Brújula emancipadora

El Sur vuelve a unir voz y acción en la Cumbre del Grupo de los 77 y China, celebrada en La Habana, capital de Cuba.

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Vanguardia - Villa Clara - Cuba
El General de Ejército Raúl Castro Ruz, líder de la Revolución cubana, y Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, asisten a la inauguración de la Cumbre del Grupo de los 77 (G77) y China que se celebra en Cuba. (Foto: ACN)
Mónica Sardiña Molina
Mónica Sardiña Molina
@monicasm97
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15 Septiembre 2023

¡Quién iba a decir que el 80 % de la población mundial se reuniría en La Habana durante dos días! Representado por jefes de Estado y de Gobierno, delegaciones del más alto nivel y otros invitados, el Sur vuelve a unir voz y acción, en la Cumbre del Grupo de los 77 y China, celebrada en la capital cubana.

Se trata del grupo multilateral más amplio y diverso, con una membresía de 134 Estados, que representa dos tercios de la Organización de las Naciones Unidas. Nació en 1964, cuando países en vías de desarrollo, antiguas colonias y dependencias de los imperios decidieron ocupar su justo lugar en el escenario internacional, a los cuales se sumó Cuba en 1971.

La heterogeneidad geográfica, cultural y económica, lejos de fracturar el bloque, fortalece los intereses comunes, hacia la configuración de un mundo multipolar, la búsqueda de alianzas, el enfrentamiento a desafíos históricos marcados por la desigualdad y la discriminación, y el establecimiento de un nuevo orden económico, climático, científico-tecnológico, cultural, político y en todas las esferas surcadas por la brecha entre las naciones hegemónicas y las marginadas.

Prueba de la aspiración al desarrollo, basado en la cooperación y el respeto mutuo, constituye la integración del Gigante Asiático, al G-77, desde 1992. Aunque no constituye un miembro oficial, China apuesta por la participación y la democracia, con una política exterior similar a lo planteado este 15 y 16 de septiembre por una lista casi centenaria de oradores.

«En estos tiempos difíciles y convulsos proliferan las apuestas para fracturar a los países del Sur. ¡Demos una lección de unidad! ¡Demostremos el valor de la cooperación y la solidaridad! (…) Articulemos acciones para quebrar, por fin, los nudos que atenazan las posibilidades de progreso real de los pueblos. Ellos tienen derecho a una existencia más humana, enaltecedora y digna, y es deber de sus líderes batallar por ello», pidió Díaz-Canel en enero de 2023, cuando Cuba asumió la presidencia pro tempore del Grupo.

Más que bien oído resultó el llamado, no sólo por la participación mayoritaria en esta Cumbre y la presencia del secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, sino también, por la manera en que los 134 Estados miembros fueron capaces de unir criterios en una sola declaración, negociada entre todos y que será aprobada al concluir el encuentro, bajo el título «Retos actuales del desarrollo: papel de la ciencia, la tecnología y la innovación».

No escaparán del análisis el anhelado nuevo orden económico internacional, la crisis sistémica agravada que enfrentan las naciones del Sur, los efectos de la deuda sobre las economías en desarrollo, la desigualdad inherente a los sistemas financiero y comercial a escala global, el cambio climático y la urgencia de modelos de vida sostenibles, las tensiones geopolíticas, la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y los efectos de la pandemia de la COVID-19.

De «estratégica» han caracterizado los expertos la actual Cumbre, debido a las circunstancias en las cuales ocurre y a los cambios que podría impulsar en el futuro. Por las características de la organización, que no celebra encuentros de manera cíclica, será también, histórica.

Vital importancia cobra el equilibrio, pues no se trata de una guerra de hemisferios, sino una oportunidad para estrechar lazos Sur-Sur y Norte-Sur. Tampoco confunde el reclamo de unidad con la unanimidad de criterios, sino que se enriquece en las diferencias para resolver problemas comunes.

Por modestia, deberíamos reservar a los asistentes las valoraciones sobre el país anfitrión; pero la experiencia vuelve más dulce el reto, pues La Habana acogió dos cumbres del Movimiento de Países No Alineados, en 1979 y 2006, y una Cumbre Sur en el 2000, la primera reunión de Jefes de Estado y Gobierno del G-77 y China desde su creación.

Casi como profecía llegan las palabras de Fidel en el discurso de clausura:

«Luchamos por los más sagrados derechos de los países pobres; pero estamos luchando también por la salvación de ese Primer Mundo, incapaz de preservar la existencia de la especie humana, de gobernarse a sí mismo en medio de sus contradicciones y egoístas intereses, y mucho menos de gobernar al mundo, cuya dirección debe ser democrática y compartida; estamos luchando —casi puede demostrarse matemáticamente— por preservar la vida en nuestro planeta».

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