Nunca dejó de alentar a nuestros deportistas

En las buenas y en las malas el lí­der de la Revolución, Fidel Castro, nunca dejó de alentar a nuestros deportistas.

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Fidel Castro junto a la voleibolista Mireya Luis.
Fidel junto a Mireya Luis, por muchos años capitana de las Morenas del Caribe, equipo tricampeón olímpico del voleibol femenino, a quien el Comandante en Jefe reconoció en varias ocasiones. (Foto: Tomada de Internet)
Osvaldo Rojas Garay
Osvaldo Rojas Garay
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25 Noviembre 2017

En cualquier circunstancia, en las buenas y en las malas, Fidel se mantuvo siempre al tanto de lo que sucedí­a en el deporte. Incluso en su perí­odo de convalecencia, a partir de 2006, a través de mensajes, llamadas telefónicas y sus reflexiones, nunca dejó de alentar a nuestros atletas.

«Él me llamó al hotel Jaragua, el mismo dí­a que le gané a Estados Unidos, en el Mundial de República Dominicana, en 1969. Dio la casualidad que yo en ese momento estaba con los puertorriqueños, que me invitaron a compartir », me comentó en una conversación Gaspar Curro Pérez, el Héroe de Quisqueya.

Gaspar Curro Pérez junto a Fidel Castro Ruz.
Curro Pérez (en primer plano) junto a Fidel al regreso del Mundial de República Dominicana. (Foto: Tomada de Internet)

No solo en medio de la emoción por una victoria se producí­a la llamada del lí­der de la Revolución. En la fase clasificatoria de los Juegos Panamericanos de Winnipeg 1999, Cuba cedió frente a Estados Unidos, 5 a 10. Ese dí­a Isaac Martí­nez Dorta disparó tres inatrapables, incluyendo el cuadrangular del empate a 5 carreras.

Me confesó el otrora jardinero avileño que después del jonrón le comunicaron   que lo solicitaban por teléfono. Para sorpresa de él, era Fidel, quien le expresó: «El pueblo de Cuba y yo estamos orgullosos de ti ». Luego los exhortó a ganar el campeonato, cosa que el equipo concretó al imponerse precisamente a los norteamericanos en el choque decisivo.

Recuerdo la declaración que el 16 de julio de 2008 le envió a Randy Alonso, conductor de la Mesa Redonda. Fue en los dí­as previos a los Juegos Olí­mpicos de Beijing, cuando la selección de béisbol se entrenaba para revalidar la corona obtenida en Atenas 2004, y el conjunto no habí­a lucido bien en su preparación, sobre todo en la ofensiva.

«Tronó la indignación de los fanáticos por el duro revés del sábado señaló. Eso lo dice todo: ¡fa-ná-ti-cos! Pero se olvida que ahora están en Corea del Sur, paí­s donde ni siquiera tenemos una embajada, y en el que continúan preparándose nuestros atletas.

«No son ellos, en todo caso añadió los que merecerí­an las mayores crí­ticas si algo no salió bien. Van a unos Juegos Olí­mpicos que tendrán lugar al otro lado del mundo, donde las horas del sueño y el ritmo de vida se cambian. Tienen un programa de preparación fí­sica intenso […].   Ellos no han sido vencidos. No los desalentemos ».

En 1996, Javier Sotomayor no estaba en forma óptima a causa de las lesiones que habí­a sufrido. Fidel lo mandó buscar antes de partir hacia la Olimpiada de Atlanta para persuadirlo de que no asistiera, pues conocí­a que el Prí­ncipe de las Alturas no se encontraba bien preparado.

Fidel Castro y Javier Sotomayor.
Después de Atlanta 1996, Fidel animó a Sotomayor a seguir adelante, y el saltador cubano regresó de Sidney 2000 con la medalla de Plata. (Foto: Tomada de Internet)

«Soto » insistió en enfrentar la prueba. El Comandante en Jefe le respondió que lo hiciera si esas eran sus intenciones, que al regreso serí­a   bien recibido aunque no lo hiciera bien. El mejor saltador de altura de todos los tiempos no tuvo un resultado sobresaliente en los Juegos del Centenario, pero cuando retornó a la Patria, Fidel lo llamó para animarlo a que siguiera adelante.

En Atenas 2004, el vallista Anier Garcí­a no pudo repetir la medalla de oro conquistada en Sydney 2000, al entrar tercero en una carrera dominada por el chino Liu Xiang. Al recibir a la delegación olí­mpica, el mandatario cubano felicitó al atleta santiaguero y le dijo: «Excelente ese bronce, al chino lo cogemos en Beijing ».

Tras regresar con el trofeo correspondiente al lugar cimero del certamen del planeta efectuado en Belgrado, en 1978, los boxeadores medallistas le entregaron las preseas a Fidel. Entonces Emilio Correa (padre) señaló: «Fidel, como yo no cogí­ medalla, lo que en estos momentos le puedo dar es un abrazo ».

Después de materializarse el deseo de Correa, el mandatario cubano le dijo: «Sabemos lo que pasó, y sin el cabezazo ese, tú hubieras llegado hasta el oro ». Seguidamente el jefe de la Revolución manifestó que traí­a tres medallas de oro y de inmediato se las dio a Jorge Hernández, Héctor Ramí­rez y Luis Felipe Martí­nez.

«Se las entrego apuntó interpretando el sentimiento de la inmensa mayorí­a de nuestro pueblo, primero porque lucharon con valentí­a, con eficiencia, y además, porque a mi juicio y a juicio de la inmensa mayorí­a del pueblo, ustedes ganaron sus combates ».

Si un deportista estuvo muy cercano a Fidel fue Teófilo Stevenson. Según declaraciones del fallecido púgil, nunca le faltó el apoyo del lí­der de la Revolución cuando estuvo lesionado en 1974, año en que La Habana acogió el I Campeonato Mundial de Boxeo. «Me iba a ver todos los dí­as para saber de mi pie », explicó «Teo » a los colegas Rafael Pérez Valdés y Oscar Sánchez Serra en el libro Fama sin dólares.

Fidel Castro Ruz y el boxeador Teófilo Stevenson.
«Su apoyo me estimulaba en cada competencia », dijo una vez el gran Teófilo Stevenson. (Foto: Tomada de Internet)

No fue la única vez que Fidel se preocupó por Stevenson, que en 1986, próximo a cumplir 34 años, atravesó una mala racha. En el mes de marzo sucumbió frente al alemán Ulli Kaden en la Copa Quí­mica, y después contra el guantanamero Osvaldo Castillo en el Torneo Giraldo Córdova Cardí­n.

Muchos creyeron que para Pirolo se habí­an acabado los dí­as de gloria entre las 12 cuerdas y dudaron de que pudiera participar en el Mundial de Reno, Estados Unidos. Otra cosa pensaba Fidel, quien dio instrucciones de poner un auto con un chofer aunque ya Teófilo tení­a un automóvil   frente al hogar de Stevenson, esperando la hora en que deseara ir a entrenar.

En la justa del orbe el Gigante de Delicias, Las Tunas,   se sacó la espinita ante Kaden, y en el pleito por el tí­tulo fulminó al local Alex Garcí­a por RSC en el asalto intermedio, para poner punto final a una brillante trayectoria sobre el cuadrilátero, que lo convirtió, junto a Adolfo Horta, en uno de los primeros tricampeones en estas citas de los puños.

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