Caracas, Venezuela.–Para entender lo que es la Patria no basta con percatarse de la niña que hizo con sus manos el símbolo de un corazón, ni de la abuelita que aprendió a usar un teléfono inteligente para guardar ese instante, ni el joven con gorra roja y pullover con el gallo pinto, ni la muchacha que hacía ondear una bandera LGBTIQ+…
La semilla de la Patria estaba en el niño que, durante la concentración del pasado jueves en Caracas, en medio del «bravo pueblo» lloraba al tiempo que cantaba el Himno Nacional.
Con un puño cerrado y en la otra mano una pancarta ya desgastada, el pequeño –en los hombros de su padre o quizá su hermano– sobresalía entre la multitud que tomó la capital venezolana durante el cierre de campaña del ratificado presidente Nicolás Maduro Moros.
Pero, ¿a qué se debían esas lágrimas y la mirada fija en la tarima? ¿Qué puede hacer llorar de esa manera a un niño que poco o nada sabe de política, candidatos, partidos y votos?
Resulta que la Revolución Bolivariana, con Chávez a la cabeza primero, y luego con el actual mandatario, rompió con la llamada «democracia» que durante 40 años había hipotecado la soberanía nacional.
De ahí que, desde sus inicios, este proyecto social haya sido blanco del ataque de la ultraderecha venezolana y del imperio estadounidense, que en este último mandato presidencial han intentado generar zozobra y malestar en la población. Como no han podido quebrantar su voluntad, han centrado la embestida contra los bolsillos y estómagos de la gente.
Esa ha sido la diana para sus más de 900 medidas coercitivas unilaterales y constantes acciones de desestabilización. Saben que un pueblo sumido en la desesperanza y una economía inestable convierten a los electores en movibles peones; sin embargo, la resiliencia ha sido la palabra de orden del Gobierno venezolano en los años precedentes.
En 2020, la nación obtuvo un 99 % menos de los ingresos petroleros percibidos en 2012. Era el peor momento de las ilegales sanciones de la Casa Blanca.
A pesar de ello, desde 2018 ya Maduro había presentado un Programa de Recuperación Económica que constaba de cuatro medidas fundamentales: estímulo a la producción nacional, ampliar la recaudación tributaria, impulsar las exportaciones no tradicionales y apoyar a los emprendedores.
¿El resultado? Doce meses de crecimiento económico sostenido que ubicaron a la nación como líder del crecimiento regional, sobrepasando a países que no están bloqueados por el Gobierno de EE. UU.
Actualmente, Venezuela produce el 96 % de los alimentos que consume, está declarada libre de analfabetismo, cuenta con una democracia participativa y protagónica del pueblo, que se evidencia a través de los 150 000 proyectos en las comunidades, han sido atendidos ocho millones de hogares, y se redujo considerablemente la tasa de homicidios.
El control de la inflación y la estabilización de la moneda han permitido una mayor protección social.
El niño que lloraba en el cierre de la campaña de Nicolás Maduro sabe que, tras lanzar lejos el yugo opresor, hoy la tranquilidad y el bienestar dentro y fuera de su casa no son una utopía.(Laura Mercedes Giráldez, enviada especial)