EN CONTEXTO
La Amazonía, la selva tropical más grande del mundo, abarca un área de 5,5 millones de km2, de ellos un 60 % pertenece a Brasil.
La región amazónica había perdido 5 879 km2 de bosques en los últimos 12 meses, un 40 % más que un año antes.
Este año se han detectado 39 601 incendios. Entre enero y agosto de 2019, el número de incendios forestales en Brasil aumentó casi en 84 %, con respecto al mismo periodo en 2018.
El año pasado, el mundo perdió 12 millones de hectáreas de bosques, incluidas 3,6 millones de hectáreas de selva tropical primaria, de acuerdo con datos de la Universidad de Maryland.
La Amazonía no solo es el hogar de cientos de pueblos indígenas y miles de especies de animales y plantas, sino que también tiene una función clave para regular el clima y la lluvia.
Entre otras funciones, es una gran ayuda para minimizar el cambio climático, ya que almacena millones de toneladas de dióxido de carbono.
Era el 12 de junio de 1992, en Río de Janeiro, Brasil.
Fidel Castro hablaba –breve pero de forma magistral– en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo.
Los presentes aplaudían, aun cuando en la sala había algún que otro jefe de Estado que no simpatizaba con lo que decía. Pero, al menos, reconocían que sus palabras eran ciertas.
¿Qué ha pasado desde entonces sobre ese mismo tema del cambio climático al que se refería Fidel cuando advertía que «una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre »?
Hoy, cuando ese gran pulmón del planeta que es la Amazonía, arde incontrolablemente, estoy seguro que en los oídos de muchos resuenan aquellas palabras de Fidel. Aquellas razones irrebatibles.
¿Cómo explicarse entonces que el actual presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, durante los primeros 20 días de los incendios que arrasan los grandes bosques, estuviese echando la culpa del fuego a quienes «intentan socavar su autoridad » o «tumbarlo de la presidencia », y arremeter, sin ninguna evidencia contra Organizaciones No Gubernamentales, a las que acusó de «haber comenzado los incendios »?, refiere un cable de BBC.
Las explicaciones científicas demuestran que debido a la tala indiscriminada de la selva amazónica, se produce la deforestación que reduce el nivel de lluvia local y el bosque se hace más seco y a su vez más inflamable.
Por tanto, es totalmente irresponsable que en un asunto como este, que afecta a toda la humanidad, se haya dejado de combatir el fuego durante los primeros 20 días, lo que ha provocado una de las mayores devastaciones del ecosistema que se recuerde en la historia.
Y vuelvo a Fidel y a su discurso en la Cumbre Climática, cuando dijo: «las sociedades de consumo son las responsables fundamentales de la atroz destrucción del medio ambiente ».
Y ejemplificó: «Los bosques desaparecen, los desiertos se extienden, miles de millones de toneladas de tierra fértil van a parar cada año al mar. Numerosas especies se extinguen. La presión poblacional y la pobreza conducen a esfuerzos desesperados para sobrevivir aun a costa de la naturaleza. No es posible culpar de esto a los países del Tercer Mundo, colonias ayer, naciones explotadas y saqueadas hoy por un orden económico mundial injusto ».
Con posterioridad a la Cumbre de 1992 han sucedido muchas otras. Seminarios, talleres, compromisos sin cumplir, dinero que nunca apareció para ayudar a las naciones pobres a combatir los efectos del cambio climático…
Así llegamos a la Cumbre de París, y entre el 30 de noviembre y el 12 de diciembre de 2015, se redactó el Acuerdo rubricado por casi 200 jefes de Estado o Gobierno que se comprometían a salvar a la humanidad de la adversidad del clima.
Parecía que entre los asistentes y firmantes estaba Fidel y que sus palabras resonaban en los oídos y las conciencias de quienes se sabían responsables de «salvar la especie humana » porque «mañana será demasiado tarde ».
Pero la vida transcurrió y dos años después, en 2017, el mundo conoció de cuánto era capaz de hacer el nuevo Presidente de Estados Unidos, para romper con los principales acuerdos y convenios logrados en años de discusión, diálogo y comprensión mutua.
Trump, en una de sus primeras acciones como Presidente, rompió con el Acuerdo de París. Calificó lo del cambio climático como mentira, y buscó el cesto de basura más cercano para tirar los documentos firmados al respecto por su antecesor, Barack Obama.
El preclaro pensamiento de Fidel en 1992 de que «ahora tomamos conciencia de este problema cuando casi es tarde para impedirlo », no parece ser conocido por este señor, quien desde el trono imperial ha ignorado el Acuerdo de París, y otros muchos acuerdos imprescindibles para la vida humana y la paz en el planeta.
¡Casualidad! aparte, el mandatario brasileño Jair Bolsonaro –el Trump del trópico– quiere imitarlo en eso de salirse del Acuerdo de París e ignorar los efectos del cambio climático.
Mientras, la Amazonía arde y en algunas regiones del mundo parece prepararse un entorno de guerra, donde también puedan arder estrechos y mares.