En la presente Feria del libro, Osvaldo presenta tres obras: La naranja entera, Casos y cosas de deporte y Huelga, estrella fugaz.Vanguardia les regala una entrevista con el genio del periodismo deportivo en Villa Clara.
El periodista y escritor Osvaldo Rojas Garay durante la presentación de sus libros Casos y cosas del deporte y Huelga. Estrella fugaz, a cargo de José Antonio Fulgueiras. (Foto: Tomada del perfil de Facebook de Francisnet Díaz Rondón)
Samuel Ernesto Viamontes Sardiña
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20 Mayo 2022
20 Mayo 2022
hace 2 años
En mi primera visita, la sala de estar exhibía las hojas marchitas de una colección infinita de periódicos y revistas. Ahora el salón está desierto, «vamos para la cocina, que estoy en construcción, imagínate ». Osvaldo Rojas Garay lo guarda todo, o al menos esa impresión transmiten las pilas de recortes de prensa ajados, organizados ahora al descuido encima de sillones, butacas, sofás, mesas y aparadores.
Entre las páginas amarillentas destaca algún que otro libro; deporte y música son sus temas fetiches y por eso pienso encontrarme de un momento a otro con un título al estilo de «El son del jonrón » o «La sinfonía de los strikes ». No aparece ninguno así, pero de existir, seguramente fueran sus favoritos.
Osvaldo no necesita salir de su cuarto para ejercer el periodismo deportivo, en su cabeza y en la tinta despintada del material de sus archivos está todo lo que necesita para escribir, desde las fechas exactas de los robos de home de Víctor Mesa, hasta la cantidad de lanzadores zurdos en el equipo Cuba de la Copa Intercontinental de 1995. «Creo más en mis papeles que en cualquier computadora », confiesa.
En la presente Feria del libro, Osvaldo presenta tres de sus títulos: La naranja entera, Casos y cosas de deporte y Huelga, estrella fugaz. Hace cinco años entré por primera vez a su casa con la idea de interrogar a un periodista y ahora lo hago para hablar con un escritor, porque Osvaldo también pertenece al gremio de los escribas. Por eso esta entrevista son dos en una, Rojas Garay en su mundo.
«Comencé a guardar mis primeros recortes cuando tenía siete años. Mi hermano mayor recortaba artículos de música y de cine que aparecían en la prensa y los coleccionaba. Entonces lo imité y comencé a guardar recortes de música primero, y posteriormente de deportes, especialmente de béisbol ».
―La lectura usualmente es una manía que se adquiere por costumbre. ¿Cuándo y cómo empieza Osvaldo su relación con la palabra escrita?
―Mi vínculo con la lectura siempre ha sido, como mucho en mi vida, un tanto singular. En realidad, de pequeño lo que más leía eran los periódicos y revistas con el objetivo de recortar textos sobre música, primero, y el deporte después. Incluso cuando empecé la carrera de Filología en la universidad, las publicaciones periódicas siguieron siendo el plato fuerte de mi voracidad lectora, una atracción que alcanzó otra dimensión al vincularme con Vanguardia motivo de unas prácticas de producción. Querían ponernos a trabajar en el archivo, pero yo tenía claro que quería hacer periodismo.
«No soy antitecnológico, pero siempre preferiré que me sorprenda el cartero a recibir un correo electrónico. Nada era más especial que ver cómo se imprimía el periódico. Ese olor de la palabra impresa en papel siempre será inolvidable. El tacto del papel es algo que no sustituirá nunca una computadora ».
―Con la música no se le asocia tanto; sin embargo, la tiene muy presente.
―Cuando dirigía las transmisiones de béisbol en CMHW, que se hacían antes del primer out y después del último, llega Polo Montañez a la emisora y le dicen que en ese momento está al aire un programa deportivo. Ahí salto yo y le digo: «Polo, venga para acá » y aproveché para hacerle una de las últimas entrevistas al Guajiro Natural en la provincia. Hablamos de deporte, hablamos de música, las dos obsesiones en un mismo sitio.
«La música fue mi primer amor. Me gusta tanto como la pelota y no sabría decir cuál disfruto más. La pasión vino de mi hermano que, como ya te dije, guardaba muchas cosas de música y de cine. Aún conservo las libretas donde anotaba cada película que veía y cada canción que oía.
«La música me lleva al recuerdo de la época y del hecho. La era está pariendo un corazón me recuerda al Che y Sugar, a José Antonio Huelga y la Serie de los Diez Millones. Siempre que tengo la oportunidad de escribir de música lo hago con sumo placer, haciendo uso del mismo tipo de anécdotas y datos interesantes que empleo en el deporte.
«(…) Tengo una gran afinidad con Cándido Fabré; incluso lo llevé a Báez a jugar pelota una vez. Organicé un juego entre él y algunas estrellas veteranas. Le dio tres hits a Isidro Pérez: hubiera sido tremendo torpedero ».
―Para pasar de lector a escritor (de libros), primero tuvo que arrimarse al oficio de periodista. ¿Cómo fue esta transición?
―Creo que yo leía de otra forma, no sé realmente explicarlo. Me sentía metido dentro de esos trabajos y así no me fue difícil dar el paso como redactor o reportero, porque sentía que ahora estaba haciendo lo que tantas veces disfruté de otros.
«Mi periodismo es un poco sui géneris, es el resultado de haber coleccionado desde chiquito muchos papeles, de haber leído muchos periódicos y de haber investigado bastante. El resultado de esa investigación es lo que reflejo en mi trabajo. No me ha sido difícil por la información que tengo y por la conexión especial que siempre he tenido con los atletas ».
―Me cuenta que no fue complicado entender el estilo periodístico, ¿algún referente en la profesión?
―Elio Menéndez, sin dudas, puede haber otros, pero Elio es el primero.
― ¿De dónde vienen todas esas coincidencias, esa relación de eventos aislados, a priori inconexos, que revela y explora en sus trabajos? «Siento un gusto especial por las coincidencias, tanto que no escapo de ellas », escribió una vez.
―A veces me da por pensar que vivo en un mundo mágico. En ocasiones miro el televisor y de pronto pienso, junto, recuerdo, un inventario de hechos y personajes para escribir sobre ellos. Sucede todo el tiempo, lo he desarrollado de una manera tal que cuando ocurre algo, mentalmente trato de descubrir si ha pasado un evento parecido. Me asombra ver cómo llego a encontrar la afinidad entre los hechos que me tengo que convencer que de veras escribí ese texto yo.
«Fue algo que desarrollé de manera espontánea. Tengo muy buena memoria para las fechas y los hechos. Eso me sirve para conectar varios entre sí y a veces me surgen sin previo aviso. Me funciona con una rapidez tremenda. Puedo decir que verdaderamente disfruto las coincidencias de manera especial y creo que en la vida encontramos muchas de ellas. Sin buscarlas me llegan. Es como si tuviera un don ».
― ¿Y el primer libro?
―Tenía muchos libros en la cabeza, ahora, para no perder la costumbre, tengo tres. De hecho, es curioso cómo en el mismo proceso de escritura cambio entre los distintos proyectos que llevo al mismo tiempo. Pero bueno, en ese momento del primero, no me atrevía a escribir cosas curiosas y anécdotas que iba recopilando, la palabra «libro » asustaba un poco. Pensé que no estaría a la altura hasta que dije «voy a empezar por uno » y así nació Casos y cosas de la pelota. Escribirlo después fue en tiempo récord, las ideas iban llegando una tras la otra. Rompí el hielo y no han parado de llegar desde entonces, ya van seis.
― ¿Cómo hace para convertir el lenguaje del deporte y las estadísticas en la materia prima de una obra literaria?
―La gente me reconoce mucho por la sección de El relato interesante que hago hace treinta años para La explosión de las 12, y esa cercanía me gusta aprovecharla escuchando lo que ese público tiene que decir sobre mi trabajo y sobre sus propias preferencias a la hora de consumir cualquier obra. Incluso, Pito Abreu que escuchaba el espacio allá en Mal Tiempo, mientras crecía, fíjate si ha tenido alcance. El otro lado es conversar con mis colegas, y sobre la base de la experiencia de esas fuentes intento construir mi trabajo.
«Cuando entré a la CMHW no querían que hiciera los relatos porque mi voz no es la mejor. Sin embargo, les doy un matiz que nadie les puede dar. Son producto de mis conocimientos. pero sobre todo, de mi corazón y por eso logré imponerme ».
―En la calle, entre las carpas de la Feria, las personas preguntan por los libros de Osvaldo, el padre de un amigo me llamó para que le comprara La naranja entera… ¿Cómo explicarlo?
―Explicarlo no sé, pero eso me emociona mucho. A fin de cuentas, no escribo para mí, lo hago para un público y cuando veo que recibo de estos una respuesta positiva espiritualmente se siente muy bien. El dinero hace falta, pero la parte espiritual es importante también; lo que llegas a sentir cuando terminas un libro, lo presentas y después lo encuentras en las manos de alguien es tremendo. En este ámbito profesional tengo dos cosas que son lo máximo: El relato interesante y escribir libros.
«Cuando Gerardo Hernández todavía estaba preso, obtuvo el libro Casos y cosas de la pelota. Un día, leyendo el periódico, veo una entrevista donde Gerardo dice: “A mis manos llegó el libro Casos y cosas de la pelota, de Osvaldo Rojas Garay. Rojas Garay hizo un gran trabajo, aprendí mucho y después se lo presté a mis compañerosâ€. Me aprendí la cita de memoria y es una de las cosas que guardo hoy con mucho cariño ».
―No es justo ponerlo a elegir entre sus hijos, pero ¿qué libro guarda más cerca de los afectos?
―Oye, mis peloteros eran Antonio Muñoz y José Antonio Huelga, Fidel Castro es una personalidad que siempre me interesó y logré escribir de los tres. Sin embargo, el primogénito es Casos y cosas de la pelota y eso nunca se olvida.
―Osvaldo Rojas Garay, escritor. ¿Suena bien así?
―A mí me pasa una cosa, chico, a veces me parece que es una palabra muy grande, más grande de lo que soy yo.