¿Insensibilidad o falta de comunicación?

La mala atención en entidades de servicios a la población dilata la solución de problemas o la realización de trámites.

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Idalia Vázquez Zerquera
Idalia Vázquez Zerquera
@IdaliaVzquez
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20 Septiembre 2018

En materia de comunicación hay mucho de qué hablar. El canal establecido entre emisores y receptores se rompe cuando este último no muestra interés en responder a la población cuando acude a entidades, empresas u organismos para emprender alguna gestión, informarse o esclarecer dudas, y no reciben un trato adecuado.

Ante este inconveniente, a las personas no les queda otra alternativa que volver una y otra vez, o desistir de la idea de poner en regla el papeleo burocrático que todaví­a acompaña la legalización de viviendas u otras diligencias que se dilatan en el tiempo, debido a la insensibilidad que todaví­a persiste en quienes se encargan de este oficio.

Caricatura de Alfredo Martirena sobre atención a la población.
(Ilustración: Alfredo Martirena)

Y aunque existen excepciones, urge ayudar a todos los usuarios por igual, en especial, a aquellos que ya rebasan la tercera edad y requieren de una explicación más detallada sobre los pasos a seguir   para comprender lo que les resulta difí­cil entender.

Cuán complacido se va el interesado cuando el informante conduce el diálogo con palabras dulces, una palmadita en los hombros y la sonrisa afable, pero cuán decepcionado se siente si el interlocutor no sigue el hilo de la conversación y presta mayor atención a lo que le dice su compañero/a de trabajo sobre temas ajenos al que le urge al cliente.

Aplaudo la decisión de acompañar con el apadrinamiento de una empresa estatal o funcionario de la Vivienda a ancianos solos o personas con discapacidad a quienes se les otorgó un subsidio. Ellos no tienen en quién apoyarse para seguir la larga cadena de gestiones, a fin de terminar su casa en un plazo más corto y, de esta forma, contribuir al mejoramiento del fondo habitacional de la provincia.

Serí­a pertinente no llevar los problemas familiares al trabajo ni los cotidianos con los que nos tropezamos a diario, como el transporte, los bajos salarios y el maltrato en los servicios, y poner en práctica normas éticas que nos permitan comportarnos de manera adecuada ante un público con problemas. Sin malas caras ni actitudes que, lejos de ayudar, confunden y crean un ambiente desfavorable sobre la imagen de determinada entidad. Se impone la búsqueda de soluciones a problemas y planteamientos, como ha sugerido la máxima dirección del paí­s, para construir juntos una sociedad justa y equitativa por la que todos abogamos.  

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