Y se juntan las manos

Los gentilicios se pierden en este concierto de «brazos labrando el día», con sus «manos de obreros».

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Equipos pesados en la ecuperación
Las manos de las FAR, permanentes en la recuperación. (Foto: José LLamos Camejo)
Tomado de la edición digital del periódico Granma
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29 Octubre 2024

Asoman, esporádicas, por las ventanillas delanteras izquierdas de los vehículos. De ese lado, el mismo del corazón, van aferradas al volante, y se despegan solo por fracciones de segundos, para intercambiar saludos en marcha, en tiempo real.

Vienen, no importa si de la cabecera de esta provincia o si de territorios más o menos próximos a Guantánamo, o incluso de más allá de la Isla; tal vez son estas «manos que amparan», las mismas que les regalaron las letras de una bella canción a Ireno García.

Se antojan muy cálidas, tendidas a quienes las necesitan por estos días de dolor y fervor para el este guantanamero, golpeado por las lluvias y los vientos del huracán Oscar en cuatro municipios.

De vez en vez vuela un helicóptero, algunos niños lo miran curiosos, y los más pequeñines hasta le dicen adiós, porque «trae personas buenas que vienen a ayudarnos», les ha dicho mamá o papá. 

Abajo, ahora una rastra, luego camiones, pasan con materiales y recursos para la recuperación. En otros viajan también constructores, reparadores, jóvenes, estudiantes, colectivos enviados por entidades y organizaciones distintas.

Esas manos restauradoras, las propias y las de hermanos, empiezan a cambiar, poco a poco, el cuadro de destrucción dejado por Oscar. Lo percibe el viajero desde que empieza a aproximarse a la cabecera municipal de San Antonio del Sur, y en el tramo que va de esta al municipio de Imías.

Las imágenes frente al observador, con el vehículo en marcha, desfilan como escapadas de algún filme basado en un hecho real que narra cómo lo humano se junta y se empina decidido a recomponer lo que la naturaleza destrozó con su poder aniquilador.

A intervalos, en áreas dispersas, plantaciones de plátano y de otros cultivos atestiguan con su aspecto el desenlace fatal, víctimas de la «ejecución colectiva» perpetrada por las lluvias y los vientos de Oscar. Hay fragmentos de viviendas desintegradas.

Las poses de unos cuantos árboles también revelan su final trágico, yacen en el fango como gigantes decapitados o heridos de muerte en su propio terreno, en combate desigual con un monstruo.

«Brazos labrando el sol»

Mas, con esas imágenes alternan las carpas, los campamentos levantados por combatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (Far) y del Ministerio del Interior (Minint) en diferentes sitios aquí, inmersos desde el inicio, primero en las acciones de rescate y salvamento de vidas humanas, y después en los trabajos de saneamiento y reconstrucción que empiezan a recomponer el paisaje.

Se ven a uno y otro lados de la carretera, en las calles y las aceras, en zaguanes y patios de San Antonio del Sur e Imías, codo con codo con los lugareños. Han extraído camiones de lodo y escombros, e intentan resucitar bienes y pertenencias rescatados.

Mientras tanto, entidades de la cabecera provincial de Guantánamo han abierto nichos de servicios transitorios en las zonas más afectadas por el huracán, y expenden algunos alimentos elaborados o semielaborados.

En oficinas de trámite improvisadas en locales alternos, trabajadores sociales y personal técnico se ocupan de documentar las necesidades de los afectados. 

De nuevo a la carretera, hay linieros de redes eléctricas, trepados en postes, al rescate de la vitalidad de la infraestructura energética. Hacen lo mismo en sus áreas los trabajadores de Etecsa.

¡Santiagueros, camagüeyanos, holguineros, guantanameros…, los gentilicios territoriales se pierden en este concierto de «brazos labrando el día», con esas «manos de obreros» que le regalaron a Ireno su más hermosa composición.

Igual de intenso es el ajetreo de los constructores desplegados en tramos y puntos del vial San Antonio del Sur-Imías, víctima de uno de los golpes más fuertes de la crecida de los ríos. Del ruido de las aguas furiosas quedan recuerdos, ahora prevalece el de buldóceres, excavadoras, y otros equipos desplegados para curar tan profundas heridas.

«Compañeros,¡cómo se ha trabajado y se trabaja por la recuperación!». La frase es de Yoel Pérez García, presidente del Consejo de Defensa en Guantánamo, mientras recorría escenarios de la catástrofe natural.

«Todo esto va a quedar más bonito y confortable que como estaba antes» de que lo devastara el golpe combinado de lluvia y vientos, repetía en el periplo que ocupó casi toda la jornada dominical, e incluyó intercambios con pobladores y autoridades en las zonas afectadas.

Le acompañaron el miembro del Secretariado del Comité Central del Partido y jefe de su Departamento Económico-Productivo, Jorge Luis Broche Lorenzo, y el general de División Eugenio Armando Rabilero Aguilera, jefe del Ejército Oriental.

De levantarse y seguir es cada vez más claro el espíritu aquí, es la reacción frente a la embestida de un huracán en cuatro municipios guantanameros. Alienta ver cómo ese ánimo crece en medio de jornadas intensas.

También la lluvia ha sido compañera en el recorrido, sobre todo en el tramo de La Farola, hasta donde la comitiva escaló para llegar hasta Vega del Jobo, en un intento por avanzar hacia El Ñame y de ahí a la Explanada de Duaba, la cual quedó sin enlace terrestre.

Ubicada en la Sierra del Purial, donde Imías limita con Baracoa, al momento de redactar estas líneas la comunidad de la Explanada no había podido recibir las cuotas de alimentos de la canasta familiar normada. Se evalúa la posibilidad de completar esa distribución con el empleo de mulos, si otra solución no es posible antes.

Un héroe como un árbol

Escuchar a cada paso, entre gente humilde, el nombre del general de Cuerpo de Ejército Ramón Espinosa Martín, emociona, es difícil que no lo invoquen, ni siquiera en una conversación informal, cuando se habla de lo sucedido ahora, y de lo que se hace para curar las heridas que Oscar ocasionó.

Que a raíz del paso del ciclón Matthew «el General vino por aquí, tempranito», que «una tarde llegó hasta allá», que otro día pasó en helicóptero y regresó de nuevo por carretera, y que arregló tal o más cual tramo, donde la vía quedó interrumpida.

Como de un familiar o amigo cercano se habla de Espinosa por estos lares. Cuando vino en 2016, para dirigir las tareas de recuperación tras el paso del huracán Matthew, los lugareños lo vieron, lo escucharon, él los escuchó, y unos cuantos sintieron sobre sus hombros las manos del héroe que llegó para devolverles la fe.

Entonces comprendieron que la leyenda del vencedor de acechanzas y peligros en las sierras y los llanos de Cuba, y en las selvas de África, es más hermosa porque está hecha, además de lealtad y audacia, con una dosis grande de humildad y humanismo.

Aquí arriba ha prendido el ejemplo del héroe, descuella frondoso, como uno de esos árboles gigantes de estas montañas, a los que ninguna tempestad logra derribar; ese modelo lo es también de solidaridad y unidad. Y crece, se multiplica, se esparce desde el este guantanamero, donde «se juntan las manos… para vencer» ante el desafío de lo adverso. (José Llamos Camejo) (Mario Ernesto Almeida Bacallao)

 

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