«Para hacer esta muralla, / tráiganme todas las manos», pidió Nicolás Guillén, nuestro Poeta Nacional, quien entró y salió del mundo en el mes de julio, bendecido por la gloria de sus versos mulatos.
Esta muralla larga y estrecha, bautizada como Cuba, reposa sobre el mar Caribe, llena de colores, manos e historias. Ha tenido que sortear toda clase de tempestades, abrirse a los amigos y cerrar el paso a invitados dañinos.
Conseguir y mantener el bienestar común de sus moradores ha sido más desgastante que levantar los muros. Los derechos, libertades, garantías y oportunidades, que tan bien suenan a casi todos los oídos, siempre coronan una pendiente minada de contradicciones.
Al diálogo y la participación, para lidiar con ingratitudes, egoísmos, resistencia al cambio y lucha constante con objetividades y subjetividades, como ingredientes de una realidad perfectible, «¡abre la muralla!». Al conformismo, la ilusión de la conquista irreversible o el dar por sentado que el todo anula las individualidades, «¡cierra la muralla!».
A la renovación legislativa impulsada por una Constitución hecha a imagen y semejanza de la sociedad, «¡abre la muralla!». A la incultura jurídica, la interpretación arbitraria, la falta de seguimiento y control o la reclusión en una gaveta de los aportes más avanzados del Derecho, que impiden el amparo legal efectivo, «¡cierra la muralla!».
A la intención humanista de redistribuir socialmente la riqueza, socorrer a las personas más necesitadas y hacer partícipes a todos de la solución de los problemas propios y comunes, «¡abre la muralla!». Al asistencialismo que premia a quien grita más alto y entrega sin transformar conciencias ni controlar que la ayuda sea debidamente aprovechada y retribuida, «¡cierra la muralla!».
A la transformación digital que acorta distancias, agiliza procesos, democratiza la toma de decisiones, y estimula el pensamiento y la acción en comunidad, «¡abre la muralla!». A la fatiga que genera una infraestructura deficiente, sobrecargada de servicios sin garantía de satisfacer la demanda; la vulnerabilidad de sectores de la población que no cuentan con preparación suficiente para afrontar los cambios, y el analfabetismo tecnológico que nos arrastra al consumo acrítico e inconsciente, en medio de una guerra cultural, «¡cierra la muralla!».
A la búsqueda de alternativas para dinamizar la economía, elevar la productividad, incrementar las ofertas, impulsar el desarrollo y contrarrestar la inflación, «¡abre la muralla!». Al facilismo de las importaciones y la reventa de bienes terminados; la autocomplacencia con productos caros y sólo para algunos, sin procurar precios justos y para todos, y el olvido de que el pueblo es el mayor accionista y beneficiario de nuestra economía socialista, «¡cierra la muralla!».
A los aportes de la ciencia y la innovación, que dotan al país de soberanía, sostenibilidad y resiliencia, «¡abre la muralla!». A los censores que archivan resultados y retrasan su aplicación, movidos por el capricho o la conveniencia de seguir «a la antigua», «¡cierra la muralla!».
Sobran visitantes, bienvenidos o no gratos, ya instalados o por llegar, y habrá que discernir muy bien cuándo abrir o cerrar las puertas. Sobre los cerrojos pesan responsabilidades individuales, institucionales y sociales, un equilibrio que hay que velar para exigir y otorgar a cada parte lo que le corresponde en esta búsqueda permanente de la justicia social.
Martes, 19 Septiembre 2023 21:48
Mientras esté el PCC solito no avanzaremos. Hay que buscar la emulación socialista en todos los sectores.