El triste final de nuestra Parroquial Mayor

Nuestra Parroquial Mayor era un símbolo de identidad para los santaclareños de la época.  El apodo de pilongos, que con orgullo llevaban, se debía a la pila bautismal, donde todos los nacidos en la villa eran bautizados.

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Vanguardia - Villa Clara - Cuba
Parroquial Mayor.
Carolina Vilches Monzón
Carolina Vilches Monzón
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22 Abril 2024

Al inicio de la conquista no existían normas estrictas para los asentamientos en el nuevo mundo. Pero en 1573, Felipe II firma las ordenanzas donde se dan de manera muy detallada las primeras normas para la construcción de las nuevas poblaciones.

En el artículo 112 se regulaba que la situación de la plaza mayor debe ser en el medio de la ciudad, además de otros detalles de sus dimensiones. Sobre la iglesia, en el artículo 120, se dispone que «ha de sobresalir entre los demás edificios por su monumentalidad, señalando para ella el primer solar de la ciudad, de tal manera que (…) no haya ninguna edificación junto a ella». Más adelante, en el artículo 126, se establece que si la ciudad no era de puerto, la iglesia debía levantarse en la plaza mayor, en el centro de la ciudad.

Vista del parque con la Parroquial.

El resultado de la aplicación de estas ordenanzas es fácilmente reconocible en el urbanismo cubano de las ciudades surgidas en la colonia, la plaza en el centro y la iglesia principal en ella o frent, las podemos ver en todas… menos en Santa Clara.

La realidad es que nuestros fundadores cumplieron al pie de la letra estas ordenanzas, y una vez fundada oficialmente la población, se marcaron los terrenos de la plaza principal y la iglesia, tal como estaba establecido.

En 1692, solo a tres años de fundada la villa, se comienza la construcción de madera y guano por sus pobladores.

Grabado de la Parroquial Mayor.

En 1725, el padre Conyedo, junto al pueblo, comienza a levantar la iglesia con mampostería y tejas, terminándose su construcción en 1738.

Definitivamente fue nuestra Parroquial Mayor un símbolo de identidad para los santaclareños de la época, hasta el punto de que el apodo de pilongos que con orgullo llevaban, se debía a su pila bautismal, donde todos los nacidos en la villa eran bautizados. Esta se hizo y se colocó en el 1776. Fue hecha de una piedra blanca traída del Monte Capiro.

El reloj de la torre fue colocado el día 22 de diciembre del 1820, día en que comenzó con gran regocijo para los vecinos, pues poseía una máquina segura.

Poseía cuatro campanas. Dos pequeñas tan antiguas como él y dos grandes, fundida una en el 1773 y la otra en el 1776, hechas con el cobre de las minas de Malezas.

A solo 16 años de terminada, en 1754, comienzan a aparecer de manera reiterada en actas capitulares del ayuntamiento santaclareño la preocupación por ampliar la Plaza de Armas (hoy llamada parque Leoncio Vidal y Caro), abogando constantemente por destruir, reducir o cambiar a la iglesia Parroquial Mayor.

Grabado español de la Parroquial.

En 1907 los gobernantes de turno comenzaron a considerar esta ampliación, apareciendo la idea definitiva de la desaparición de la iglesia, que era un obstáculo.

El 30 de agosto de 1916 se autoriza la expropiación de la Iglesia Mayor. Pero la tenaz resistencia de las autoridades eclesiásticas y la oposición de mucho de los pobladores influyeron en que se pospusiera el derribo en repetidas ocasiones. Dentro de estas acciones cabe destacar la visita efectuada el 22 de marzo de 1920 por Pedro Estévez Abreu, hijo de Marta, a la Parroquial, donde alertó a las autoridades locales: "Se debe mantener intacta la Iglesia Mayor embelleciendo con jardines, sin tocar su fachada ni interior”.

Plaza mayor con la Parroquial. Litografía de 1850 basada en dibujo de Eduardo Laplante.

Desgraciadamente estas acciones no fueron suficientes. El 20 de mayo de 1923 comienza la demolición del inmueble.  

El Sr. Flores del Río dice en un artículo en el periódico local La Mañana, el 2 de septiembre del 1923:

«Paulatinamente va desapareciendo ese histórico templo; una exigencia de la vida moderna lo requiere. Dolorosa desmembración sufre nuestra ciudad. Recuerdo aquellos tiempos, cuando nuestra madre, alegre y satisfecha, nos vestía las ropitas de paseo y nos llevaba a esa iglesia (…) ¡Cuántos recuerdos condensan esas campanas! ¿Adónde irán? Campanas que plañeron llamando a los fieles en mañanas hermosas. Ya no llamarán a la misa del alba, no nos despertarán dulcemente, no vibrarán a la hora en que el sol se pierde en su ignorado camino.

Glorieta y la Parroquial Mayor al fondo.

«Y allí, sentados sobre las duras y ferradas bancas, alguien pensará: ¿¡Qué espléndido ha quedado nuestro parque Vidal ¡? Y alguien comprenderá, que gozando está de esa “felicidad” a costa de nuestro dolor moral... si “felicidad” es vestir riquísimo ropaje, a cambio de pérdidas tan queridas al alma como son los lugares aquellos, donde aprendimos a balbucear el dulce Nombre de Dios».

Réplica de madera de la Torre Eiffel, construida en febrero de 1895.
Altar mayor.
Pila bautismal.
Coro de la Parroquial.
Demolición de la torre.
Demolición vista a través de una arcada.
Demolición vista desde el Teatro La Caridad.

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