Un nuevo informe de las Naciones Unidas con motivo del Día Internacional para la Reducción de Desastres, que se celebra desde 2009 cada 13 de octubre, concluye que las dos últimas décadas han sido testigos de un asombroso aumento de las amenazas de origen natural y que «casi todas las naciones » han fracasado en la prevención de la «ola de muerte y enfermedad » causada por la COVID-19.
Y no desacierta Mami Mizutori, representante especial de la ONU para la Reducción del Riesgo de Desastres, cuando calificó de desconcertante el hecho de que las naciones sigan «sembrando conscientemente las semillas de nuestra propia destrucción ».
Lamentable resulta que desde hace 20 años hasta el día de hoy se han registrado 7348 grandes desastres en todo el mundo, pues el cambio climático ha propiciado el aumento de estas amenazas recientes de la naturaleza. Pero si a esto se suma la despreocupación de los gobiernos y el descuido hacia las medidas de prevención, aumenta la vulnerabilidad de las naciones y provoca que en las últimas dos décadas las muertes por estos desastres asciendan a 1,23 millones, las vidas afectadas a 4200 millones y las pérdidas económicas a 2,97 billones de dólares.
La COVID-19 y la emergencia climática nos advierten de la necesidad de incrementar la visión a largo plazo, priorizar la atención a instituciones que garanticen una mayor seguridad, siempre a la mano de las evidencias científicas para así evitar los grandes daños que pueden provocar estos eventos.
Por este motivo, los estados miembros de las Naciones Unidas adoptaron El Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres, en Sendai, Japón, en marzo del 2015, que promueve siete medidas fundamentales, entre las que se priorizan reducir la mortalidad mundial, el número de personas afectadas, las pérdidas económicas, los daños en infraestructuras vitales e irrupción de los servicios básicos, incrementar el número de países con estrategias de reducción de desastres, mejorar la cooperación internacional e incrementar la disponibilidad de los sistemas de alerta temprana.
«Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre ». Así afirmó el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, durante la Cumbre de Río de Janeiro el 12 de octubre de 1990, al analizar el probable impacto que tendrían los fenómenos naturales en la población.
Las acciones promovidas por la Estrategia para la Reducción de Riesgos de Desastres de Naciones Unidas durante los últimos años han sido asumidas e implementadas por Cuba de acuerdo a nuestras características. Para aumentar y comprobar la preparación, planificación y organización de las tareas de la Defensa Civil se realizan anualmente desde 1986 los Ejercicios Meteoro, que mejoran las condiciones para enfrentar peligros.
Los medios de comunicación también son de gran valía en el proceso de alerta a la población sobre los posibles sucesos peligrosos que puedan acontecer, siempre contando con un Sistema de Defensa Civil que sitúa al hombre en el centro de su voluntad política. Además se han creado estrategias para llegar a todo el territorio a pesar de las insuficiencias tecnológicas.
También, cumpliendo con una de las medidas del Marco de Sendai, el Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil colabora con otras naciones para enfrentar juntas las desavenencias de la naturaleza, en coordinación con los ministerios de Relaciones Exteriores, Comercio Exterior y la Inversión Extranjera. Cuba ha firmado y ratificado más de siete convenios, acuerdos y memorandos de entendimiento referidos a la gestión de reducción de desastres con otras naciones.
Es una experiencia cubana la creación de los Centros de Gestión para la Reducción del Riesgo, cuyo modelo ha sido replicado en cinco países caribeños. Especialistas de estos países recibieron capacitación en Cuba. Esta acción fue considerada como exitosa en la conferencia de Sendai 2015.
La lucha de Cuba contra este nuevo enemigo biológico que es la COVID-19 ha sido otra de las acciones de protección de vidas humanas que se han reconocido en el mundo entero. El sistema de salud nuestro se ha encargado de prevenir el contagio del virus en la población, brindando tratamientos especializados a cada paciente contagiado completamente gratuito, así como de garantizar el aislamiento seguro de los posibles contagiados, todo esto a pesar de la difícil situación económica que ha traído para el mundo entero esta crisis sanitaria.
El sector científico cubano no ha descansado desde la aparición del primer caso detectado de coronavirus en el país en la búsqueda de una vacuna contra la enfermedad. Este proyecto ha sido bastante satisfactorio, pues aportó uno de los primeros candidatos vacunales a la Organización Mundial de la Salud.