Club de Paracaidismo Villa Clara: entre el cielo y la tierra
Considerado un atractivo de los deportes aeronáuticos, el paracaidismo supone una disciplina no convencional, reconocida por el Comité Olímpico Internacional (COI) y regulada por la Federación Aeronáutica Internacional (FAI).
Al separarte del avión en caída libre se pueden desarrollar velocidades de 160 km/h hasta que abres el paracaídas.
Niurys Castillo Hernández
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08 Abril 2024
08 Abril 2024
hace 7 meses
Levitar sobre las nubes es un sueño que muchos tenemos de pequeños. Imaginarnos en el cielo aporta emociones extremas a la existencia de ciertos «locos» apegados a los riegos de altura.
La búsqueda de sus videos muestra una mezcla de saltos al crepúsculo y helicópteros iniciando el descenso. Observamos giros y formaciones en esquemas múltiples. Visualizamos el lanzamiento de sus cuerpos al espacio celestial.
El cronómetro indica el kilómetro justo a la entrega al vacío. En segundos, maniobran y abren las alas.
Considerado un atractivo de los deportes aeronáuticos, el paracaidismo supone una disciplina no convencional, reconocida por el Comité Olímpico Internacional (COI) y regulada por la Federación Aeronáutica Internacional (FAI). Sus modalidades recurren a la técnica del salto realizada desde un avión, helicóptero o globo aerostático a una altura oscilante entre los 1000 y los 3000 metros.
En Cuba, la historia de los deportes aéreos se remonta a la creación de la Sociedad de Educación Patriótico Militar (SEPMI), organización que agrupó a los paracaidistas deportivos hasta 1990.
Tras el inicio del período especial, la disciplina recesó hasta 1994, cuando el Club de Aviación de Cuba (CAC) retomó las prácticas aéreas, mediante la creación de las federaciones aeronáuticas provinciales. Una de las agrupaciones nacientes, en medio de la crisis, fue el Club de Paracaidismo Villa Clara, hombres cuyo amor a los cielos forma parte esencial de su ADN.
Un club en las nubes
«Antiguamente, los niños practicaban motocross, karting y hasta saltos en paracaídas. Aquello era una maravilla. Fui uno de los últimos muchachos que pudieron disfrutar de eso», afirma Jorge Sosa Palmero, fundador del primer Club de Paracaidismo en Villa Clara y atleta con más de 30 años de experiencia.
«Luego de muchas carreras comencé a saltar. En medio del período especial logramos hacer un club para Villa Clara. Tenía 17 años, pero fui el loco que potenció todo aquello», detalla el paracaidista que sobrevoló, en septiembre de 2021, la Plaza Ernesto Che Guevara, con la insignia nacional colgando en el arnés.
La preparación de los saltos requiere de un estudio profundo de las variables del tiempo, primeros auxilios y aviación. La técnica especializada contiene dos paracaídas (uno principal y uno de reserva), ubicados dentro de uno o dos contenedores, cosidos al arnés, con un sistema de apertura automática de emergencia.
«Villa Clara es una provincia con una hermosa tradición en el paracaidismo —expresa Tadanori Acosta Ortega, actual vicepresidente del Club de Paracaidismo Villa Clara— desde los años 80; la presencia de los maestros e instructores de la Base Aérea de Santa Clara tiene un papel decisivo en la formación y desarrollo de grandes paracaidistas. Tanto es así, que no podemos dejar de mencionar a dos de los fundadores y grandes exponentes de este deporte en la provincia: el maestro Teodoro Jonson Parada y Silvio Veloz Consuegra, padre y formador de las generaciones integradas por Roberto Alba Rodríguez, Eliécer Espinola Loro, Juan Miguel García Mora, Yaroslack Veloz Linares, Onan Turiño, Gabriel Cuéllar, Yosvany Manuel Pérez, Jorge Sosa Palmero, Yoan Orias Moya, Erick Ramos Quintana y muchos que aún están activos».
La carencia de aviones y la escasa aglutinación de los paracaidistas villaclareños provocaron una etapa de inactividad en los saltos. Sin embargo, el 10 de marzo del 2022, el Club de Paracaidismo Villa Clara renovó sus votos al aire, con 22 integrantes y 55 asociados (13 paracaidistas, 35 estudiantes con menos de 25 saltos y 7 aspirantes a nuevo ingreso).
«No se trata de un deporte de masividad. Es un deporte de alto riesgo que requiere de mucha preparación, disciplina y consagración. El paracaidismo pasa al torrente sanguíneo como un virus y difícilmente logras apartarte de él», revela Acosta Ortega al referirse a la mayor de sus pasiones.
Actualmente, el equipo Villa Clara cuenta con cinco atletas, cuya participación engloba dos eventos nacionales (La Copa 13 de Agosto en Baracoa, Guantánamo en 2023, y el Campeonato Nacional de Paracaidismo, en Varadero 2023) y varios saltos de exhibición en municipios de Caibarién y Santa Clara.
Hombres de extremos, pero sin límites
«Siempre me apasioné con la aviación, a tal punto que mi primera opción profesional fue piloto, pero en aquel período no existía la carrera», apunta Alexey Pineda Moya, miembro del equipo Villa Clara de las alturas. «Entonces me hice médico. Al graduarme, mi segundo puesto de trabajo lo ocupé en la Base Aérea de Santa Clara. Ahí, luego de molestar a muchos, logré realizar mi primer salto y no paré hasta llegar a los 168.
«Cuando realizo un salto, lo que más disfruto es la caída libre, el momento en que aún no he abierto el paracaídas. La sensación para mí, y pienso que para el resto de los paracaidistas, es indescriptible. La adrenalina, la emoción, y hasta el orgullo de ver y sentir lo que tu propio cuerpo logra al estar en esta experiencia, no hay forma de poder contarla», precisa.
«Entre los saltos más complejos que he realizado está mi primer salto nocturno. Fue la noche más oscura que recuerdo en mi vida. La linterna con la que saltamos se me apagó casi al aterrizar. Todo se volvió realmente complejo. No se veía el suelo debido a la cantidad de nubes. La impresión es imborrable», recuerda Pineda Moya.
El aeromodelismo, el vuelo libre, los paramotores y el paracaidismo marcaron la ruta competitiva en las actividades del III Festival Aerodeportivo de Varadero 2023.
«Varadero fue mi segunda competición de precisión con todos los paracaidistas de Cuba, esos de los que se aprende y se sacan experiencias acerca de la actividad. Aunque salí lesionado, al verlos hacer lo que mejor saben, no me quedan dudas de que seguiré volando un vez que me recupere», afirma el doctor Pineda, aún en proceso de rehabilitación.
A sus 46 primaveras Jorge Sosa reclama al tiempo otras tres décadas para vivir sobre las nubes: «Lo más difícil que he hecho como paracaidista es saltar con mi hijo. De las modalidades que se practican en nuestro país, las hago todas; desde el salto tándem, que es el más difícil, hasta un salto con un paracaídas redondo de la II Guerra Mundial.
«Lo único que siento cuando vengo tendido de las cuerdas es que puedo observar el mundo para ayudar a las personas. Para mí el paracaidismo es lo máximo. Lo más difícil de todo será el día que no lo pueda volver hacer. Yo no sé vivir si no es colgado de una campana y unas cuerdas», asegura Sosa Palmero.