Aunque Cuba salió airosa en sus últimos choques —en la foto, contra Alemania—, la actuación de los criollos en el Mundial Sub 23 de béisbol dejó un sabor amargo. (Foto: WBSC)
Osvaldo Rojas Garay
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22 Octubre 2022
22 Octubre 2022
hace 2 años
Parece una contradicción, pero no la hay: es cierto que Cuba se impuso en sus tres partidos en la rueda de consuelo; sin embargo, nos dejó un sabor amargo al no poder clasificar para la superronda de la IV Copa Mundial de Béisbol, con sede en el Tianmu Baseball Stadium, de Taiwán.
En los enfrentamientos para discutir del séptimo al puesto 12, tuvo que sudar para doblegar a Alemania, 3-2, y a Venezuela uno de los grandes, con marcador de 2-0, y luego derrotó 9 a 0 al débil conjunto de Sudáfrica, único colectivo al que vencieron holgadamente.
En este último choque destacaron los villaclareños Yuri Fernández, de 4-3, con tres carreras anotadas; Cristian Rodríguez (2-2) con par de remolques y Ariel Díaz (3-2) con una anotada, además del cienfueguero Dany Oramas, que conectó de 4-3.
Ciertamente, después de obtener una gran cantidad de triunfos en eventos internacionales, el béisbol cubano atraviesa para no ser absoluto uno de sus peores momentos. Tanto ha cambiado el contexto en este deporte, que me permite abrir una interrogante parafraseando al Príncipe de la Canción, José José, en un hermoso tema: «Lo que un día fue, ¿no será? », mientras las medallas de oro parecen decir: «Ya no vuelvas a buscarme ».
Duele reconocerlo, pero hoy los equipos de la mayor isla del Caribe son uno más en cualquier torneo que se efectúe, por eso no me extrañan los resultados de los últimos años. Cuesta trabajo subir al podio y, en muchas ocasiones, nuestros peloteros han quedado distantes del estrado de premiación, como sucedió en la Semana Beisbolera de Haarlem, donde los campeones de la pasada Serie Nacional, los Alazanes de Granma reforzados, concluyeron en el penúltimo lugar, con una solitaria victoria frente Italia (5-1).
Vuelve a ocurrir lo mismo en la IV Copa Mundial de Béisbol Sub-23, donde nuestra selección tuvo un balance adverso en la fase clasificatoria, en la cual sonrió dos veces y sufrió tres reveses, balance que impidió el acceso a la superronda y la envió a consolarse en la búsqueda de un espacio en la segunda mitad, o sea, del séptimo al lugar 12.
Curiosamente, el par de éxitos uno de ellos del zurdo villaclareño Oscar Hernández fueron a costa de México y Australia, que avanzaron a la siguiente etapa junto a Corea del Sur.
Con este desempeño, Cuba no pudo mejorar la actuación del anterior certamen, en el que culminó en el cuarto peldaño, a pesar del éxodo de 12 peloteros, la mayor cifra de jugadores que han tomado otros rumbos en la historia de un equipo beisbolero del Verde Caimán.
En el torneo el plantel criollo exhibió el mal que ha aquejado al béisbol cubano en lides foráneas: la ofensiva. No puede aspirar a la victoria un equipo al que en cinco juegos del segmento clasificatorio le colgaron 30 escones y solo pudo pisar la goma en cuatro innings, además de conectar 21 incogibles; la mayor cantidad de esos inatrapables en un desafío fueron seis contra Holanda y México, mientras que anotó en total siete carreras.
Esta actuación se une a la cadena de malos resultados que viene tejiendo nuestro deporte nacional en eventos internacionales desde los Juegos Panamericanos del 2007. Es alarmante la sequía de títulos de los últimos 15 años.
No voy a escribir sobre la necesidad de analizar las causas de esta debacle. Esto se señala año tras año y, como diría Silvio Rodríguez, sería «llover sobre mojado ».