Desde cada cuadra se gesta un cónclave permeado de actitud joven. Una cita para presentar resultados, metas cumplidas, logros, experiencias; exponer el banco de problemas que nos aquejan y las potenciales soluciones, a partir de la convocatoria de masas.
En esta ocasión, «el papel de la juventud será protagónico. La organización que no apueste por su juventud tiene vida limitada, solo nos perpetuamos en la medida que trabajamos con el relevo », asegura Orestes Llanes Mestre, vicecoordinador nacional de los CDR.
Son jóvenes, transgresores e irreverentes; tienen menos de 40 años y en su fisonomía se estampa el ansia de cambio, de superación y la voluntad, el optimismo y la fuerza para lograrlo. Cuentan con el respaldo de la comunidad, pues fueron sus propios vecinos quienes decidieron darles el protagonismo como Destacamento Juvenil IX Congreso.
Laboran en un ambicioso proceso de análisis, crítica y restructuración. Es tarea de todos favorecer y mantener un diálogo horizontal, fomentar la participación ciudadana y empoderar a la gente, dándole tareas y responsabilidades que los beneficien y nos beneficien como comunidad.
Apuestan por la intervención consciente, activa y disfrutable. Las reuniones tienen que ganar en arrojo y dejar de ser un momento de obligada presencia para quedar bien y no buscarnos problemas ni miraditas incómodas del presidente del CDR, u otros directivos a diferentes niveles.
Cuando las tareas de la organización en un territorio no avanzan no podemos escudarnos en la apatía: hay que analizar la eficiencia del trabajo de los cuadros de la organización. En los movimientos de masas la apatía se genera cuando falta la convocatoria; lleva convencer, motivar, explicar, tocar puerta por puerta si la respuesta para los vecinos no es la deseada.
El funcionario, líder carismático y perspicaz, no se ahoga en el triunfalismo; al contrario, desprecia las lisonjas en apuesta por la crítica constructiva como trabajo profiláctico que cura y fructifica.
Existen deficiencias en la política de cuadros. En un grupo de territorios no está completa la plantilla, y realmente, un ejército no puede aspirar a la victoria si no tienen al frente genuinos dirigentes comprometidos, justos, corajudos y bien preparados.
«Sabemos que es una organización de las más envejecidas en el país, pero es la más popular, la que sale desde el mismo barrio y hay que involucrar a todos. Desde el destacamento hacemos que los CDR sean también, diversión, efervescencia, tesón, y eso es fundamental », aseguran sus integrantes.
Por ello, desde cada barrio villaclareño y cubano, los más jóvenes emanan convicción y compromiso. Las iniciativas implican y gestionan oportunidades para que cada cederista se convierta en protagonista de su propio desarrollo y no sea el verticalismo la voz absoluta de mando. En vísperas al IX Congreso la tarea apremia y la historia impulsa; esperemos que los Comités de Defensa de La Revolución, renazcan con aires de juventud.