La unidad antimperialista es la táctica y estrategia de la victoria

Intervención de Miguel Dí­az-Canel Bermúdez, presidente de la República de Cuba, a través de videoconferencia, en el Encuentro de Lí­deres a 30 años de creado el Foro de Sao Paulo, el 28 de julio de 2020, «Año 62 de la Revolución».

Dí­az-Canel: «Seguiremos junto al Foro de Sí£o Paulo contribuyendo a la unidad e integración de América Latina y el Caribe»

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Miguel Díaz-Canel en el Encuentro de Líderes del Foro de Sao Paulo
Intervención de Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Presidente de la República de Cuba, a través de videoconferencia, en el Encuentro de Líderes a 30 años de creado el Foro de Sao Paulo. (Foto: Estudios Revolución)
Miguel Dí­az-Canel Bermúdez
1998
29 Julio 2020

Intervención de Miguel Dí­az-Canel Bermúdez, presidente de la República de Cuba, a través de videoconferencia, en el Encuentro de Lí­deres a 30 años de creado el Foro de Sao Paulo, el 28 de julio de 2020, «Año 62 de la Revolución ».

(Versiones Taquigráficas - Presidencia de la República)

Queridos Nicolás, Daniel, Rosario y Mónica;

Hermanos y hermanas de las fuerzas polí­ticas que con interés siguen esta videoconferencia:

Me acompañan el compañero José Ramón Machado Ventura, Segundo Secretario del Comité Central de nuestro Partido, y el compañero Bruno Rodrí­guez, canciller de la República de Cuba y miembro de nuestro Buró Polí­tico.

Gracias, Daniel, por sus palabras; gracias, Maduro, por sus palabras, por el libro y por el hermoso video sobre Chávez.

Hace 30 años, los agoreros de la desesperanza, los entusiastas del mercado, los voceros del pensamiento único, le hicieron creer al mundo que habí­a terminado la historia.

Y aquí­ estamos los insumisos defensores de la esperanza y de otro mundo posible celebrando 30 años de un abrazo que ya es historia.

Celebramos hoy el aniversario 30 del Foro de Sao Paulo, idea nacida del genio polí­tico de Fidel y de un protagonista excepcional de esta proeza unitaria: el hermano Lula, expresidente y lí­der de la izquierda brasileña y latinoamericana.

Cuando se desintegraron la Unión Soviética y el campo socialista de Europa del Este y sus sepultureros se empeñaron en enterrar las ideas libertarias de la izquierda en este lado del mundo, la creación del Foro de Sao Paulo fue como un golpe de timón al barco que parecí­a irse a la deriva.

Las fuerzas polí­ticas revolucionarias, progresistas y democráticas de América Latina y el Caribe confluyeron en este espacio de legí­tima concertación y construcción de la unidad de la izquierda por la emancipación e integración de nuestros pueblos contra la Doctrina Monroe y sus aliados en el continente.

La marcha de la historia no pudo ser detenida. Los ideales socialistas reverdecieron en el traspatio del imperio con personalidad y fuerza propias, y hoy es justo reconocer al compañero Lula y a los dirigentes del Partido de los Trabajadores de Brasil por su desempeño al frente de la Secretarí­a Ejecutiva del Foro de Sao Paulo.

Esta celebración también nos permite agradecer el apoyo permanente del Foro de Sao Paulo al pueblo cubano y en especial la campaña de solidaridad por el levantamiento del bloqueo contra Cuba que desplegaron este año.

Coincide este encuentro virtual con el 66 cumpleaños de un entrañable amigo de Cuba, a quien Fidel calificó el mejor amigo de Cuba y de todos los pueblos que luchan, el Comandante Hugo Rafael Chávez Frí­as, quien en el Foro de Sao Paulo en 2012 nos convidó a poner «sin temor la piedra fundamental de la liberación sudamericana, latinoamericana, caribeña y mundial ».

El ejemplo invencible de Chávez nos convoca ahora a continuar la lucha, con firmeza y optimismo, convencidos de que no hay obstáculos, por difí­ciles que parezcan, que nuestros pueblos unidos no puedan vencer, como lo prueban hoy Venezuela, Nicaragua y Cuba.

«Médicos y no bombas », dijo Fidel un dí­a, respondiendo a la ridí­cula pretensión imperial de someter a los pueblos con guerras y amenazas de intervención contra 60 o más «oscuros rincones del mundo ».

Y hoy estamos asistiendo a la confirmación de sus palabras, en medio del más complejo drama humano del planeta en tiempo real.

Ni las más poderosas y sofisticadas armas han podido acabar con la pandemia del nuevo coronavirus. Por el contrario, ahora se ha hecho más visible y aterradora la real y antihumana esencia del capital, con la exaltación del mercado y su auge descontrolado bajo las reglas despiadadas del neoliberalismo: gobiernos que asisten impotentes al colapso de sus sistemas de salud, incapaces de salvar millones de vidas, incluso aquellas que se creí­an fuera de riesgo en el poderoso imperio del norte revuelto y brutal que nos desprecia.

La región de las Américas es hoy el triste epicentro de la pandemia. Las polí­ticas neoliberales de muchos gobiernos, empeñados en salvar el mercado por encima de las vidas humanas, impiden pronosticar el momento en que será posible un control definitivo de la enfermedad. La expansión del virus es un hecho, si tenemos en cuenta que el primer millón de casos demoró 96 dí­as en alcanzarse, y el último solo 16. Los paradigmas neoliberales han caí­do en absoluto descrédito. Quiéranlo o no, acéptenlo o no sus creyentes seguidores, la historia de su experimento económico está por terminar, o se comprometerá aún más la existencia humana.

Frente a la indiscutible emergencia que ha planteado la pandemia para todos, el Gobierno de los Estados Unidos no ha detenido sus planes hegemónicos para la región, ha reactivado la Doctrina Monroe y el macartismo, ha intensificado la injerencia junto con la amenaza del uso de la fuerza y la promoción de la judicialización de la polí­tica contra lí­deres y organizaciones de izquierda y progresistas.

Mientras miles mueren cada dí­a en territorio del imperio, los actuales inquilinos de la Casa Blanca mantienen presión permanente sobre los gobiernos que no les son afines, y reciben el apoyo de los lacayos regionales que operan a favor de sus intereses.

En ese despreciable panorama sobresalen las acciones injerencistas y violatorias del Derecho Internacional que el imperialismo emprende contra la República Bolivariana de Venezuela, las cuales condenamos y rechazamos con la misma vehemencia con que ratificamos nuestra solidaridad con el legí­timo y hermano presidente Nicolás Maduro Moros y la unidad cí­vico militar que sostiene la soberaní­a del paí­s.

Reafirmamos también nuestra solidaridad con el Gobierno y pueblo sandinistas, liderados por el Comandante Daniel Ortega, y rechazamos las medidas coercitivas unilaterales que atentan contra la paz, el bienestar, la justicia y el desarrollo del pueblo nicaragí¼ense.

Ratificamos, una vez más, nuestro más estricto apego a la Proclama de la América Latina y el Caribe como Zona de Paz, firmada por los jefes de Estado y de Gobierno latinoamericanos y caribeños en enero de 2014 en La Habana, y reiteramos nuestro inquebrantable compromiso con la erradicación del colonialismo hasta saldar la deuda con los pueblos que aún viven bajo el estatus colonial.

Queridos hermanos:

Hablo en nombre de la Cuba soberana, revolucionaria y solidaria, que jamás se dejará someter ni por la seducción ni por la fuerza: la patria de Martí­, de Fidel y de Raúl.

Hablo en nombre de un pueblo heroico y noble que hace 60 años resiste el más cruel y genocida de los bloqueos, un cerco económico, comercial y financiero de la mayor potencia mundial, recrudecido en medio del enfrentamiento a la pandemia con una persecución implacable y enfermiza que no ha renunciado al plan de rendirnos por hambre y necesidades.

Bajo la dirección del Partido, el Gobierno de nuestra pequeña y bloqueada nación, junto a las organizaciones polí­ticas, de masas y sociales y su pueblo, ha controlado y está venciendo, sin excesos de confianza, la COVID-19.

Esa victoria, que incluye nuestro compromiso de hacerla sostenible en el tiempo, es el fruto de la voluntad de un Estado socialista que tiene al ser humano en el centro de sus polí­ticas, con un sistema de salud gratuito y universal y la inteligencia coordinada y consagrada de los profesionales y trabajadores de la Salud, de las ciencias y de la industria biotecnológica y farmacéutica.

Después de más de cuatro meses de enfrentamiento activo a la pandemia, en Cuba lamentamos la pérdida de 87 vidas por esa causa, pero nos consuela y anima que no falleció ningún niño, ninguna embarazada, ningún médico y ningún trabajador de la Salud.

Se obtuvieron indiscutibles éxitos gracias a la acción coordinada de nuestro Sistema de Salud y la red de instituciones cientí­ficas del paí­s, integrando la experiencia acumulada de 60 años de ciencia y medicina revolucionaria, con las medidas adoptadas por el Gobierno.

Para la etapa pos-covid-19 se aprobó una estrategia que debe permitirnos el regreso de manera gradual, escalonada y asimétrica a la nueva normalidad de las actividades productivas y sociales.

El Buró Polí­tico del Partido, en reunión presidida por su Primer Secretario, el General de Ejército Raúl Castro Ruz, aprobó la Estrategia Económica para enfrentar los efectos negativos de la pandemia, recuperarnos y alcanzar niveles adecuados de desarrollo y bienestar de todo nuestro pueblo, sin dejar a ningún ciudadano abandonado a su suerte.

Como expresé recientemente, esos resultados parecen haber incomodado mucho a nuestros adversarios. La agresividad del Gobierno de los Estados Unidos contra la isla crece, como crecen sus planes de subversión polí­tica e ideológica con acciones orientadas a desprestigiar a los dirigentes cubanos y la labor de nuestro Gobierno, en paralelo con los permanentes intentos por crear un estallido social y de promover tendencias opositoras dentro de nuestras instituciones.

Estamos enfrentando planes muy bien diseñados y fuertemente financiados, para actuar con ferocidad e impunidad inéditas en las múltiples plataformas que componen el complejo escenario mediático contemporáneo. No nos sorprende. No son diferentes las estrategias de manipulación, tergiversación de la realidad y engaño que se emplean cotidianamente para confundir y desmovilizar a los luchadores sociales y a los pueblos de nuestra región.

Pero somos un pueblo de la estirpe de Fidel, que eliminó muy pronto en el tiempo la palabra rendición de su diccionario polí­tico.

Conocemos y enfrentamos al enemigo declarado y agresivo, sin perder la brújula de nuestras prioridades polí­ticas y sociales, sin alejarnos ni un milí­metro de la vocación solidaria, cultivada por Fidel y la Revolución, con la ayuda a otros pueblos hermanos que, como dijera el Che, reclaman el concurso de nuestros modestos esfuerzos.

Suman ya 45 las brigadas del contingente contra desastres naturales y graves epidemias Henry Reeve, que brindan colaboración en 38 paí­ses y territorios, con 3 772 integrantes de ellos 2 399 mujeres, que han atendido más de 250 000 pacientes de la covid-19, y salvado más de 8 000 vidas. Además de los 28 000 colaboradores de la Salud que en 58 paí­ses se han incorporado a los esfuerzos nacionales y locales en el combate a esta enfermedad y han atendido a su vez más de 83 268 pacientes de la covid-19 y salvado 13 636 vidas hasta el momento.

El altruismo de nuestros profesionales de la Salud molesta al imperio que, en lugar de atender la grave situación de sus ciudadanos contagiados, desata una campaña de descrédito contra la colaboración médica cubana.

Esa inútil guerra no va a poder destruir o enterrar en el olvido la obra humana a favor de la vida que desarrollan nuestros profesionales y que despierta la admiración y el reconocimiento de millones de personas agradecidas en todo el mundo, razón por la que tantos en el planeta impulsan el movimiento a favor de la entrega del Premio Nobel de la Paz al contingente Henry Reeve.

Es de destacar en esta batalla la colaboración hermanada entre la Revolución Bolivariana de Venezuela, la Revolución Sandinista de Nicaragua y la Revolución Cubana, tres revoluciones con gobiernos dedicados por entero a salvar vidas y dar bienestar a sus respectivos pueblos; tres revoluciones que, frente a la arremetida brutal del imperio y la derecha neoliberal aliada del continente, han sabido con integración y firmeza defenderse y preservar, en muy difí­ciles condiciones, la independencia, la soberaní­a y la dignidad de la patria de Bolí­var y Chávez, de Sandino y Carlos Fonseca, de Martí­ y de Fidel.

Se confirma con esta experiencia que solo la cooperación y la solidaridad internacional salvarán a la humanidad de esta crisis inédita en la historia del mundo.

El preámbulo del “Consenso de Nuestra América”, documento surgido de la experiencia de lucha del Foro de Sao Paulo, está dedicado al lí­der de la Revolución Cubana y señala: «Entre los inconmensurables ejemplos que Fidel dejó como herencia a los revolucionarios de América Latina y el Caribe, destacan dos que han sido determinantes en las luchas de nuestros pueblos, nuestros partidos y movimientos. Estos son la unidad y el internacionalismo consecuente ».

Fieles a su legado, y ante la realidad desafiante que vivimos, el pueblo cubano continúa la construcción del socialismo próspero y sostenible, con la premisa de lo planteado por el General de Ejército Raúl Castro Ruz: «La permanente enseñanza de Fidel es que sí­ se puede, que el hombre es capaz de sobreponerse a las más duras condiciones si no desfallece su voluntad de vencer, hace una evaluación correcta de cada situación y no renuncia a sus justos y nobles principios ».

Queridos hermanos:

Desde Cuba continuaremos el camino independiente y soberano, con el pueblo como su principal protagonista. No habrá pandemias, ni bloqueos, ni presiones imperiales que cambien nuestro rumbo.

A las fuerzas polí­ticas que integran el Foro de Sao Paulo, les convocamos a movilizarse unidas para enfrentar los nuevos desafí­os, junto a los movimientos sociales y populares y a los intelectuales de izquierda.

La real y definitiva independencia de Nuestra América depende del carácter, la fuerza y la razón de nuestras luchas actuales.

Seguiremos junto al Foro de Sao Paulo contribuyendo a la unidad e integración de América Latina y del Caribe.

La historia la hacen los pueblos, aunque la escriban otros. No hay imperio que pueda decretar su fin mientras existan cadenas por romper, muros por derribar, exclusiones y abusos que combatir.

Por la vida y la independencia de nuestros pueblos; por el legado de nuestros fundadores, que nos enseñaron que aun en las más difí­ciles condiciones siempre se pudo, siempre se puede y siempre se podrá; por las nuevas generaciones continuadoras que explicaba Maduro; por la unidad antimperialista que es la táctica y estrategia de la victoria: ¡Lucharemos, viviremos y venceremos! (Aplausos).

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