PARÍS.–Hace 71 años, un grupo de 131 jóvenes se lanzó a asaltar la historia contra unos muros que escondían y protegían los desmanes de un Gobierno que hundió a la nación. Ellos iban en busca de una medalla de oro, la de la justicia social para su Patria.
Hoy, los destinatarios de aquella gesta van a un combate, también desigual. Entonces, los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes eran las fortalezas más importantes de la región oriental de la Isla; ahora, tomar la fortificación de los 20 primeros del medallero en los Juegos Olímpicos de París-2024 es repetir la misma osadía.
Si la gesta del 26 de julio de 1953 se coronó como el Día de la Rebeldía Nacional, porque nos legó que no hay situación imposible de resolver, el próximo 26, cuando se inauguren los Juegos de París-2024, Cuba estará, con ese mismo espíritu rebelde, proponiéndose un nuevo asalto.
Esa rebeldía fue la que hizo que, con el permiso negado por el bloqueador, aterrizara el avión cubano en Sao Paulo, para los Juegos Panamericanos de 1963; que navegara un barco, en 1966, hacia los Juegos Centroamericanos y del Caribe, luego de que le impidieran a Cuba la entrada en Puerto Rico; que respondiera a las agresiones en esa misma lid, pero de 1970, en Panamá; que enfrentara el periodo especial, más dos periodos olímpicos sin asistir, para empinarse después con el mayor botín dorado de la historia del deporte cubano, en la cita olímpica de Barcelona-1992.
Ese espíritu estará, una vez más, con la delegación cubana, consciente de que la magnitud de lo que se requiere hoy se parece a la del Moncada. ¿Será difícil? Por supuesto, pero se cumplirá, como lo hicieron los 131 a quienes inspiraba Cuba; la misma que hoy resiste y crea, la que cada mañana amanece con un día más de victoria frente al imperio más poderoso de la Tierra, que persiste en rendirla por hambre y necesidad.
En París-2024, su noble y rebelde pueblo sigue inspirando. (Oscar Sánchez Serra)