Imprescindible biodiversidad

Por su importancia para la salud del planeta, cada día del año, y no solo el 22 de mayo, debe dedicarse a la protección de la biodiversidad.

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Vanguardia - Villa Clara - Cuba
(Foto: Tomada de Internet)
Ricardo R. González
Ricardo R. González
@riciber91
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22 Mayo 2023

No hay que esperar cada 22 de mayo para velar por la biodiversidad, la cual resguarda el equilibrio del planeta; sin embargo, pocos se detienen a pensar que, tanto las generaciones actuales como las que están por venir, corren grandes riesgos como consecuencia del deterioro del patrimonio biológico.

La pérdida de la biodiversidad, sobre la cual descansan las disponibilidades de fuentes alimentarias, el potencial farmacéutico y la extensa mayoría de los servicios ambientales, avanza de manera increíble.

«Desde el año 1500 el hombre ha propiciado la desaparición de 680 variedades de vertebrados, mientras que un millón de especies de animales y plantas están bajo la amenaza de extinguirse», según los expertos convocados por la Unesco para una investigación presentada en París.

(Foto: Tomada de Internet)

De las 48 000 especies de animales evaluadas, unas 18 000 están amenazadas: el 21 % corresponde a los mamíferos, el 30 % a los anfibios, el 12 % a las aves, el 28 % a los reptiles y el 37 % a los peces de agua dulce. En los últimos 30 años han desaparecido 21 especies de aves.

¿Dónde están las causas de esta preocupante situación? Un papel importante ha jugado el hombre y las constantes heridas que le ocasiona a la naturaleza.

En el caso de Cuba, tan solo en la cobertura boscosa existen evidencias de deterioro desde la llegada de los europeos a la isla. En el siglo XVI, más del 70 % del territorio cubano estaba cubierto de bosques, pero en 1900 se redujo al 41 % la cobertura y en 1959 sólo quedaba el 14 %. Entre las causas se hallan el desarrollo de la industria azucarera durante aquellos años, unido al  crecimiento urbano, la industrialización y el acelerado desarrollo del turismo, que produjeron un descenso de la biodiversidad cubana.

Por suerte, hay reportes que indican el incremento de nuestra área boscosa hasta alcanzar el 24.7 %, y si bien la mayor parte estuvo condicionada por el aumento de las plantaciones forestales, el área de los bosques naturales creció en 2.4 %.

PARA RECORDAR

  • El 75 % de los ambientes terrestres y el 66 % de los ecosistemas marinos han sido modificados en el mundo.
  • Cada año están en riesgo cosechas valorados entre 210 000 millones y 515 millones de dólares como resultado de la pérdida de polinizadores.
  • Más del 40 % de las especies de anfibios, casi el 33 % de los arrecifes coralinos y una cifra superior a un tercio de los mamíferos marinos se encuentran en evidente peligro.
  • En 2016, se estimaba que aproximadamente el 10 % de las razas y variedades domesticadas habían quedado extinguidas, lo que indica el declive de la diversidad genética.

El Caribe insular aparece como uno de los 25 sitios de mayor importancia en el orbe en relación con la conservación de la biodiversidad; no obstante, la pérdida continua de los ecosistemas y hábitats naturales, la presión mantenida por las poblaciones humanas, la aparición de especies exóticas de plantas y animales, junto a la caza y tráfico ilegal empeoran el panorama de manera crucial, a lo que se suman los efectos del cambio climático, con mayores perjuicios sobre las islas.

Tampoco pueden minimizarse en esta subregión otros aspectos que limitan las acciones de conservación, como la limitada conciencia ambientalista, la falta de recursos financieros y la poca capacidad local de algunos para efectuar estudios de monitoreo de los sitios y de las especies más afectadas.    

(Foto: Tomada de Internet)

Otro de los peligros potenciales de los ecosistemas acuáticos está vinculado con el vertimiento de residuales por parte de las industrias y la población, sin que pasen por ninguna planta de tratamiento. Tampoco se piensa en la existencia de especies acuáticas que resultan necesarias para el mantenimiento del equilibro en estas fuentes. 

Además, hay que añadir la cantidad de plástico, recipientes de vidrio, metales, plaguicidas, lubricantes y otros desechos que difícilmente se descomponen de forma natural y abren las puertas para el envenenamiento de la flora y la fauna.

En medio de este panorama, no podrá obviarse la salinización y la desertificación ocasionada, en gran parte, por la destrucción de la barrera protectora que ofrecen los manglares y la vegetación costera. Por otro lado, la industria minera  ha arrasado con grandes extensiones de bosques.

Los incendios forestales, agudizados en los períodos de sequía, tienen efectos catastróficos en aquellos ecosistemas de alta diversidad biológica.

También dañan eventos  climatológicos como los ciclones, que hieren sobremanera los bosques, lo que modifica la alimentación y el refugio de muchas especies de animales. 

OTROS DETALLES PARA NO OLVIDAR

  • El 75 % de los ambientes terrestres y el 66 % de los ecosistemas marinos han sido severamente modificados, y la mayoría de ellos continúa sufriendo un proceso de degradación.
  • La cobertura de corales vivos en los arrecifes se ha reducido a la mitad respecto a los pasados 150 años.
  • Aproximadamente, el 9 % de los 5.9 millones de especies estimadas que existen (más de 500 000) tienen hábitats tan fragmentados y escasos que son insuficientes para garantizar su supervivencia a largo plazo.

 Mucho más pudiera decirse en torno a la pérdida de la biodiversidad y no todos tienen la suerte de contar con una fortaleza para el trabajo como es el Centro de Estudios y Servicios Ambientales (Cesam) de Villa Clara, perteneciente al Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma).

(Foto: Tomada de Internet)

Allí labora un grupo de expertos que dirige y ejecuta proyectos e investigaciones en disímiles escenarios para conservar los recursos naturales, incidir en el manejo integral de ecosistemas frágiles, y en el enfrentamiento y mitigación ante el cambio climático.

Su colectivo se enfoca  en brindar soluciones a problemáticas originadas por esa relación hombre-naturaleza que no siempre encuentra su equilibrio; por tanto, tiene una implicación comunitaria.

Encontrar el balance entre la necesidad imperiosa de explotar los recursos naturales y la protección del medio ambiente es uno de los grandes retos que enfrenta nuestro país.

En las manos colectivas y, sobre todo, en las actuaciones racionales se concentran, a mi modo de ver, las cartas elementales para proteger la biodiversidad, esa que tanto necesitamos.

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