Debería comenzar con una disculpa para todos los lectores de Vanguardia que me sugirieron un análisis sobre las últimas jornadas de La Liga. Pero a veces a los periodistas las pasiones nos duelen y cuesta enfrentarse al papel a sabiendas de que la objetividad será una cuenta pendiente.
Los peores pesados
Tengo muy poca experiencia en el mundo del fútbol para afirmar con toda certeza que nunca antes se vivió un final de Liga tan intenso como el de este año, aun así, lo haré. Cinco, cuatro, tres jornadas para el silbatazo final y nada…. La tensión fue tanta que salas de Cardiología del mundo entero superaron el récord de pacientes en un día (espero entiendan la hipérbole).
Empecemos por donde hay que empezar, por el principio. Cuatro equipos, cuatro gigantes (para proseguir con las exageraciones): FC Barcelona, Real Madrid, Atlético de Madrid y Sevilla. Koeman, Zidane, el Cholo y Lopetegui. Un drama de los buenos.
Podría ponerme a disertar y a decir qué hicieron o dejaron de hacer los equipos o los técnicos, pero esa no es la cuestión. El fútbol español adolece de un mal que ningún analista podría remediar con unas cuantas líneas, el fútbol español intenta convencer, intenta ser lo que fue hace 10 años, pero ni convence ni es. El fútbol español no es más el mejor de Europa, y ahora ni el Real Madrid ni el FC Barcelona son los mejores clubes del mundo.
FC Barcelona
Koeman salvador, Koeman revolviendo la plantilla, Koeman tenso como buen holandés, Koeman mirando al horizonte como si tuviera las respuestas para un Barza carente de carácter. Ni Ansu, ni Pedri, ni Riqui Puig… Koeman podría poner a jugar a la masía completa y ni así cumpliría con su misión en Cataluña. Al Barcelona de Koeman le falta carácter, como le falta a su capitán que lo mismo se va que se queda, que solo levanta la cabeza para levantar copas (del Rey). Messi tan genio y tan apagado que no sabría definirlo, tan brillante y tan inútil, tan pichichi y tan por gusto que me provoca rabia.

La imagen que me dejan los azulgranas este año no es otra que la que dejó Piqué ante el Bayer, un quiero y no puedo, un no encontrar salidas, ni entradas, caminar y caminar para llegar hasta ninguna parte, para perder contra el Granada, para no descifrar a un Madrid más predecible que nunca.
Y por favor, los fanáticos, ya paren de decir que el equipo está en plena trasformación, que si el relevo y todas esas cosas. Si en vez de decir Messi, Griezmann, Dembelé, Ter Stegen, Dest, Sergi Roberto, de Jong y Pedri sustituimos sus nombres por los millones de euros que hoy tienen la oportunidad de vestir una camiseta como la del Barcelona, tanto Koeman como el tan celebrado Laporta deberían sentir vergí¼enza al no aspirar a más que a la Copa del Rey, deberían sentir vergí¼enza por la cantidad de puntos que se dejaron en cada jornada, vergí¼enza por no estar a la altura del club culé y de su historia. Y después de todo van y presumen, presumen de fichar al Kun, presumen a un Depay que por momentos tienen y dejan de tener, presumen de un fichaje a Haaland que ni ellos mismos se creen y cuando hablan de todo esto se olvidan de que el club vive una de las peores ruinas económicas de su historia.
Real Madrid
Aquí no encuentro ni por dónde empezar. Un club sin cabeza, un Florentino contando los billetes para ver qué puede comprar, un Florentino con miedo y con mesura, que no sabe decir gracias. Gracias, esa es la palabra, la que no se le dijo a Cristiano, la que no se le va a decir a Ramos, la que tanto necesita Zidane. Estamos ante un club que echa a sus glorias por la puerta trasera y que pretende redimirse con promesas que ya no prometen, con los goles que no marcan Mariano y Rodrygo y Vinicius.

Se va Zidane, el mismo de las Champions, el que supo gestionar este hospital ambulante en el que se convirtió el club merengue durante la última temporada, el que le copió las estrategias a Koeman para no dejarse ganar. Zidane que solo nos dio alegrías, que nos hizo contener el aliento hasta el último partido. Se fue Zidane y no lo supimos querer.
Los problemas de este Madrid son tan insustanciales como el cansado Marcelo, es el club de la supervivencia, un club varado en el mediterráneo al que Kroos, Modric y Benzema han sabido conducir a base de corazón, ojalá algún día sepamos darles las gracias. Ojalá se cumplan las promesas y llegue Mbappé, y marque Vinicius, ojalá Ancelotti sepa timonear este barco.
Atlético de Madrid
El Atlético ganó La Liga en las primeras jornadas, fue un regalo, envuelto con lacito y todo, un regalo a las puertas del Wanda Metropolitano, un regalo uruguayo de nombre Luis Suárez que le hicieron los culés. Puro estilo Cholo, el no saber qué va a pasar, pero sin dejar de marcar, sin bajar la cabeza, puro y bendito orgullo el que respiran los colchoneros.

Basta, basta de decir que el Atlético es un club pequeño, que no está en la élite del fútbol español. Basta de ese papel de cenicienta mal formulado. El Cholo tiene una plantilla a la altura de la del Barza y el Madrid, una plantilla a la altura de cualquier otro grande de Europa. Y, sin embargo, fue Luisito, Luisito les hizo la victoria desde el primero hasta el último de los partidos, eso no tiene otro nombre que coraje. Y como a todos los merengues que queríamos ganar me duele, pero hay que reconocer que nadie merecía más ese triunfo que el uruguayo.

Florentino, la Superliga y el negocio del fútbol
Sin duda la Superliga fue otra de las tramas que removió el suelo de todos los amantes del más grande de los deportes. Una liga que agruparía a los mejores clubes, a los históricos, una liga para los que hacen las ligas, para luchar contra la UEFA, la FIFA, el VAR, una liga para saber a dónde va el dinero y para que la palabra «corruptos » sea más difícil de escribir.
Pero no nos engañemos, todo un negocio, un mover los hilos para llenar bolsillos de la mejor manera, para traficar millones y jugadores como si fueran pedacitos de papel, como si la ilusión de los fanáticos fuese un balón al que darle patadas y más patadas hasta ver quién se lo lleva a casa.
Con casi 20 años de experiencia como el presidente del Real Madrid, Florentino se puso de pie para hablar de los grandes problemas económicos que enfrentó al llegar al Real Madrid. Su definición de ideas resulta tan clara como su proyecto, pero la realidad se aleja de todo cuanto creemos saber.
Caferin y su séquito amenazan, tienen la batuta, el mando, dictan las normas que componen este entramado de pifias y papeles. Caferin haciendo lo posible para que no exista, para que no se sueñe un fútbol mejor. Florentino sin frenos, Florentino se queda solo y ni así desiste «El fútbol está gravemente herido, hay que adaptarse a lo que vivimos », declaró a la prensa española.
Las críticas más fuertes que se han hecho a la Superliga se centran en que va contra los campeonatos nacionales y que parece un club privado al que no se llega por meritocracia, a ojos de esta periodista ideas que se gestan debido a la manipulación y el desconocimiento. No estamos ante un improvisado, dos cosas hay que tener claras: Florentino Pérez es ante todo un empresario y ha sabido conservar su estatus en un club de primer nivel como el Real Madrid desde el año 2000.
Si me preguntan, Florentino persigue que fluya más dinero para todos los equipos, pero en especial, para los equipos que ganan, los de primera, los equipos que paralizan al mundo entero, los que suben la presión. Puede que usted lea esto y piense que llego tarde a la conversación, que ya no es tiempo para hablar de esto y yo les diré: ¿En serio cree que esto acabó? ¿Creen que un empresario como Florentino se dejará ganar la batalla así porque sí?
Muchas cosas marchan mal en el fútbol español, podría ponerme aquí a hablar de los saldos arbitrales que nos dejó esta liga, de los cientos de millones de euros que andan por ahí «perdidos » en transacciones de las que nadie supo, de las regalías y los derechos de imagen… pero de economía sé poco y el tráfico de pasiones y la corrupción me aturden.