectos de la desprofesionalización y las necesidades materiales.

«La prensa no puede perder los espacios de construcción social e ideológica que le corresponden –dijo Ronquillo Bello–; pero, sin audacia no podremos transformar nuestro sistema mediático. Toca a los directores y sus colectivos construir, de conjunto y participando activamente, las estrategias que no sólo impulsarán los nuevos modos de hacer, sino la anhelada prosperidad para el gremio.

«Ya tenemos Política de Comunicación Social del Estado y el Gobierno cubanos (2018), Ley de Comunicación Social (2023), propuestas concretas en los 17 primeros medios aprobados para convertirse en unidades presupuestadas con tratamiento especial, y no faltan voluntad política ni las legislaciones necesarias para cristalizar empeños revolucionarios en todos los sentidos. No obstante, se tiene que priorizar el involucramiento pleno de todos los trabajadores, con una guía valiente y enfocada en detectar las potencialidades con que cuenta cada medio de comunicación para emprender su camino hacia el futuro. Esta pelea se gana con golpes certeros de profesionalidad, creando alianzas con las universidades, y disponiendo de tiempo y recursos para la superación y la innovación», acotó el presidente de a UPEC.

En estos momentos, la cifra nacional de afiliados a la organización gremial asciende a 3660; de ellos, 206 se localizan en Villa Clara. 

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