Añoranzas por aquellas series selectivas

Hace casi dos semanas, en conferencia de prensa, se informó a los medios nacionales la realización de la llamada Liga Élite del Béisbol Cubano (LEBC), que comenzará en octubre.

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Peloteros cubanos Pedro José Rodríguez, Pedro Jova, Rogelio García, Antonio Muñoz y Sixto Hernández.
De izquierda a derecha, algunos de los peloteros que fueron líderes individuales en el IV Serie Selectiva: Por Las Villas, Pedro José Rodríguez (Cheíto), en jonrones e impulsadas; Pedro Jova (average y jits), el pinareño Rogelio García (triple corona de picheo por juegos ganados, promedio de carreras limpias y ponches), y los villareños Antonio Muñoz (anotadas) y Sixto Hernández (bases robadas). (Foto: Tomada de Cubadebate)
Osvaldo Rojas Garay
Osvaldo Rojas Garay
1873
05 Junio 2022

En conferencia de prensa realizada hace casi dos semanas en el salón Adolfo Luque, del estadio Latinoamericano, Juan Reinaldo Pérez Prado, comisionado nacional y presidente de la Federación Cubana de Béisbol, informó a los medios nacionales la realización de la llamada Liga Élite del Béisbol Cubano (LEBC), que comenzará en la primera semana de octubre, aunque aún no están definidos los equipos participantes, sus nombres ni la manera en que se configurarán.

Braudilio Vinent, pí­cher cubano.
Braudilio Vinent, uno de los mejores lanzadores que pasó por los clásicos élites, (Foto: Tomada de Internet)

La idea, amén de las muchas diferencias, trajo a mi mente las series selectivas que se desarrollaban en nuestro paí­s a partir de 1975, después que concluí­an los campeonatos nacionales.

Fueron tan fuertes aquellos torneos que no muy pocos expertos afirmaron que tení­an un nivel cercano al de Triple A. Uno de los factores exitosos que garantizaban la gran calidad de estas porfí­as eran las estrellas que participaban en esas confrontaciones, muchas más de las que disponemos ahora, sobre todo, porque no habí­a el éxodo de peloteros que existe en la actualidad ni los contratos con paí­ses como Japón, donde intervienen algunas de nuestras mejores figuras.

El origen de los llamados clásicos élite hay que buscarlo en el surgimiento de la Serie Especial de los Diez Millones, organizada en 1970. Esto fue una idea concebida por el lí­der histórico de la Revolución, Fidel Castro Ruz, quien, al recibir la delegación que intervino en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, efectuados en Ciudad de Panamá, propuso crear una lid que sirviera de esparcimiento, fundamentalmente, para los participantes en la zafra.

El evento reunió a seis equipos, uno por cada provincia en las que estaba dividido nuestro archipiélago en aquel entonces, y finalizó con el triunfo de Las Villas, bajo el mando de Servio Tulio Borges.

La experiencia sirvió para que, en 1975, surgieran en el panorama beisbolero de la nación las series selectivas, con la presencia de los mejores peloteros del paí­s.

En las primeras tres versiones tomaron parte siete conjuntos: Pinar del Rí­o, Habana, Matanzas, Las Villas, Camagí¼ey, Oriente e Industriales, un segundo colectivo de la capital del paí­s. Todaví­a fresca la división polí­tico-administrativa de 1976, estas confrontaciones mantení­an el arraigo de la afición por los elencos surgidos previo a esa división.

Omar LInares y Orestes Kindelán, peloteros cubanos.
Orestes Kindelán (a la derecha) disparó 30 jonrones en 1986, y  Omar Linares se llevó la triple corona en 1992. (Foto:
Tomada de Internet)

Fueron los tiempos de la triple corona de Omar Linares, los 30 jonrones de Orestes Kindelán, el primer no hit no run en la era del aluminio, protagonizado por Nivaldo Pérez; la triple corona de picheo de Rogelio Garcí­a y del fallecido Reinaldo Costa; los tres tí­tulos de bateo de Amado Zamora, la fabulosa campaña de Eddy Rojas, en 1989; los 459 de average de Héctor Olivera, que lo convirtieron en el primer bateador en sobrepasar esa cifra en nuestro béisbol; y los emocionantes play offs entre Pinar del Rí­o y Las Villas, decidido por el famoso cuadrangular de Pedro José Rodrí­guez, en 1978, y Las Villas y Ciudad de La Habana, en 1989.

Como ha ocurrido en nuestros torneos beisboleros, las selectivas no escaparon a los cambios de estructura. En 1978 la cifra se rebajó a seis planteles, al desaparecer Industriales de estas citas, y así­ se mantuvo hasta 1986, cuando la cantidad de contendientes se elevó a ocho: Pinar del Rí­o, Ciudad de La Habana, Agropecuarios, Matanzas, Las Villas, Camagí¼eyanos, Mineros y Serranos.

Rogelio Garcí­a, pí­cher cubano.
Rogelio Garcí­a, único lanzador que tiró dos juegos de
cero hits cero clásicos en las series selectivas. (Foto: Sitio del
INDER)

En 1993, la suma de participantes bajó a cuatro, es decir, la mitad, con Occidentales, Habana, Centrales y Orientales, lo que se denominó las superselectivas.

Pinar del Rí­o, Las Villas, Orientales y Serranos resultaron los máximos animadores de estas controversias. Los vueltabajeros atesoraron seis tí­tulos, la trituradora villareña ganó en cuatro ocasiones, mientras que Orientales y Serranos se adueñaron tres veces del cetro cada uno; o sea, que los combinados mencionados conquistaron 16 de las 21 selectivas efectuadas.

Jorge Fuentes resultó el mentor más exitoso, con cinco coronas, escoltado por Eduardo Martí­n (tres), Higinio Vélez (tres), Franger Reynaldo Balbuena (dos) y José Miguel Pineda (dos); otros seis triunfaron una vez, incluyendo a Servio Borges Tulio Suárez, quien en 1990 dejó fuera de Ciudad de La Habana al receptor Juan Bravo, al antesalista Lázaro Vargas y al lanzador Lázaro de La Torre. Los giraldillos pasearon aquella justa con balance récord de 46 y 17, y le sacaron cinco juegos de diferencia a Pinar del Rí­o.

Las selectivas dejaron de efectuarse en 1995. Luego hubo intentos de revivir algo similar y se jugaron dos Copas Revolución y cuatro Superligas; pero, en honor a la verdad, la realización de estas últimas dos justas y las tres versiones denominadas superselectivas disminuyeron el interés por las citas, que llegaron a convertirse en las de más alto nivel en el paí­s.

Soy del criterio de que a nuestro deporte nacional le hace falta elevar su techo, y la idea de organizar la Liga Élite del Béisbol Cubano (LEBC) es buena y necesaria. No obstante, mi preocupación es que el torneo no logre interesar a aficionados y a los propios peloteros, en una época en que difí­cilmente se logre alcanzar el esplendor de aquellas selectivas que les mencioné, porque ya no brillan tantas estrellas en nuestro firmamento; unas, porque toman otro rumbo, y los que permanecen aquí­ son contratados por los nipones y liguillas de menor rango.

Todaví­a queda tiempo para pensar bien lo que se aspira a lograr con este evento. Ojalá la afición haga suya dicha justa, los estadios se llenen y los peloteros lo entreguen todo en el terreno, para que podamos disfrutar un espectáculo con la concentración de los mejores que juegan en el paí­s.

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