Pobladores del batey de Soplillar, en la Ciénega de Zapata, evocaron este 24 de diciembre la Nochebuena en la que Fidel y otros dirigentes de la naciente Revolución, hace 65 años, compartieron la cena con varias familias de carboneros.
A la velada para conmemorar aquel histórico episodio asistió el Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, quien destacó el evidente simbolismo de aquel gesto de Fidel, quien ya desde entonces concebía proyectos económicos y sociales para mejorar la vida de los cenagueros.
Al referirse al evento, el mandatario cubano logró definirlo como un hecho emancipador y de gran valor histórico.
La cena para reeditar el hecho tuvo lugar en el Memorial Biblioteca 50 Aniversario de la Cena Carbonera con Fidel, en el propio Soplillar, algo así como un museo vivo que recrea la imagen y el ambiente de cómo era la vida de los cenagueros, especialmente de los carboneros, de una pobreza descomunal.
Uno de los decimistas presentes lo contó a su manera, al decir que aquel 24 de diciembre de 1959 los carboneros y Fidel «comieron del mismo plato».
Acompañado por Roberto Morales Ojeda, integrante del Buró Político y secretario de Organización del Comité Central del Partido, el mandatario cubano recorrió todo el espacio que comprende el Memorial Biblioteca, donde es fácil seguir lo ocurrido aquel día, y que constituye, a su vez, un permanente homenaje a Fidel.
De lo más alentador fue el ameno diálogo con Julio Amorin, avezado investigador del territorio, y del que participaron, además, varios testigos del referido suceso, así como Alexis Leyva Machado (Kacho) y Nemesia Montano, la legendaria Flor Carbonera.
Fue algo inesperado. Mi padre y demás vecinos de aquí nunca imaginaron que Fidel viniera a cenar con gente tan pobre, relató Haydee García Montano, quien entonces tenía apenas nueve años de edad.
Ya estaba anocheciendo cuando él y quienes lo acompañaban bajaron de dos pequeños helicópteros, asegura, aunque dice que se trata de un recuerdo algo ya lejano.
«Pidió que vinieran más personas del caserío, y enseguida se acercó a los niños y conversó con nosotros, preguntó si íbamos a la escuela, y yo le respondí que solo a veces, porque no teníamos zapatos, y a mi madre no le gustaba que fuéramos descalzos.
«Más tarde, cerca de la medianoche, lo acompañamos hasta el lugar donde subió al helicóptero. Creo que estaba feliz, porque sonreía y hacía ademanes para abrazarnos a todos al mismo tiempo.
«Después de eso seguimos reuniéndonos en familia, para festejar la fecha; pero como la cena con Fidel, ninguna; aquella fue inolvidable».
La convicción que compartimos todos
El Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República compartió con una representación de los habitantes de Soplillar, «el valor tremendo, en las condiciones actuales en que está el país», de estar junto a ellos.
«Hemos vivido tiempos duros, los tiempos de la Revolución siempre han sido duros, estamos bajo amenaza siempre, pero todos tenemos la convicción de que hay que defender a la Revolución». Y una de las mejores maneras de convencer de por qué hay que defender la Revolución, reflexionó, es ver cómo ustedes recuerdan aquella cena de los carboneros con Fidel, cómo la defienden.
«En tiempos como estos, añadió, no solo es luchar por la prosperidad económica del país, que es importante y es necesaria y tenemos que alcanzarla en el menor tiempo posible, sino también es tener memoria histórica y no olvidar de dónde venimos, porque la savia de esa historia, los argumentos que uno puede buscar en esa historia, es donde están las respuestas para los momentos actuales y donde está la respuesta de lo que tenemos que hacer para el futuro».
Díaz-Canel patentizó a los cenagueros la emoción por haber compartido la tarde con ellos. En experiencias como estas uno se ratifica en convicciones, les dijo, conoce personas muy interesantes.
«Personas que tienen un valor tremendo, y ahí es donde uno también encuentra qué es lo que sostiene a la Revolución. Ustedes son parte del heroísmo de ese pueblo. Ustedes dan una energía tremenda para seguir luchando y peleando por la patria, por la Revolución y por el socialismo».
En la sede de Korimakao
La visita del Presidente a la Ciénaga de Zapata comenzó, cayendo la tarde de ayer, por la sede del Conjunto Artístico Comunitario Korimakao, asentado en la icónica comunidad cenaguera de Pálpite.
Fundada el 13 de agosto de 1992, por el comandante Faustino Pérez y el legendario actor Manuel Porto, la compañía se define como una institución artística «dedicada a ofrecer oportunidad como creadores, artistas y promotores de la actividad cultural, a jóvenes con talento y vocación, sin tener necesariamente que ser egresados de la enseñanza artística».
Porto hizo de este uno de los proyectos artísticos más destacados del país, haciendo converger todas las artes, como las escénicas, la música, las artes plásticas, la literatura y los medios audiovisuales, en una concepción, dicen sus discípulos, «de integralidad y diálogo transdisciplinario; apostando por el valor de la creación artística en el mejoramiento de la calidad de vida integral de los seres humanos».
Yandel Miguel Roche Mirelles, director del proyecto, dijo que la institución cuenta con 58 trabajadores, 40 de ellos artistas de las diferentes manifestaciones que proceden de diferentes territorios del país.
Resaltó entre los resultados, en estos 32 años de fundada, la capacidad y vocación de llevar el arte a todas las comunidades de la Ciénaga de Zapata.
El Presidente cubano elogió el desarrollo de la compañía a pesar de las dificultades, lo que queda a la vista con el buen estado de las instalaciones, de la que dijo era una pequeña comunidad de artistas, así como por el permanente trabajo comunitario. (René Tamayo León)