Caibarién: ni organopónico ni viviendas

«Lo que fue una manzana organizada, bella y útil, se convirtió en un solar yermo cundido de basureros y criaderos de vectores. Todo ello porque, según dijeron, allí­ se construirí­an viviendas».

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Liena María Nieves
Liena Marí­a Nieves
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23 Octubre 2020

Desde septiembre del 2019, fecha en que esta sección comenzó a publicarse cada semana, además, en la edición web del periódico (http://www.vanguardia.cu/la-columna-de-la-calle),aclaramos que los mensajes que nos enví­an por correo electrónico o postal deben llegar debidamente identificados. O sea, han de incluir el nombre y los apellidos del demandante y su dirección particular, una exigencia que no solo garantiza la seriedad de este espacio, sino el contacto directo con las instituciones responsables de atender las denuncias.

También reiteramos, una vez más, que las respuestas oficiales se reciben hasta el miércoles en formato digital e impreso, y solo por razones muy justificadas se extiende el plazo al jueves en la mañana.

Aclarado el estado actual de la columna, iniciamos entonces la cuarta edición de octubre con la publicación del mensaje enviado por el caibarienense Saúl Martí­n Moreno, un productor de la agricultura urbana de 77 años de edad, residente en la calle 12 número 3515, entre 35 y 37.

«El 27 de septiembre del 2018, funcionarios del Gobierno y la Agricultura en el municipio decidieron eliminar el organopónico donde trabajaba, y no se informó de ello ni a la dirección de la granja urbana ni a la UEB Remedios; tampoco escucharon el parecer de los obreros, el de los representantes del sindicato, ni el de los militantes de nuestro núcleo del PCC. En ese momento, en plena siembra de frí­o y con un plan de producción de 1.5 toneladas de alimentos, buldociaron un área de 500 m2.

«En 24 meses se han dejado de producir, aproximadamente, 13.6 toneladas de hortalizas y vegetales. Del área se eliminaron, además, la guarapera y el merendero que garantizaban la merienda a buena parte de los estudiantes de una secundaria básica; se llevaron un gimnasio biosaludable prácticamente nuevo que beneficiaba a impedidos fí­sicos y a la comunidad en general, y lo que fue una manzana organizada, bella y útil, se convirtió en un solar yermo cundido de basureros y criaderos de vectores. Todo ello porque, según dijeron, allí­ se construirí­an viviendas.

«Los caibarienenses exigimos que alguien nos explique cómo es posible que provocaran tantos perjuicios y que, al dí­a de hoy, no se haya ejecutado obra alguna. Si hubiera casas que les resolvieran el problema a familias necesitadas, uno comprenderí­a que era necesario el sacrificio. Para mí­, las instituciones de nuestro Estado son sagradas, pero quienes las dirigen también se equivocan, y el silencio es dañino y traicionero ».

La vocación por el servicio público no resulta opcional para quienes ocupan responsabilidades en cualesquiera de las instituciones encargadas de proporcionar y velar por el bienestar de la ciudadaní­a. «Con todos y para el bien de todos »: Caibarién aguarda.

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