Intervención de Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y presidente de la República, en la XII Cumbre Extraordinaria del ALBA-TCP, desde el Palacio de la Revolución, el 3 de febrero de 2025, «Año 67 de la Revolución».
(Versiones Taquigráficas - Presidencia de la República)
Querido Nicolás, Presidente de la República Bolivariana de Venezuela;
Querido Luis Arce, Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia;
Queridos Daniel Ortega y Rosario Murillo, Presidente y Copresidenta de la República de Nicaragua, respectivamente;
Querido Roosevelt Skerrit, Primer Ministro de la Mancomunidad de Dominica;
Querido Primer Ministro Ralph Gonsalves, de San Vicente y las Granadinas, y querido Primer Ministro Philip Pierre, de Santa Lucía;
Queridos hermanos, Jefes de Estado y de Gobierno, y demás representantes de nuestra Alianza Bolivariana y de la hermana República de Honduras, representada por la querida presidenta Xiomara Castro:
Creo que la iniciativa de la Secretaría del ALBA de propiciar esta reunión de trabajo es muy útil para actualizar nuestras prioridades e intercambiar sobre los actuales y futuros desafíos en nuestra región.
Como conocen, apenas horas después de su toma de posesión, el Presidente del Gobierno de los Estados Unidos reincorporó a Cuba a la arbitraria lista de Estados que supuestamente patrocinan el terrorismo, sin evidencia, sin justificación o respeto alguno por la verdad.
Lo hicieron el primer día, porque muy pronto se habría demostrado el alivio que para los cubanos significa la exclusión de ese listado que multiplicó el cerco contra Cuba.
Y nosotros queremos aprovechar esta ocasión para agradecer las gestiones y el reclamo para la salida de Cuba de esa lista con que los miembros de esta Alianza nos han acompañado. Es algo que el Gobierno anterior de los Estados Unidos tuvo que reconocer, como también ese Gobierno reconoció pública, aunque muy tardíamente, que no había razón ni argumento alguno para mantener a nuestro país en la fraudulenta y espuria lista.
Pero nosotros tenemos que tomar en cuenta que el tema no es solo Cuba, toda la región de América Latina y el Caribe está bajo amenaza, y solo con unidad se puede enfrentar la articulación de la contraofensiva imperialista y oligárquica que sostiene esa amenaza.
Es imposible para nosotros olvidar los episodios injerencistas que hace solo unos años protagonizaron en nuestra Zona de Paz, combinando planes tan delirantes como peligrosos.
Hoy ese Gobierno de los Estados Unidos pretende definir las opciones para los países de la región, que son: o someternos o ser objeto de agresión.
Y desde el primer día, como hemos visto, la nueva administración estadounidense manifiesta un desprecio total por los pueblos latinoamericanos y caribeños y sus instituciones, con una utilización grosera de la mentira y la manipulación.
Se utilizan calificativos racistas, estereotipos y generalizaciones que etiquetan como criminales a millones de inocentes por ser latinoamericanos y caribeños, y el Gobierno estadounidense amenaza e intenta legitimar la imposición de medidas coercitivas unilaterales y otras decisiones sin respeto al ordenamiento de los demás países.
Nosotros creemos que, ante este escenario, nos corresponde discernir bien entre la retórica y la desesperación de esos actores por conseguir objetivos a corto plazo.
Hace apenas unas horas se habló sobre estos temas aquí en La Habana, en un evento mundial dedicado a José Martí y al equilibrio del mundo. Al Apóstol de nuestra independencia nosotros le debemos una reflexión crucial sobre cómo actuar frente a estos desafíos. Y quiero tomar tres frases de un texto publicado en Patria:
«Ni pueblos ni hombres respetan a quien no se hace respetar».
«Hombres y pueblos van por este mundo hincando el dedo en la carne ajena a ver si es blanda o si resiste, y hay que poner la carne dura, de modo que eche afuera los dedos atrevidos».
«...muestran los cubanos que, a la hora de la bofetada, no hay entre nosotros más que una mejilla.—Todos resistamos aquello de que hemos de padecer todos».
Creo que no sobra añadir que, con la Revolución y la guía de Fidel, Cuba hizo suyo todo el ideario martiano, que es una fuente nutricia de la dignidad, la solidaridad y el antimperialismo.
No nos podemos dejar provocar por el nuevo Gobierno de los Estados Unidos ni andaremos al paso que ellos quieren imponer. Nos vamos a mantener serenos, analizando cada acción y respondiendo cuando haya que hacerlo, con la valentía y el arrojo con que siempre lo hicieron nuestros líderes, Fidel Castro, Hugo Chávez y Raúl Castro.
Sin ninguna duda, en el escenario político y geoestratégico actual se van a exacerbar los abundantes y muy diversos factores irritantes entre los Estados Unidos y Nuestra América.
Ya no se trata de una especulación. El propio Gobierno imperialista ha declarado públicamente su amenaza a la integridad territorial de las naciones, tal como puede verificarse en sus referencias al Canal de Panamá y los pasos dados para reescribir la geografía regional.
En fin, que se podrían acentuar las divisiones y las diferencias.
No es la primera vez. Recordemos que cuando el primer mandato de Trump las estructuras regionales quedaron polarizadas o semiparalizadas y se estimuló a un grupo de países para que fundaran otras estructuras en la región, con el pretexto de que debían desaparecer las de supuesta orientación ideológica.
No olvidemos, y por aquí tengo algunos apuntes, qué hizo la otra administración con relación al tema migratorio. Esa administración de Donald Trump entre el 2017 y el 2021 fue la que defendió la construcción del muro en la frontera de México; fue la que planteó una política de tolerancia cero y separación de la familia, lo que provocó la separación de miles de niños migrantes de sus padres en la frontera; fue la que provocó la restricción de asilo y los programas de protección.
Recuerden aquel programa de Permanecer en México, que obligaba a los solicitantes de asilo a esperar en México mientras se procesaban sus casos; también redujo el número de refugiados admitidos en Estados Unidos, estableciendo límites históricamente bajos.
Y Trump en aquel momento intentó eliminar el programa DACA, o sea, el de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, que protege de la deportación a jóvenes indocumentados que llegaron a Estados Unidos siendo niños; pero, bueno, esta fue una decisión bloqueada por los tribunales.
Pero fue una política hacia la migración totalmente antinmigrante, con un discurso crítico hacia los migrantes, describiéndolos en ocasiones como una amenaza para la seguridad y el empleo de los estadounidenses. Esto provocó muchas críticas a esa política, que fue un enfoque totalmente nacionalista y muy alineado con su famosa promesa de poner a Estados Unidos primero.
Cuba, en todo este orden de cosas, aspira a una migración ordenada, segura, regular y, además, respetuosa con los derechos humanos.
Cuba defiende también la preservación de la CELAC como el espacio legítimo de diálogo y concertación política de los 33 países de la región y mantener sus principios, que es ahora muy necesario.
En el marco del ALBA-TCP la prioridad sería fortalecer una agenda económica basada en la complementariedad, que aproveche todas las potencialidades de cada país.
Refiriéndome a otros asuntos con relación a la migración, quisiéramos reiterar nuestros puntos de vista:
Para Cuba resultan inaceptables la deportación violenta e indiscriminada de migrantes en los Estados Unidos, las detenciones arbitrarias y otras violaciones de los derechos humanos, medidas que, además, se emplean como armas de presión política y chantaje contra los pueblos de Nuestra América.
El establecimiento de un centro de detención en la Base Naval norteamericana en Guantánamo, en el que se pretende encarcelar decenas de miles de personas, constituye un acto barbárico. Es además una amenaza a la seguridad nacional de Cuba y de la subregión. Se trata de un enclave militar que ocupa una porción del territorio cubano en contra de la voluntad de nuestro pueblo y de nuestra nación. Alberga, además, un centro de detención y tortura que ha sido condenado por la comunidad internacional en múltiples ocasiones.
La construcción de una perspectiva migratoria de paz, entendimiento y colaboración, sin politización, es un asunto que requiere de nuestro esfuerzo colectivo y mancomunado.
Las deportaciones de migrantes deben realizarse en el marco de acuerdos bilaterales o multilaterales, que salvaguarden la soberanía de cada país y el principio de no intervención en los asuntos internos.
La mayor parte de los migrantes que se encuentran en territorio estadounidense llegaron allí atraídos por su desarrollo económico y para satisfacer necesidades básicas que las economías de sus países no son capaces de proveer, muchas veces como consecuencia, como explicaba Maduro, de las propias políticas económicas y comerciales promovidas por los Estados Unidos.
En el caso particular de Cuba es ampliamente conocida la política del Gobierno norteamericano de ofrecer un tratamiento privilegiado al migrante cubano, con independencia de la vía por la que llegue a ese país, a lo que se agrega el impacto del bloqueo económico y la política de máxima presión, concebidas para deprimir el nivel de vida de los cubanos que viven en su patria.
Los migrantes y los flujos migratorios no son un problema, sino un fenómeno de nuestros tiempos, una expresión de los desafíos del sistema internacional y del injusto orden económico imperante.
La paralización de las ayudas oficiales es una demostración del egoísmo y la política discriminatoria que aplicarán los Estados Unidos.
Las tempranas órdenes ejecutivas del presidente Trump, como la retirada del Acuerdo de París, así como la declaración de una emergencia energética nacional y la «liberación de la energía» de ese país, repercutirán de manera muy negativa en los esfuerzos globales para combatir el cambio climático y la crisis ambiental general del planeta.
Ante el reto que se impone a la cooperación internacional, hoy más que nunca se deben fortalecer las respuestas provenientes desde el Sur. En ese sentido, la capacidad de concertación regional será vital para exigir lo que por derecho nos pertenece, y creo que sobre estas cosas debíamos llegar a determinados acuerdos en esta reunión.
Hermanos:
El concepto de «la unidad en la diversidad» resaltado por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, como distintivo de la CELAC y otros mecanismos de integración, cobra mayor vigencia ante los crecientes intentos de dividirnos y hacernos retroceder en la concertación ya alcanzada en temas de prioridad para nuestras naciones.
A la contraofensiva imperialista respondamos con la unidad y la globalización de la solidaridad, con la promoción de la integración, la cooperación y el diálogo.
La Agenda Estratégica 2030 de nuestra Alianza, aprobada por los Jefes de Estado y de Gobierno, el 24 de abril de 2024, durante la celebración de la Vigesimotercera Cumbre en Caracas, es expresión del trabajo y el esfuerzo de esta pequeña comunidad de naciones y la brújula que nos debe guiar para el logro de nuevos resultados.
Encomiamos las iniciativas que ha estado impulsando la Alianza en consecución de la Agenda Estratégica.
Apoyamos la iniciativa AgroAlba, en la que se avanzó con la firma de un Acuerdo Marco en la Vigesimocuarta Cumbre del ALBA-TCP, el 14 de diciembre de 2024, en Caracas. Ahora corresponde trabajar en el ámbito bilateral, para establecer modalidades que contribuyan a incrementar la producción de alimentos y a garantizar nuestra seguridad alimentaria y nutricional.
Creo que si nos ubicamos en las problemáticas actuales de nuestras naciones, es importante en el AgroAlba incluir los elementos de las tecnologías de la agroecología para la producción de alimentos.
Cuba hizo también su contribución al estudio del SELA, encargado por el Banco del ALBA y la Secretaría Ejecutiva de la Alianza, que, una vez concluido, va a permitir identificar nichos de producciones nacionales que faciliten el objetivo de potenciar el comercio entre nuestros pueblos y favorecer la necesaria complementariedad económica.
Para lograrlo, resultará esencial establecer rutas de comunicación marítimas y aéreas que mejoren la conexión entre los países comprometidos.
En lo que respecta a la Inteligencia Artificial, quiero reiterar que a partir de algunos puntos que tengo anotados, es algo que, como tecnología transformadora, puede ayudarnos a los países del Sur, a los países de nuestra Alianza a lograr resultados positivos si lo trabajamos de una manera coordinada. Hay aspectos positivos en el uso de la Inteligencia Artificial con repercusión en los avances de la medicina, en la eficiencia y en la productividad, en la innovación en los servicios, en la contribución a la sostenibilidad y en el acceso a la educación y el conocimiento.
Pero también el uso de la Inteligencia Artificial tiene desafíos y preocupaciones, como es el tema de la ética y la privacidad, los sesgos y discriminación, el impacto en el empleo, la falta de transparencia y los riesgos existenciales.
Nosotros en nuestro país hemos aprobado una Estrategia de Desarrollo de la Inteligencia Artificial que se basa en la ética y es coherente con nuestros principios, y también tenemos un sistema de trabajo para apoyar esta estrategia.
Contamos con capital humano preparado y, aunque no poseemos una potente infraestructura, ya tenemos proyectos en algunos centros de investigación cuyas buenas prácticas y experiencias debemos multiplicar.
Hemos desarrollado proyectos en capacitación y educación, en salud, en la agricultura.
Hemos establecido algunas alianzas con países y organizaciones internacionales en materia de colaboración y, por supuesto, tenemos las limitaciones que tienen que ver con la infraestructura en las condiciones de bloqueo.
El anuncio por parte de Venezuela en la Cumbre celebrada el pasado mes de diciembre, sobre la creación de un centro a tal efecto en Caracas, puede ser un factor de impulso para el urgente trabajo que en conjunto debemos y podemos desplegar en esta importante esfera que tanto puede contribuir al desarrollo al que aspiramos.
En fin, creemos que si esta Alternativa, nacida de la bolivariana premisa de la integración que nos salvará, continúa avanzando con mayor unidad, con más dinamismo, con más concertación y más deseos de potenciar e incluso rescatar algunos de los proyectos que otrora tuvieron un alto impacto en nuestros pueblos, si nada ni nadie consigue desviarnos de nuestros objetivos, nada ni nadie podrá impedirnos realizar los sueños a los que tantas generaciones entregaron sus energías y hasta sus vidas. Ese es el compromiso, Maduro, de Cuba con nuestra Alianza, con los pueblos que integran nuestra Alianza y, por supuesto, junto a todos estaremos luchando.
¡Hasta la Victoria Siempre!
Muchas gracias.