Ayer sábado se cumplieron 28 años del día en que el matancero Lázaro Junco Nenínger se convirtió en el primer jugador que completó los 400 jonrones en nuestras series nacionales. A las 6:22 de la tarde, del sábado 27 de enero de 1996, el yumurino inauguró una nueva era en el béisbol cubano: la de bateadores con 400 cuadrangulares.
A la mencionada hora, el recio toletero de Limonar rechazó con fuerza un envío de Alberto Pavón, de la Isla de la juventud, con las bases vacías en el octavo inning, en un partido desarrollado en el estadio Victoria de Girón, para abrir el selecto club que en nuestro principal pasatiempo nacional sólo integran otros dos bateadores excepcionales: Orestes Kindelán Olivares y Omar Linares Izquierdo.
Los yumurinos ganaron ese choque a los Piratas de la Isla de la Juventud, cinco carreras por dos, después de haber salido también airosos en el primer encuentro de la jornada por nocaut de 14 por cuatro, con la sonrisa 233 del zurdo Jorge Luis Valdés Berrier, máximo triunfador en ese entonces en la pelota criolla.
Jugadores con 400 jonrones
1-Orestes Kindelán Olivares: 487
2-Lázaro Junco Nenínger: 405
3-Omar Linares Izquierdo: 404
En la misma instalación, el 4 de febrero de 1979, también en el octavo acto, pero con un corredor a bordo, el recio toletero se había apuntado su primer vuelacercas ante el tirador santiaguero Orlando Figueredo.
Un lustro más tarde resultó el noveno jugador en redondear la centena de batazos de vuelta completa frente a un lanzamiento del capitalino Lázaro de la Torre Armenteros, el 27 de marzo de 1984.
Cuatro años después, el 10 de mayo de 1988, fue el séptimo en completar los 200 cuatriesquinazos a costa de Abigail Escalona, del elenco Mineros, con una conexión que encontró a un compañero en la ruta en el inning de apertura de un partido desarrollado en el «Mártires de Barbados».
Luego, el 27 de abril de 1991, Junco pasó a hacerle compañía a Muñoz como primer bateador derecho del grupo de los que llegaron a 300 jonrones, tras despachar con fuerza un envío del estelar José Ibar Medina, en el estadio «Victoria de Girón», en el quinto inning con dos matanceros en las almohadillas.
Curiosamente, los cuadrangulares número 100, 200 y 400, Junco los disparó un día 27. Precisamente esa misma cantidad fue la máxima cifra que logró en una temporada, la de 1992-1993.
Se extraña su nombre en la relación de los hombres que han despachado más de 30 bambinazos en una campaña, a pesar de acumular seis contiendas con 20 o más cuatriesquinazos. La razón es una: el rompecercas de la Atenas de Cuba nunca jugó una serie de 90 partidos, solo estuvo en dos de 75 choques.
Un año y dos días después de haber inscrito su nombre en el famoso club de los 400, el 29 de enero de 1997, a Junco se le sumó en la prestigiosa lista el hombre que a la postre le arrebataría el liderato histórico en este importante departamento: el santiaguero Orestes Kindelán, quien arribó a la fabulosa cifra al golpear bien un envío del relevista guantanamero Andrés Riveaux para sacar la Batos más allá de las cercas del jardín derecho del Van Troi, en un desafío donde las avispas picaron a los del Guaso, 9 carreras a 6.
Ya en el otoño de su brillante carrera se incorporó el tercer miembro del selecto club, el vueltabajero Omar Linares, quien completó las cuatro centenas de bambinazos el 10 de febrero de 2002 ante un serpentinero de nombre bien raro: Salatiel Fonseca, en un tope celebrado en el «Mártires de Barbados», donde su equipo se llevó la victoria, 13 a 5.
Si observamos la cantidad de cuadrangulares archivados por el Tambor Mayor no resulta descabellado pensar que de proponérselo tal vez hubiera sido el segundo pelotero cubano en redondear las 500 películas de cuatro esquinas, guarismo logrado por Rafael Palmeiro, autor de 569 batazos de esa de naturaleza en las llamadas Grandes Ligas. Otro cubano, José Canseco, largó 462 pelotas más allá de las cercas en las Ligas Mayores.
En una entrevista que le hiciera H. Romo Sigler para la revista La Calle del Medio, correspondiente al mes de abril de 2012, el Kinde expresó: «No quise continuar después del Mundial de Taipei, en el 2001. Me desmotivé. Conocía que me faltaban 13 jonrones. Mi último turno fue rolling al campo corto frente a Vladimir Hernández, de Villa Clara».