Estas líneas tienen el propósito de llamar la atención sobre la necesidad de asesorar y tratar humanamente a las personas en el proceso de jubilación.
Si realizar debidamente el recibimiento de los que comienzan su vida laboral resulta un asunto pendiente, también lo es el acompañar a quienes transitan por la etapa final para jubilarse.
Lo general es que después de concluir los estudios o decidirse a no estar sin empleo, el primer día de labor transcurre sin nada que haga recordar agradablemente un momento tan significativo.
Tampoco abundan los casos que reciben por lo menos una explicación de cuál será su contenido de trabajo y les asignan un colega de mayor experiencia para guiarlos sin formalismos, de manera práctica. Puede haber excepciones, y si encontramos algún caso no hará otra cosa que confirmar lo que exponemos como regla.
Difícil que a alguien se le ocurra comenzar su vida laboral indagando sobre la jubilación, y casi cae en el terreno de lo imposible que las administraciones y demás organizaciones le faciliten e informen sobre los documentos normativos para acogerse a lo que algunos rechazan denominar «retiro ».
Inexorablemente llegará el día en que el hombre cumpla 65 años y la mujer 60, requisito para ser beneficiado con una pensión, llamada «chequera » aunque sea mediante tarjeta magnética.
Aumentan las personas que después de retirarse de la nómina de trabajadores activos continúan laborando, ya sea en el mismo centro o en otro, a cambio de un salario que suman a lo recibido por la jubilación.
Y no solo sucede por aliviar la estrechez financiera, sino porque en Cuba la esperanza de vida al nacer ha crecido, y entre los que arriban a la tercera edad son cada vez más los que llegan en buenas condiciones físicas y mentales como para no sentirse cómodos sin trabajar.
Dado el creciente número de sexagenarios de uno u otro sexo en el país, y en particular en Villa Clara, el fenómeno de la jubilación debe ser superior en comparación con momentos anteriores. Además, por razones humanas no debemos desatender a esos hombres y mujeres a quienes la falta de orientación oportuna y correcta puede perjudicarlos financieramente para el resto de sus vidas.
No siempre con más de 60 años una persona logra interpretar leyes, decretos y reglamentos, sobre todo cuando se requiere de complementar unos con otros y se encuentra con ellos por primera vez, tras las peripecias que implica conseguirlos.
¿Están al tanto las administraciones de la situación de cada uno de sus trabajadores en los años anteriores a la jubilación para que disfruten de los mayores beneficios? ¿Se interesan los trabajadores por este asunto? Ojalá que la respuesta fuera afirmativa, pero en la mayoría de las ocasiones no es así.
Existen tristes ejemplos de personas a las cuales les han sugerido abandonar la vida laboral activa, por razones de invalidez o enfermedad, cuando solo les faltan pocos meses para jubilarse por cumplir la edad requerida, con lo cual la pensión sería superior.
Hay afortunados a quienes minutos antes de concluir la tramitación para jubilarse les advierten que si laboran ocho meses más la pensión será la máxima: el 90 % de los salarios devengados en los mejores cinco de los últimos 15 años.
Otros han tenido la suerte de enterarse en una conversación casual de que el sueldo por pluriempleo también influye al promediar, porque se suma al del empleo principal.
Lo que ahora se presenta sin solución inmediata para las compañeras es que para jubilarse con la llamada edad extraordinaria, que supone la cuantía máxima, hay que tener 45 años de servicio, lo cual es más posible en los hombres, porque para tener ese requisito al cumplir 65 años de edad debieron empezar a trabajar a los 20.
Mas no sucede así con las mujeres, cuya edad de jubilación es a los 60, y para tener 45 años de labor deben incorporarse a los 15 años. Podrá haber explicaciones, argumentos; pero este redactor es testigo de una primera reacción de asombro, y luego de descontento por parte de trabajadoras que no dejan de preguntarse cómo no se dieron cuenta de tal detalle cuando debatieron el Anteproyecto.
No obstante, existen muchas medidas beneficiosas y las administraciones debieran pensar cómo pueden acompañar a sus trabajadores de mayor edad, y resolverles situaciones cuando, por ejemplo, les falta algún documento en el expediente o están valorando los puntos a favor y en contra para jubilarse en un momento u otro.
Más que entrar en detalles técnicos, estas líneas tienen el propósito de llamar la atención sobre la necesidad de que todas las organizaciones de base, junto con las direcciones administrativas, se preparen para asesorar y tratar humanamente a los compatriotas en el proceso de jubilación, en lo cual también se requiere sensibilidad.