Tras derrotar en un cerrado duelo a los Bicicleteros de Sagua la Grande, 1 carrera por 0, en el estadio 26 de Julio, el miércoles último, el equipo de Santa Clara no solo sigue siendo el rey, como expresa en una de sus canciones el desaparecido compositor mexicano José Alfredo Jiménez, sino que también acaba de protagonizar dos sucesos inéditos en la historia de las series provinciales de béisbol.
Los pilongos aprovecharon la coyuntura que se les dio en este 2024, para convertirse en el primer elenco en proclamarse campeón en par de ocasiones en un mismo año, porque el pasado 8 de enero, al doblegar a Remedios, 4 anotaciones a 0, conquistaron su corona número 17 en la cita que arrancó en el 2023. Casi 11 meses después, suman su decimoctavo cetro.
Además, los dirigidos por Yagdier Socarrás se erigieron en el primer plantel que logra una seguidilla de cuatro reinados consecutivos en torneos de esta naturaleza.
Los santaclareños comenzaron la racha de títulos sucesivos al superar, precisamente, a la novena de la Villa del Undoso en el 2020. Luego, conservaron el trono en las versiones de 2022 y las disputadas en el año que está a punto de expirar.
Así, rompieron el abrazo que sostenían con los sagüeros, quienes ostentaron un trío de gallardetes en 1989, 1990 y 1991, bajo la tutela de Antonio Roca; asimismo, los remedianos imitaron a los Bicicleteros, al agenciarse el banderín en 2015, 2016 y 2017.
Los ahora tetracampeones, con una plantilla que es prácticamente la base del equipo de Villa Clara, salieron con la etiqueta de favoritos desde que se dio la voz de play ball.
Dominaron su segmento en la fase clasificatoria, barrieron a los Cangrejeros de Caibarién en semifinales y aventajaron en la pugna por el trono a los pupilos de Lázaro Arencibia, dos triunfos a uno.
Pienso que los jugadores sagüeros y sus aficionados deben sentirse complacidos con la actuación del equipo en el epílogo del campeonato; aventajaron al subtitular Remedios en el tramo semifinal y le dieron batalla al trabuco de la capital provincial. Esta vez sí cabe apelar a la manida frase: cayeron con las botas puestas, sin una nómina tan lujosa como la de sus adversarios, sobre todo en el cuerpo de picheo.
Salieron delante, con su sonrisa sabatina en el cuartel general de los pilongos, 8 carreras a 6. Al día siguiente, en el estadio Mártires del 9 de Abril, las aguas tomaron su nivel y los santaclareños, en un choque crucial de vida o muerte para ellos, nivelaron el play off, con un abultado paquete de 6 carreras en el noveno episodio que selló el éxito con un marcador desproporcionado de 10 anotaciones a 1, luego de transitar ambas selecciones con paridad en los primeros dos tercios.
La sonrisa les colocó nuevamente el cartelito de favoritos a los de la ciudad de Marta y el Che, que retornaron a su patio con serias aspiraciones de refrendar la corona. No obstante, en un diálogo con el timonel de los monarcas, Yagdier Socarrás, le expresé: «No deben confiarse, pues aun con todas las herramientas que poseen para conservar el título, no pueden menospreciar las misteriosas coincidencias en el apasionante mundo de las bolas y los strikes. Los Bicicleteros han obtenido sus últimos gallardetes ¡fuera de su casa!».
No ocurrió así esta vez. Un picheo combinado del victorioso Oscar Luis Aveillé y el relevista zurdo Maikel Pérez Quiñones, con ayuda de Pablo Luis Guillén a la hora de recoger los bates, más un oportuno elevado de sacrificio de Luis Darío Machado, que en el cuarto episodio fletó hacia la goma a Leonardo Sevilla con la única carrera del juego, resultaron suficientes para que los santaclareños retuvieran la diadema.
Consumada la victoria de los pilongos, sentado acá, escribiendo mis impresiones en la computadora, recordé el cumpleaños 55 de Los Van Van, el pasado 4 de diciembre, e imaginé al mentor Socarrás lanzando su candidatura para el año que viene a la manera del tren de la música cubana: «A que me mantengo, va».
También era el Día del Árbitro Cubano. Fue lamentable la polémica que generó una larga conexión de los sagüeros que, a decir de los que estaban allí, se incrustó en la parte izquierda de la cerca del estadio 26 de Julio. Finalmente, terminó convertida en doblete por regla en el llamado inning de la suerte. Pese a esa situación, fue un buen play off; ganó el mejor y su retador vendió cara la derrota.