Vindicación de Cuba, en tiempos de definiciones

Estamos en la hora de los hornos y, como dice Martí, en ella no se ha de ver más que la luz.

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Vanguardia - Villa Clara - Cuba
(Foto: Tomada de Internet)
Tomado de la edición digital del periódico Granma
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29 Enero 2025

Inició un año más de la Revolución y el pueblo cubano realza su heroicidad en medio de dificultades y carencias provocadas, en primera instancia, por el gigante de las siete leguas, cuyo bloqueo comercial, económico y financiero deviene agresión despiadada que limita y obstruye el desarrollo del país. A esto se suman las pérdidas ocasionadas por embates naturales, así como las consecuencias de errores cometidos por nosotros mismos en nuestro andar por el camino duro y desafiante que significa la construcción del socialismo.

Seguimos apostando por la alternativa de un modelo que promulga antivalores como el individualismo, el egoísmo, la exaltación de lo material, y el consumo de los productos más denigrantes de la condición humana. Seguimos eligiendo al socialismo y nadamos a contracorriente para vencer en Cuba todo vestigio del capitalismo.

En medio de una crisis alarmante, del drama terrible que significan la posmodernidad y la globalización neoliberal, la desideologización y el resquebrajamiento de una conciencia socialista (circunstancias y fuerzas poderosas atentan directamente contra ella), es deber de los revolucionarios cubanos sembrar ideas, sembrar conciencia, actuar con el ejemplo y la ética de la Revolución, fortaleciendo la ideología socialista. Es imprescindible, sobre todo, en medio del caos humanístico que vivimos, en el que (impacto mediático y de redes sociales aparte), prevalecen lo banal, lo éticamente reprochable, y el consumo deliberado e irresponsable de contenidos que destruyen lo mejor del ser humano, que lo manipulan y dominan su mente y, lo peor, lo enajenan.

Creo muy necesario volver al testamento pedagógico de José Martí (su última carta a María Mantilla, en abril de 1895): «Mucha tienda, poca alma. Quien tiene mucho adentro, necesita poco afuera. Quien lleva mucho afuera, tiene poco adentro, y quiere disimular lo poco. Quien siente su belleza, la belleza interior, no busca afuera belleza prestada: se sabe hermosa, y la belleza echa luz».

Cuba está siendo atacada sin piedad. Las campañas mediáticas, los memes ofensivos, las falsas noticias, la fascista persecución a los patriotas y revolucionarios, el desmontaje de nuestra verdadera historia, y el atentado cultural a nuestro pueblo para fracturar la identidad nacional, son solo una muestra del ensañamiento criminal del imperialismo yanqui.

Y están los que piden a gritos la muerte y la destrucción. No se trata de una confrontación de ideas, de pensamiento, en la que a pesar de las discrepancias, estas, incluso bienvenidas, si van de la mano de una postura ética y decente, hay cosas tan sagradas que ni en el peor de los supuestos uno imagina que serán mancilladas.

En ocasiones se han atrevido a ofender al Apóstol de la Independencia. No se vulnera lo que significa tanto para el alma de la Patria. No se mancilla el alma de la Patria. Ofender a Martí y a la construcción simbólica de este pueblo, que sí es heroico y ha sabido elegir su camino, es un acto absolutamente despreciable. Perdura en Cuba lo que quiere el pueblo; ha caído siempre lo que un grupo egoísta e inmoral ambiciona.

Martí no les hubiera servido jamás para legitimar tales comportamientos; Martí no comulgó con la traición, con quienes odian y deshacen. Un hombre íntegro y entero nunca aprobaría el servilismo, las posturas neoanexionistas. Él luchó contra la anexión, advirtió del peligro que suponía la sumisión al imperio yanqui. Martí hizo el bien, lo hace todavía, su política fue siempre virtuosa, su elección fue echar su suerte con los pobres de la tierra.

 Luz redentora  

Sin embargo, no pensemos en que el enfrentamiento verdadero es contra quienes así actúan. Son otros los que sí están pensando cómo destruir a Cuba, cómo acabar con la Revolución y el socialismo, cómo enterrar nuestra identidad. Una guerra se nos hace, socavar las bases más genuinas de nuestro proceso revolucionario es su clave; minarnos desde dentro, atacando nuestro espacio simbólico, hacernos creer que la solución a nuestros problemas está allí, del otro lado.

Hay un plan muy claro: dividirnos, cercenar nuestra conciencia, despojarnos de nuestra capacidad crítica, volvernos egoístas y, al final, matar lo que nos sostiene, lo que hace que sintamos, que vivamos pese a la despiadada hostilidad imperialista.

Unirnos nos toca, no dejar sin contestación estos ataques es una cuestión de principios. Recordemos que de pensamiento es la guerra mayor que se nos hace, y es preciso ganarla a pensamiento, desde la altura ética de Martí y de Fidel. Como expresara el Maestro en carta a Gonzalo y Benjamín: «A lengua sinuosa nos están batiendo: cerrémosle el camino a mejor lengua, la hermosa...».

Patria tenemos, y quien a su patria defender ansía, verá la luz redentora y emancipadora de los que aman y fundan. Estos son tiempos de definiciones. La lucha es por la vida, por mantener a buen resguardo la libertad y la soberanía alcanzadas el 1ro. de enero de 1959, por defender el ideal patriótico que nos ha acompañado históricamente, por continuar transformando el país desde la auténtica creación y con la premisa de que Cuba es y será siempre socialista y antimperialista.

Estamos en la hora de los hornos, y como nos dice Martí, en ella no se ha de ver más que la luz. Es un hervidero el momento histórico que vivimos, son tiempos de acostarnos con las armas de almohada y no con el pañuelo a la cabeza, porque hay cosas muy sagradas que defender.

A 66 años del triunfo de la Revolución Cubana vivimos un momento definitorio. Tomar partido viviendo la Revolución de la dignidad y por el decoro del hombre, ante la guerra que se nos hace, deviene paso imprescindible de cada revolucionario, de cada patriota. Es deber generacional que nunca muere, porque representa el sentimiento que cubre nuestro actuar en medio de circunstancias tan dramáticas y difíciles. Es el amor a la Patria, desvelo continuo que provoca superar lo posible y crear, desde la heroicidad que no desdeña lo cotidiano.

He ahí una de las claves para asegurar una Revolución como la que mantenemos viva en Cuba: hacer de lo hermoso lo cotidiano, eso es patriotismo, valor entrañable de los hijos de la Patria. Hay que descifrar las claves del ser antimperialista, asumir una cultura, porque esta es una guerra cultural, de resistencia y asimilación crítica del momento histórico; para así, con las herramientas teóricas y una plataforma ideológica capaz de vencer lo hegemónico de un sistema insostenible como el capitalismo, cambiar lo que deba ser cambiado, transformar la realidad que vivimos, desde la lealtad reflexiva y la asunción de códigos comunicacionales contrahegemónicos y emancipatorios.

Como nos legó José Martí en uno de sus discursos conmemorativos por el 10 de Octubre: «Me parece que veo cruzar, pasando lista, una sombra colérica y sublime, la sombra de la estrella en el sombrero; y mi deber, mientras me queden pies, el deber de todos nosotros, mientras nos queden pies, es ponernos en pie, y decir: ¡presente!». (Yosuam Palacios Ortega)

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