Según estudios sociales, las mascotas resultaron una fuente de apoyo considerable durante el periodo de confinamiento provocado por la pandemia. La fuerza del vínculo humano-animal contribuyó a mantener una mejor salud mental y reducir el estrés sicológico.
La alegría porque despertaste o llegaste, zapatos escondidos, calcetines robados, un sinfín de posiciones para dormir sobre la butaca vieja, un nuevo huevo en el nido, una pecera multicolor… ¿Cuántas manifestaciones de afecto nos ofrecieron a diario nuestras mascotas para robarnos la sonrisa del día en aquellos momentos grises de la enfermedad?

Principalmente en niños, la etapa de confinamiento produjo afectaciones anímicas, dificultades para salir de casa y retomar la vida cotidiana. Para ello, los especialistas recomendaron compartir el hogar con una mascota, especialmente perros, gatos, aves o peces. Esta terapia tuvo resultados muy positivos y significó un soporte emocional para los infantes. En adultos, los animalitos ayudaron a sobrellevar el encierro, mantenerse en forma y activos, pues muchos, para no sentirse solos, practicaron ejercicios físicos de conjunto con sus amigos peludos.
La compañía de mascotas, en los tiempos más difíciles de la COVID-19, redujo el dolor, la ansiedad y ayudó a personas a recuperarse o a afrontar mejor las situaciones vividas. Con sus muestras de afecto desmedido, los animales domésticos brindaron consuelo y esparcimiento.

El 2021 traerá consigo cambios económico-sociales para una mejor calidad de vida de los cubanos y construir un país más justo. Sin embargo, el proyecto de ley sobre la protección animal adquiere gran importancia para los que, como esta joven periodista, desean ver una Cuba donde la vida de los animales sea respetada y amparada constitucionalmente. ¡Ellos lo merecen!