El vaivén de los precios del arroz en tiempos en que el país —por la carestía del cereal en mercados foráneos— está imposibilitado de importar, obliga a rebuscar en los siempre engañosos números de planificaciones hechas detrás de un buró, cuando en lo perspectivo resultan solapadas condicionantes objetivas y subjetivas.
Los vaticinios de antes en el cultivo —por ausencia de insumos de importación, y hasta trabas y dilaciones en la entrega de suelos en usufructo— no encajan con los «sueños» de cosechas.
Un aplauso, de excelencia, por la creación del Movimiento Político-Productivo Félix González Viego para impulsar el cultivo y acopio del grano húmedo en zonas de la costa norte de la provincia. Pienso, incluso, que de allí saldrán favorables resultados que —en dos cosechas anuales— darán paulatinamente sus frutos.
No solo se trata de suelos que, explotados a veces de manera ineficiente, se incorporan a cultivos en aproximadamente 2700 hectáreas para conseguir 6846 toneladas de arroz cáscara húmedo.
Ahora se habla de introducir ciencia y técnica en los campos con variedades resistentes —LP 2018 y IACuba-25—, así como de reducir la salinidad de suelos —antes, en su mayoría, con caña de azúcar— y de ampliar en superficie la irrigación de agua por canales.
Obvio, el cultivo de arroz —dicen agrónomos— desgasta la tierra. De ahí que utilizar investigación y experiencia empírica sea vital en un momento en que casi todo en el campo se fomenta a partir de la agroecología y, por consiguiente, sin los necesarios componentes químicos.
Durante dos siembras anuales —frío y primavera—, los rendimientos promedio de alrededor 3 t/ha, serían un aliciente. La ausencia de fertilizante nitrogenado, urea, fósforo, potasio y nitrógeno pesará en el crecimiento de plantaciones y el desarrollo vegetativo del grano. No importa. Lo óptimo no será, pero ocurrirá el necesario impulso…
En otras épocas se instrumentaron cambios en las tecnologías de cultivo —en suelos secos por el acostumbrado fangueo—, y se optó por incluir el período lluvioso, según hacen usufructuarios cercanos al antiguo ingenio 26 de Julio, en Santo Domingo. Allí saben aprovechar muy bien las bondades del suelo y disponer de abundante agua.
El pasado año, según datos de fuentes de información, Villa Clara obtuvo unas 1669.5 toneladas de arroz cáscara húmedo y el compromiso anual quedó al 93 %. De acuerdo con el cálculo, los rendimientos fueron muy discretos. Ahora, con el empleo de las anunciadas variedades certificadas —en lo esencial— y la instalación de estables sistemas de riego de agua, también se vaticinan moderados incrementos en los estimados. Algo es algo, dice el refranero.
Ya no son aquellos años duros de la década de los 90 del pasado siglo, que hasta galenos abandonaron su bata blanca y se fueron a los campos a cultivar arroz, ni tampoco existen en abundancia fideos y espaguetis trastocados en granos para engañar el estómago.
Es ahora, o nunca, el adorado tiempo del arroz —con boleo o trasplante—, para que la espiga reluzca por las llanuras y después, solo después, paliar el desdén de la especulación en los precios de un cereal dispuesto al consumo.
Justo en 2014, año que falleció Félix González Viego —dirigente campesino cuyo nombre lleva el Contingente Político-Productivo integrado por 65 cosecheros empeñados en cambiar el panorama arrocero en la provincia—, arrancó en Sagua la Grande el entonces moderno y automatizado molino-secadero de grano húmedo.
Atrás quedaba aquella añeja tecnología ubicada en El Purio, Encrucijada, necesaria para la obtención del blanco grano. Otro molino-secadero levantado en áreas del otrora ingenio Batalla de Santa Clara, en las cercanías de Vueltas, comenzó su instalación; pero se ha detenido en el tiempo...
Del radicado en Sagua la Grande se perfilaron datos: procesar 100 toneladas por jornada laboral y secar otras 55 en sus torres, y eliminar los anteriores trasiegos del grano a instalaciones de Camagüey, Sancti Spíritus y Matanzas. Algo se logró, pero no lo suficiente en cuanto a resultados productivos.
En esa fecha se habló de plantar en lo inmediato unas 7000 ha —fundamentalmente en suelos del Undoso, Encrucijada, Corralillo y Santo Domingo—, y producir 28 000 toneladas del cereal. Ni una cosa ni la otra. De alcanzarlo Villa Clara ahora, se autoabastecería y hasta aportaría grano de mayor calidad —brillo y limpieza— al país.
El pasado año se dijo, de acuerdo con las perspectivas hasta 2030, que en esa fecha se llegaría a 24 000 toneladas de arroz consumo necesarias para abastecer a la provincia. No dudo que con el empuje de producción se consiga ese volumen, según el incremento de áreas de siembra y el empleo de unos 27 kilómetros de canales que conducen agua desde la presa Alacranes, en Sagua la Grande, hasta sitios de plantación en ese municipio y el cercano Encrucijada.
La llegada del Contingente Político-Productivo —precisado a conseguir 6846 t en unas 2700 ha— refuerza el optimismo en el añorado autoabastecimiento territorial, sobre todo de un cereal que, como otros granos, resulta decisivo en la dieta de todos. En tanto aparecen esos aires, habrá que decir: ¡Ay, arroz!, hasta dónde y cuándo tocará un fondo seguro la necesaria contención de tu ya abultado, y también indiscriminado, precio especulativo.
Martes, 06 Junio 2023 10:40
Estimado Evelio, oferta y demanda si, pero agregar a su fórmula la competencia, el libre mercado, calidad, segmentación de mercado. Saludos