Y las «gracias », ¿por dónde andan?

¿Será acaso que el vocablo gracias y sus acciones derivadas pertenecen a un diccionario de la prehistoria?

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Ricardo R. González
Ricardo R. González
@riciber91
3786
25 Julio 2020

Varias veces me pregunto cómo es posible que en pleno siglo XXI, dominado por el desarrollo cientí­fico y tecnológico, una parte de la sociedad involucione y olvide reglas o detalles tan elementales que en toda época han formado parte de la vida.

¿Será acaso que el vocablo «gracias » y sus acciones derivadas pertenecen a un diccionario de la prehistoria? Y no le echen la culpa de su omisión a la juventud, porque ya sucede en generaciones que pueden incluirse en el grupo de la llamada tercera edad.

Hace unos dí­as, por la esquina de Luis Estévez y Martí­ iba  una señora acompañada de una adolescente supongo que era la nieta, y por cortesí­a le cedí­ el paso. Ni una ni otra me agradecieron el gesto. Entonces tomé yo la iniciativa y di las gracias para ver si reflexionaban y les asomaba un poco de vergí¼enza.                                                                                                                                                                                                              

Y no es el único caso. Sucede con otras personas mayores, con embarazadas, con madres que llevan cargados a sus hijos pequeños o con aquellos que trasladan una carga pesada y queremos ser corteses, cediéndoles el paso, ayudándoles en algo…

Ilustración de Alfredo Martirena sobre la educación formal.
(Ilustración: Alfredo Martirena)

De manera similar ocurre cuando se recibe un servicio en un establecimiento y muy pocas empleadas responden ante un gesto o palabra de gratitud que emana del cliente. No obstante, si aparece una «propinita », el panorama  cambia. ¡Increí­ble!

Aquí­ tampoco admito que me hablen del nivel educacional, porque los contrastes resultan abismales. Conozco a doctores de renombre y a otras personalidades a quienes si escuchamos decir gracias habrá que darles un reconocimiento o premio especial, aún sin instituir. Sin embargo, he compartido con campesinos de la comunidad Guillermo Llabre, ubicada en el   distante Corralillo, protagonistas de verdaderas lecciones de cortesí­a y buen trato.

Para evitar malos entendidos, en un mundo en el que cada cual, lamentablemente, interpreta a su manera, no generalizo. Como bien digo una cosa, afirmo otra. He visto a jóvenes y ancianos que constituyen modelos de personas decentes, de pies a cabeza; y a profesionales que merecen condecoraciones especiales porque con su bregar y acciones cotidianos nos dejan un magisterio práctico que llena de orgullo.

En estos trances recuerdo al abuelo apoyado en su bastón al que le cedí­ el derecho en la acera y fue tanta su gratitud que no sabí­a qué decirme. Ese dí­a sentimos una felicidad increí­ble al ser partí­cipes de aquel momento sin recompensa material, pero que toca las fibras del alma.

Tales acciones deben prevalecer en la vida. Llegar a un lugar y sentirse bien tratado, sobre la base de la decencia y la cultura del detalle.

Pongo el ejemplo de la heladerí­a Dulce Crema, en pleno Boulevard de Santa Clara, cuyo colectivo, encabezado por Roberto Nodal González, tiene esa nota distintiva para quienes lo visitan. Agradecimiento, buen trato y cortesí­a son premisas del establecimiento que deben generalizarse. Y ojalá que termine pronto este perí­odo de las colas asfixiantes, tumultos y amasijos humanos.

Además, seguiré admirando a los que saben dar las gracias. Pudiéramos tener miles de preocupaciones y situaciones complejas en el dí­a a dí­a, pero es absurdo olvidar que somos seres humanos y que los demás no tienen culpa de esos momentos amargos.

Recurro al más grande de los cubanos cuando dijo: «Quien tiene mucho adentro, necesita poco afuera. Quien lleva mucho afuera, tiene poco adentro y quiere disimular lo poco ».

Entonces, alimentemos lo interno en cada quien, rescatemos esos valores y que los tiempos difí­ciles nos alejen de la indiferencia. Abrazar la nobleza social y reencontrar el camino por donde andan extraviadas las gracias.

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