Infortunio de despedida

Es el último juego de la contienda y la carretera les cuelga la casaca de visitantes. El «Latino» comprende la hoja de ruta. Ante el 4-3 el azul capitalino multiplica por cero las probabilidades.

Recuerdo la primera jornada en el «Sandino». Detrás del cristal un grupo de jóvenes periodistas miraban fascinadas el uniforme blanco y naranja con números negros. Inning por inning el line-up formaba parte del acierto. Sin embargo, con el quinto encuentro la racha de infortunios exponía sus primeras jugadas.

«Primero que todo asumo toda la responsabilidad de lo que haya sucedido, porque soy el director», afirma imponente Ramón Moré, el 23 de Villa Clara. Frente a él, sus muchachos calientan los maderos. El anotador oficial le entrega el orden al bate. «Nosotros hemos pasado por muchas deficiencias. Comenzamos jugando la serie que parecíamos un equipo con amplias posibilidades, pero al empezar el sexto juego ya no teníamos aquel equipo. Solo hemos podido jugar el campeonato diez veces con el equipo completo».

Sorteando cada obstáculo, los partidos trascendieron en la tabla de posiciones. Del primer puesto, los escaños descendían hasta espacios sotaneros. Entre las fluctuaciones de victorias y derrotas (37-38) la paridad fue eco de batalla, hasta último out, por los puestos clasificatorios. El picheo bajó su efectividad hasta 493, y en 613.1 innings la defensa cometió solo 61 errores para resaltar el renglón más efectivo de la novena en el campeonato (AVE de 978).

«Los muchachos son jóvenes que hicieron hasta donde pudieron —explica el mánager naranja ante sus consideraciones sobre la primera etapa vivida por sus pupilos—. No hemos podido contar con nuestros principales lanzadores durante casi toda la temporada. Hemos tenido la peor ofensiva de la clasificación. Las dificultades dieron al traste con un grupo de victorias, amén de los errores tácticos que se han podido cometer. No pudimos resolver la situación».

Los Juegos del Alba y la salida de Carrillo fichaban como bajas sensibles. Luego, las lesiones y sobrecargas atléticas en figuras como Alain Sánchez, Freddy Asiel Álvarez o Pedro Castillo hicieron estragos en el bullpen. Mientras, la fuerza al bate y su ofensiva presentaban escasas altas dentro del electrocardiograma del equipo. Las estadísticas oficiales de la Serie Nacional reafirmaban el diagnóstico con un AVE de 288, 10388 hits y 6126 anotaciones en 36 040 veces al bate.

«A lo largo de la temporada no pudimos establecer una alineación que nos resultase. Habría que ver cuántos partidos había jugado como receptor Leonardo Montero, los juegos en los que había participado, en cinco años, Mailón Tomás Alonso o las veces al bate que asumieron muchachos como Pestano, Arrechavaleta, Borges y Ariel Díaz, sin estar en plenitud de facultades».

En casa, la victoria hizo acto de presencia en los encuentros en disputa. Los jóvenes asumían el poder y, tras la fatiga, la inspiración surgía de cualquier lado. Sin embargo, la llegada a otros territorios fue, siempre, eco de los males del paciente. En la carretera no hubo más victorias que desaires, siquiera abrazos de consolación tras la división de honores.

«Nosotros salimos tres veces antes a la carretera. La primera fue el recorrido Artemisa-Matanzas, después jugamos en Santiago y Granma, y, por último, en La Habana y Camagüey. En ninguno de los casos obtuvimos más victorias que derrotas. Estábamos conscientes de que ir a Pinar del Río y la Isla a sacar seis o siete victorias en diez juegos era bien difícil, pero lo tuvimos en las manos. No estoy justificando nada. Hubo que tomar decisiones y las tomamos. Hay que asumir cada juego a pesar de las críticas y los cuestionamientos», específica el directivo al exponer los detalles de las últimas subseries de la etapa regular.

Reconocer la valía de sus jugadores, albergar cada ápice de esperanza para la siguiente fase y motivar como un padre a sus hijos, son muestras de amor hacia un deporte que aún conmueve y genera expectativas. El béisbol es una herida en el corazón de cada villaclareño que diariamente siguió la actuación de los suyos. Con la última textura de los leones la 62 Serie Nacional de Béisbol llega a su fin para un «Sandino» con ansias de segundas fases.

La pelea por el título culmina en el primer round. Detrás, los pronósticos y el sueño de estar en la parte alta de la tabla. Los guantes, el bate y la pelota reposan en el armario. Las gradas enmudecen y cual fiel capitán a su barco, el mánager de los Leopardos dirige unas palabras al público y sus marineros.

«Ante todo, siempre les doy aliento, y quiero reconocer el apoyo que nos han brindado las máximas autoridades del territorio. Las vicisitudes y el tiempo que hemos pasado alejados de nuestras familias solo se reconforta cuando obtenemos resultados. Tuvimos en las manos lo que nos propusimos, pero no lo pudimos lograr. A pesar de los pesares, tenemos que reconocer la valía del equipo que tenemos».

La ciudad naranja cierra sus puertas a la Serie Nacional con victoria en el marcador. Las irregularidades y los errores propios de quienes se enfrentan, por vez primera, a posiciones de gran responsabilidad influyeron dentro de jornadas extenuantes tras la premura. Complejo ha sido el camino para los chicos de Moré, pero ¿quién no ha pasado por un proceso de cambio? Quizá la temporada tuvo su colofón en el ímpetu de quienes aman el deporte. Tal vez, el béisbol sea una historia que merezca ser vivida.