«Vengo ante ustedes, como cada año, a cumplir un deber difícil». Con esas palabras, que recogen la esencia también de cuán difícil ha sido el año que casi concluye para Cuba, inició el primer secretario del Comité Central del Partido Comunista y presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, las palabras de clausura del Cuarto Periodo Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en su X Legislatura.
En sus palabras a los diputados, a los cuales se dirigió por casi una hora en la jornada de este viernes, el jefe de Estado aseguró que estaba allí para «rendir cuenta, explicar los enormes esfuerzos y los aún insuficientes resultados en la gestión presidencial, frente a los obstáculos descomunales que nos han impuesto seis décadas de bloqueo y la injusticia predominante en las relaciones económicas internacionales, que han convertido al mundo en un mercado de apuestas, con escasas opciones para las naciones que, como Cuba, se niegan a aceptar la ley del más fuerte».
Compartió entonces su mayor sueño, ese en el que, dijo, podría «llegar un día ante esta Asamblea genuinamente del pueblo, a decirles que derrotamos el bloqueo con sus 243 nudos adicionales y salimos de la espuria lista de patrocinadores del terrorismo, donde jamás debimos estar. Vencidos esos obstáculos, todo dependería de lo que seamos capaces de hacer y de impulsar con el heroísmo, la inteligencia y la creatividad que nos distinguen como pueblo».
La verdad, subrayó, es el reverso de ese sueño: el bloqueo, sus nudos y la lista espuria no tienen fecha de caducidad. «Es el estilo de los imperios: imponer castigos y extenderlos. Cuba es el país con más años bajo bloqueo, pero no el único», aseveró.
De esas sanciones a otros tantos países habló también el mandatario cubano, quien denunció cómo desde Estados Unidos se sigue hablando de la paz a través de la fuerza, del desprecio a la diplomacia como vía para entendimiento entre las naciones, lo cual hace cada vez más evidente las tendencias ultraderechistas que se van imponiendo a nivel regional y mundial.
Conscientes de la injusta configuración de las relaciones económicas internacionales, Díaz-Canel aseguró que «en Cuba nos hemos propuesto concentrar fuerzas y esfuerzos en la defensa del sistema social escogido, garantizando el máximo de justicia social posible en las actuales circunstancias».
Es esa, sin dudas, la tarea más difícil en esta época, en la cual valoró que «se ha ido imponiendo como medida de progreso, un irracional modelo consumista, derrochador y egoísta, hasta llevar al planeta al borde de su autodestrucción».
A partir de esas y otras ideas, que evidencian cuán egoísta y deshonesto resulta ser el actual orden económico internacional, el presidente Díaz-Canel reiteró las consideraciones hechas por nuestro país asociadas a lo imperativo de construir un nuevo orden internacional, que debe ser «justo, equitativo y de paz».
«Es urgente e ineludible actuar en ese sentido, aunque ello requerirá convocar la voluntad de muchos. Desde aquí ratificamos que no faltará la nuestra para avanzar en esa dirección en todos los escenarios posibles», consideró.
De urgentes y desafiantes peligros que enfrenta la humanidad habló también el mandatario cubano, haciendo referencia a la amenaza cada vez más real de una conflagración mundial; la ambición expansionista del imperialismo; el genocidio que lleva a cabo Israel contra el pueblo palestino; la agresión contra el Líbano, y los esfuerzos agresivos por destruir la integridad territorial de Siria.
«La abierta impunidad de los agresores amenazan con dificultar en el futuro cualquier posibilidad de aunar la voluntad de la comunidad internacional para salvaguardar la paz», enfatizó.
En medio de tantos retos internacionales, el mandatario compartió también reflexiones asociadas a las implicaciones que podría tener para Cuba la llegada al poder en Estados Unidos de un nuevo Gobierno, «en el que tendrán gran influencia políticos con intenciones muy agresivas» contra nuestro país.
El escenario era previsible, aseguró, y nos hemos ido preparando con tiempo, pues en Cuba tenemos plena conciencia de que el Gobierno que termina, al igual que los anteriores, lo que ha hecho es «apostar al colapso de la Revolución por medio de la aplicación despiadada del sistema de medidas coercitivas».
Firme, como lo ha sido siempre durante más de 60 años de Revolución, fue la postura manifestada por el presidente Díaz-Canel respecto a las relaciones con Estados Unidos: «estamos dispuestos a dialogar y desarrollar relaciones de respeto, en pie de igualdad, que sean mutuamente beneficiosas, como con el resto de los países, pero enfrentaremos contundentemente cualquier intento de injerencia en los asuntos internos. Es una posición conocida y no debe sorprender a nadie».
En lo referido a la inserción de Cuba en el entramado internacional, significó que, a pesar de los «esfuerzos imperiales por aislarnos, nuestra pequeña nación fue admitida este año como miembro asociado de la agrupación BRICS, novedosa instancia de concertación y cooperación que reúne a un significativo potencial económico, productivo, tecnológico, poblacional, territorial y de gran riqueza natural».
De igual forma, se refirió a otras actividades en las cuales ha participado nuestra nación y son muestra fehaciente de las buenas relaciones que desarrollamos con países a los cuales nos unen propósitos afines. En Nuestra América, enfatizó, «seguimos apostando por la indispensable integración y comprometidos, en primer lugar, con la Alianza Bolivariana ALBA-TCP, fundada por nuestro Comandante en jefe y el Comandante Chávez».
«La política exterior cubana sigue descansando en posiciones de principios, en la lucha antimperialista, en la defensa de la Paz, en la promoción de la solidaridad y el internacionalismo; en la búsqueda de relaciones de amistad y cooperación con todos los países, en la preservación y promoción del Derecho Internacional», aseguró.
Agradecimiento hubo también en sus palabras para quienes apoyan en los más diversos escenarios la lucha del pueblo cubano contra la injusta política de bloqueo, y hacen suyos los principios de solidaridad para ayudarnos superar las duras condiciones que ha enfrentado el país en el transcurso del presente año.
Y en medio de la incertidumbre global que distingue esta convulsa época, de la que no escapa Cuba, el jefe de Estado retomó la idea de que «ningún país puede vivir y desarrollarse al margen del orden económico imperante, especialmente si lo intenta con el dogal de un bloqueo genocida».
Es esa la realidad en la que se desenvuelve nuestra nación, aunque, tal como reconoció el dignatario en sus palabras, eso «no exime al Gobierno de la imprescindible autocrítica ni nos libera del análisis de las insatisfacciones. Por el contrario, nos obliga a un ejercicio de búsqueda profunda y responsable, de todo cuanto hemos hecho, para que emerja, allí donde fue posible, el resultado que merece multiplicarse».
De esos buenos resultados que tenemos la responsabilidad de multiplicar, y que se extienden a lo largo y ancho del país, habló también el mandatario, porque en las 130 visitas que durante el año se han realizado a las provincias, ha deslumbrado «de forma total y definitiva», el «heroísmo del pueblo, un valor intangible y sin embargo descomunal que, como hemos dicho antes, merece un monumento y nunca será suficiente».
Lo visto en las provincias, donde tantos compatriotas y colectivos levantan «las más imaginativas soluciones a los problemas cotidianos, combatiendo con las armas del trabajo, en las más duras condiciones por la falta de recursos», confirma que hay salidas, reflexionó el presidente cubano.
«Los últimos meses han sido particularmente complejos», recordó Díaz-Canel, para luego recordar cómo en pocas semanas «enfrentamos dos huracanes, dos sismos intensos y una emergencia energética con todas sus consecuencias: daños a la infraestructura de sistemas de servicios indispensables para el pueblo, las afectaciones a más de 50 mil viviendas y la dramática pérdida de bienes y posesiones familiares y personales de decenas de miles de personas en los territorios afectados».
Jornadas «realmente dramáticas por la gravedad de los eventos» ha vivido nuestro pueblo, que ha demostrado una vez más la fuerza y persistencia de los valores humanos que lo distinguen, reconoció el jefe de Estado.
«No es la primera vez que se nos muestra en todo su valor el heroísmo del pueblo cubano. Como no es la primera vez que nos enfrentamos a los golpes combinados de la naturaleza y de un enemigo que no cesa en su afán de reconquistarnos», destacó.
A ese retador escenario, del que no escapa ningún ámbito de la nación, se unen otros tantos desafíos que delinean prioridades de trabajo asociadas fundamentalmente a la atención de los problemas económicos que demandad de un seguimiento constante. De ahí el énfasis hecho por Díaz-Canel en lo referido a la importancia de apoyar «la gestión del Gobierno en la implementación de la estrategia para erradicar distorsiones y reanimar la economía, con el propósito de cambiar, en el menor tiempo posible, la agobiante situación que vivimos».
«Los insuficientes resultados alcanzados en esas tareas son la principal insatisfacción, y la razón de la más profunda y severa autocrítica. Pero no es posible juzgar gestiones y resultados, ignorando el contexto», consideró.
En tal sentido, retomó la explicación de complejas y desafiantes situaciones que hemos debido enfrentar en el país, ante las cuales las Proyecciones de Gobierno para reimpulsar la economía se convierten en «una guía, un camino, para lograr lo que el pueblo está esperando de nosotros».
De señales positivas, aun cuando tienen un impacto limitado, habló a continuación el presidente Díaz-Canel, e hizo referencia a tres ejemplos concretos asociados a la producción de alimentos, especialmente la agrícola; la Estrategia para levantar el Sistema Electronergético Nacional, y la reducción del déficit fiscal.
Acerca de responsabilidades individuales y colectivas para continuar superando retos habló también el mandatario, así como de tomar en cuenta todas las alertas y señalamiento que se han hecho durante las sesiones de la Asamblea, si «queremos avanzar en la corrección de las distorsiones para reimpulsar la economía».
Y porque siempre será «tiempo de rectificar», el jefe de Estado se refirió igualmente a la necesidad de continuar dando batalla permanente contra las ilegalidades, el delito y la corrupción; de perfeccionar el quehacer de la comunicación política, institucional y social; de enaltecer valores morales y mostrar siempre sensibilidad y preocupación por las consideraciones del pueblo; de continuar fortaleciendo el proceso de creación normativa en el país; de favorecer un clima de respeto, orden, disciplina, decoro, honestidad, generosidad y solidaridad, así como de continuar desarrollando programas y políticas nacionales que respaldan y protegen a los más diversos sectores de la sociedad.
A los hombres y mujeres comunes, que forman parte de la Asamblea Nacional del Poder Popular, que viven y enfrentan las mismas dificultades que sus vecinos, jóvenes y menos jóvenes, blancos, negros, mulatos, mestizos todos, obreros, campesinos, maestros, médicos, economistas, artistas, intelectuales, deportistas, cuentapropistas, innovadores, científicos...distinguió también en sus palabras el presidente Díaz-Canel.
«No creo que exista otra Asamblea en el mundo, cuyos miembros se parezcan más al pueblo que representan», valoró.
En consecuencia con esas reflexiones, el mandatario cubano reconoció a los millones de heroínas y héroes de nuestro pueblo, que «conforman el cuerpo y el alma de una Revolución que resiste y se rehace incesantemente», y no piensan en «perder, sino en vencer».
«Héroes son todos, absolutamente todos los que no creen en la derrota. Son héroes invencibles», valoró.
«Cuba está hecha de muchas y pequeñas patrias, y allí donde más difícil está siendo todo, es donde más fuerte y admirable se ha expresado la fibra heroica del cubano», que con su heroísmo multiplicado, marchará «este viernes frente a la embajada norteamericana en La Habana, con la fuerza de nuestra unidad, nuestra independencia y nuestro socialismo».
Con esa convicción concluyó el presidente de la República sus palabras, porque con «la historia que nos precede, y el pueblo que tenemos, la única alternativa es pelear ¡Hasta la victoria, siempre!». (Yaima Puig Meneses)