
Sin duda, Meily apuesta por una moda de toques modernos e irreverentes, propios de sus 17 años. Mas, los minipantalones antes pequeños y ajustados para resaltar piernas y muslos aparecen ahora más holgados, hechos de mezclilla, algodón, nailon o licra, pero siempre dejando parte de los glúteos al descubierto.
Su estilo fresco no es específicamente para la playa o la piscina. Lo usa mientras recorre el parque Vidal, va a Coppelia o asiste a Educación Física en la escuela. Al hospital no la dejaron entrar hace unos días por su falta de pudor. La madre protestó muy ofendida, pues la prenda de su hija le había costado todo un salario.
«Es lo que se usa », esgrimen; «son cómodos y no dan calor », pero realmente rozan el mal gusto y la insensatez. Cada cual elige cómo cubrir su cuerpo, mas, subastar la carne en pos de miradas indiscretas nunca debe ser una opción.
«Lo que no se exhibe, no se vende », dicen algunas. ¿Y acaso somos animales sacrificados para vendernos por piezas?
La belleza y la dignidad no han de sucumbir ante la moda ojalá fugaz, que denota arencia espiritual y falta de seguridad. Se trata de ser consecuentes y dejar la desnudez para un completo goce físico y descubridor entre las sábanas.
«La elegancia del vestido, la grande y verdadera, está en la altivez y fortaleza del alma », escribió Martí, y es que realmente el exhibicionismo mata la virtud y nos ofrece vulgares.
No se trata de renunciar a la coquetería, a ser arriesgadas y divertidas, pero cada espacio tiene sus normas de vestir, que no deben ser transgredidas.
Tampoco implica dejar de usar los shorts tan cómodos y acordes con nuestro clima, sino cubrir con ellos parcialmente las piernas, usarlos a más de una cuarta debajo de la cintura, dejarle un poco más de «trabajo » a la imaginación.
Nos toca sin feminismos ni extremos seguir luchando por defender nuestra posición en una sociedad todavía machista. Para ello, debemos valorarnos por nuestras cualidades espirituales, no descuidar lo externo ni dar pie a la falta de respeto, al piropo pasado de tono y a la insolencia.
La buena educación en el vestir debe inculcarse desde la cuna y fomentarse en cada centro educacional, para aprender, desde niñas, a darnos con respeto a los ojos de todos. Solo así podremos disfrutar, al máximo, de amor, sensualidad, erotismo y belleza.