La ciencia necesita innovación

Uno de los impactos de 2017 fue lo concerniente a la Tarea Vida, un Plan de Estado dirigido al enfrentamiento del cambio climático que no admite la espera.

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Ricardo R. González
Ricardo R. González
@riciber91
4072
23 Enero 2018
La ciencia necesita innovación.
(Ilustración: Martirena)

A lo largo de 2017 aparecieron hechos representativos en los objetivos del Ministerio de Ciencia, Tecnologí­a y Medio Ambiente (Citma) en Villa Clara, que van más allá de la obtención de la sede nacional por el Dí­a de la Ciencia Cubana en el año precedente.

A ello se suma la aplicación de la estrategia dirigida al incremento de la producción de alimentos, aunque los resultados no satisfagan ni la vista ni las disponibilidades de la mesa cotidiana que compete a una larga cadena y formas productivas, pero tampoco pueden descartarse las acciones de los cientí­ficos dirigidas a factores que inciden en la calidad de vida, la informatización de la sociedad y la protección del medio ambiente.

A mi modo de ver uno de los impactos del perí­odo fue lo concerniente a la Tarea Vida, un Plan de Estado dirigido al enfrentamiento del cambio climático, que no admite la espera porque el paso de «Irma » demostró lo absurdo de pensar en descansos ante fenómenos despiadados que descargan su furia sin contemplaciones, sobre todo en las zonas costeras.

Cuando este programa estratégico llegó, la provincia trabajaba, desde hací­a siete años, en los estudios de peligro, vulnerabilidad y riesgo (PVR). Un dictamen minucioso por cada municipio y zonas de esta demarcación provincial. A tal punto que están concluidos y aprobados en su totalidad con la integración de múltiples organismos.

Esto es adelantarse en favor de la vida, como también pueden incluirse los aspectos vinculados con la normalización y la calidad, sobre todo en la inocuidad de los alimentos, así­ como la efectividad del pronóstico meteorológico que presenta avales nacionales.

Tampoco pueden minimizarse los detalles inherentes a la conservación de la Memoria Histórica y Documental, la protección de la biodiversidad, y la aplicación de nuevas tecnologí­as y mejoras ambientales, entre otros objetivos.

Ahora bien, la sociedad tiene que percibir las transformaciones en la medida de lo posible. No faltan dificultades que van desde las irregularidades de las inversiones ambientales como estaban concebidas en el programa de erradicación de fuentes contaminantes, o el hecho que de las 128 entidades generadoras de desechos peligrosos que debí­an actualizar la licencia ambiental solo lo han hecho 68.

Existen problemáticas con el financiamiento, limitaciones y carencias de recursos para el desarrollo y cumplimiento de las misiones laborales, en tanto las potencialidades para elevar el proceso innovador en los sectores priorizados requieren transformarse en mayores o nuevos servicios tecnológicos.

No todo tiene el color de las rosas. Que lo diga el colectivo del Centro de Estudios y Servicios Ambientales (Cesam) como participante del vertimiento de arena en la cayerí­a noreste cuya tarea para transformar el entorno está valorada en casi 8 millones de dólares con la utilización de una draga holandesa.

El monto pudiera asombrar y de hecho lo logra. Sin embargo, sepa que por cada hora de inactividad en el proceso hay que pagar 2 millones de dólares.

En una etapa convulsa por diferentes situaciones globales queda claro que tanto la innovación como la normalización resultan determinantes si se quiere avanzar en cualquier empeño, por lo que también constituye prioridad la necesaria transformación empresarial que no siempre anda al compás de los tiempos                                                 .

El programa Villa Clara con todos incorpora, como uno de sus valores, el reto de innovar en busca del desarrollo económico y social del territorio, pero este concepto no puede verse como eslogan o como algo para aplaudir en cada tribuna y olvidarnos, a la postre, de su existencia.

Hace falta interiorización, que las neuronas trabajen por nuevos resultados o mejorar los ya existentes, y que llegue el verdadero estí­mulo a quienes, desde su puesto, hacen lo posible y hasta lo imposible por aportarle soluciones a este mundo complejo.

Si algo tiene Villa Clara es un potencial cientí­fico consolidado y no por consignas o fanfarrias, si no por realidades perceptibles. Como dije una vez la ciencia no es el globo de Matí­as Pérez. Necesita creatividad, calidad y esfuerzos, pero resulta indudable que a pesar de dificultades, de trabajar apenas con un mí­nimo de condiciones, de no existir un salario que respalde merecidamente las acciones, los villaclareños y toda su comunidad de la Ciencia no ha fallado en el sagrado propósito de preservar la especie humana. Esa es una de las satisfacciones que deja el año ya concluido.

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