La luz que habita en los puentes de Santa Clara

¿Cuántas historias puede atesorar un puente? ¿Cuántos pasos de transeúntes cargados de planes, esperanzas, dudas, decepciones, tristezas, tropiezos o logros lo cruzan a diario? ¿Quiénes se detendrán tan sólo por unos instantes a detallar, admirar e, incluso, escuchar lo que pueda decir, revelar, advertir, aconsejar… un puente?

Decenas de preguntas y reflexiones se agolpan en la mente al observar la exposición personal Puentes de luz para Santa Clara, de Yunia Fleites, fotógrafa, artista popular, investigadora y promotora cultural, abierta en la sala expositiva de la Biblioteca Provincial Martí en el marco del aniversario 334 de la fundación de la ciudad.

Una decena de instantáneas nos redescubren tan importantes vías aéreas que nos ayudan e invitan a pasar por encima de los afluentes que atraviesan la ciudad. Pequeños espacios que cruzamos cotidianamente sin apenas notar nuestros pasos sobre ellos, y que encierran en sí belleza, misterio y dolor casi enigmático. 

Yunia, a través de su mirada, nos incita a detenernos y observarlos, al menos por unos minutos. Hallar en cada uno ese extraño enigma que han adquirido al paso del tiempo, con sus luces y sombras, colores y penumbras, belleza y fealdad. No se necesita ser eminentemente santaclareño para admirarlos, apreciarlos y cuidarlos; basta con tener una mínima sensibilidad hacia estos espacios citadinos, que también sufren el deterioro natural, así como la desidia, el abandono, el vandalismo y el olvido de los humanos.

Y bajo esa visión nos acercamos a los puentes Isabel II y de la Cruz, en Carretera a Camajuaní, sobre el río Cubanicay; el de Conyedo, en Carretera a Sagua —ubicado en el punto en que se unen el Cubanicay y el Bélico, en Avenida Eduardo Chibás—; el de Buen Viaje, también sobre el Cubanicay;  los puentes de Martí y Toscano, y el de la calle Independencia —antigua Santa Elena—, este último visto desde el puente Martí y Toscano, ambos construidos sobre el río Bélico.

También, el lente de la artista nos muestra su visión de los puentes El Gallego y el de la calle Marta Abreu (antigua Calvario), encima del Bélico; sobre este mismo afluente, el de la calle Tristá (antigua Santa Clara), el de Dobarganes (calle Juan Bruno Zayas), el de la Avenida Sandino, sobre el río Cubanicay, y el puente de la Carretera Central, entre Candelaria y San Miguel, en el Bélico.

Yunia confiesa que la serie fotográfica le ha revelado «la belleza que subyace en los recuerdos de toda una generación que en tiempos pasados fueron los niños que corrían alrededor de estos puentes, a los que llagaba el sonido del río, la magia de las aguas limpias que bordeaba la ciudad».

Y agrega: «Aunque he visto hermosas imágenes que contrastan con la podredumbre y contaminación, me niego a la muerte del río, mientras veo cómo aumenta el pulso de esa célula maligna implantada en sus márgenes. Me niego a mirar hacia otro lado cuando ciegos del absurdo, vierten los escombros como lluvia de sueños rotos, pedazos de sus casas contra las venas de la tierra».

Puentes de luz para Santa Clara, puentes de historia y leyendas, de secretos y misterios; puentes que se aferran a su existencia, a pesar de los golpes y el sol, de la lluvia y las aguas putrefactas, de los siglos y el tiempo implacable. Puentes nuestros, de todos.