Emilio Correa: nuestro primer campeón olímpico y mundial

Correa fue el boxeador cubano más sobresaliente de la década de los 70 del pasado siglo, pues lo alcanzó todo en los principales torneos de la época: campeón centroamericano, panamericano, mundial y olímpico.

Compartir

Emilio Correa, boxeador cubano.
Emilio Correa, una leyenda del boxeo cubano. (Foto: Tomada de Internet)
Osvaldo Rojas Garay
Osvaldo Rojas Garay
103
16 Marzo 2024

El pasado lunes 11 de marzo partió físicamente hacia la eternidad Justo Emilio Correa Vaillant, un hombre que no fue un pugilista cualquiera entre los campeones olímpicos y mundiales que ha tenido el país en el boxeo aficionado.

Nacido el 20 de mayo de 1952, en Santiago de Cuba, Correa protagonizó dos páginas inéditas en el deporte cubano, después del triunfo de la Revolución. Fue el primero de nuestros atletas que llegó a poseer al unísono los títulos olímpicos y del orbe, por escaso tiempo delante del legendario peso supercompleto Teófilo Stevenson Lawrence.

En Múnich 1972, Cuba se agenció sus tres primeras medallas de oro, después de 68 años, cuando el esgrimista Ramón Fonst Santiago se proclamó monarca en la cita estival de 1904.

Emilio Correa Vaillant.
Emilio Correa Vaillant. (Foto: Tomada de Internet)

Orlandito Martínez (54 kg), Emilio Correa y Teófilo Stevenson fueron los criollos que se vistieron de oro en el cuadrilátero alemán. De los monarcas en esa olimpiada, Correa, el Gigante del central Delicias, el húngaro Gyorgy Gedo (48 kilos), el entonces soviético Boris Kusnetzov (57) y el yugoslavo Mate Parlov (81 kg) intervinieron dos años más tarde en el I Campeonato Mundial, efectuado en La Habana en 1974.

Gedo fue derrotado en su primera salida por Jorgito Hernández, Kusnetzov cayó, en la final, ante el escurridizo estadounidense Howard Davis. Entonces quedaron con la posibilidad de unir el oro mundial al olímpico: Correa, Parlov y Stevenson.

Por estar situado en una categoría inferior (67 kilos), el púgil de la Ciudad Héroe doblegó en la disputa del premio dorado al norteamericano Clinton Jackson, mientras Parlov y Teo lo igualaron después.

No tengo dudas de que el mejor boxeador que ha tenido nuestro Verde Caimán en los cuadriláteros aficionados es Teófilo Stevenson, pero en el primer quinquenio de la década de los 70 del pasado siglo, Emilio Correa fue, libra por libra, el púgil más sobresaliente, pues lo alcanzó todo en los principales torneos de la época; porque, aparte de las justas mencionadas, subió a lo más alto del podio en los Juegos Panamericanos Cali 1971 y los Juegos Centroamericanos y del Caribe Santo Domingo 1974.

Ese aval lo erigió también en el primer cubano en cualquier deporte en aunar todos esos premios al unísono. Lamentablemente, luego de los Juegos Panamericanos celebrados en Ciudad de México, en 1975, comenzó a mermar su calidad, allí quedó con bronce.

En la Olimpiada de Montreal 1976, sucumbió en su combate contra el venezolano Pedro Gamarro y en el Mundial de 1978 perdió ante el representante de la antigua República Federal de Alemania, Ernst Muller.

Ejemplo de vergüenza deportiva

Tras regresar con el trofeo correspondiente al lugar cimero del certamen del planeta, efectuado en Belgrado, en 1978, los boxeadores medallistas le entregaron las preseas a Fidel. Entonces Emilio Correa señaló: «Fidel, como yo no cogí medalla, lo que en estos momentos le puedo dar es un abrazo».

Después de materializarse el deseo de Correa, el mandatario cubano le dijo: «Sabemos lo que pasó, y sin el cabezazo ese, tú hubieras llegado hasta el oro». Seguidamente el jefe de la Revolución manifestó que traía tres medallas de oro y de inmediato se las dio a Jorge Hernández, Héctor Ramírez y Luis Felipe Martínez, quienes habían terminado como subtitulares en sus respectivas divisiones.

«Se las entrego —expresó Fidel— interpretando el sentimiento de la inmensa mayoría de nuestro pueblo, primero porque lucharon con valentía, con eficiencia, y además, porque, a mi juicio y a juicio de la inmensa mayoría del pueblo, ustedes ganaron sus combates».

Comentar