Los colores de Palestina

Cuba se viste de blanco, por la justicia, la coexistencia, la solidaridad y la vida. Sin importar qué terreno ocupe ni qué bandera ice, ninguna parte en un conflicto armado está por encima del derecho internacional humanitario; ninguna vida vale más que otra.

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Ilustración de Martirena sobre la guerra entre Israel y Palestina
(Ilustración: Martirena)
Mónica Sardiña Molina
Mónica Sardiña Molina
@monicasm97
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10 Noviembre 2023

¿Cuánto cambia una vida en fracciones de segundos? Hogares derribados, recuerdos sepultados entre el humo y el polvo, almas atrapadas bajo los escombros, sin tiempo de saberse en el centro de la diana ni de oír el estampido. La muerte ataca por sorpresa, justo antes del estruendo.

Si un resquicio salva de las bombas, hay posibilidades de llegar a una sala de urgencias, donde faltan manos y recursos para ayudar a todos, y se desborda la desesperación de quienes buscan un rasgo familiar entre los cuerpos transfigurados por la metralla. Los sobrevivientes dejan de llamarse y comienzan a contarse, mientras luchan por no pasar de la estadística de los heridos a la de los muertos, aun incapaces de sentir la diferencia.

Para quienes no encuentran escapatoria, la muerte, absoluta e irreversible, queda pequeña. Se habla de atrocidad, pesadilla, crimen de guerra, colonización, limpieza étnica, genocidio… Ninguna palabra alcanza para nombrar el sufrimiento masivo de civiles; pero Palestina la encontró desde 1948 —«nakba» (catástrofe)—, cuando comenzaba la tragedia nacional.

Frente al cuadro de la guerra, mutan los colores de la bandera y adoptan una inspiración nacida en el conflicto. Miles de pares de ojos verdes, a los que todavía no les ha sido arrebatado el regalo de la mirada, comienzan a enrojecerse.

Fuego y sangre tiñen el devenir del pueblo palestino. Sometido a la ocupación, usurpación y colonización; desplazado y refugiado, despojado de sus hogares y bienes, el espacio vital, el suelo, el agua y otros recursos indispensables; condenado a esperar la ayuda humanitaria, pero bloqueado por tierra, mar y aire para que no llegue; víctima de la inestabilidad permanente, la acción de grupos extremistas y la represalia ciega del sionismo.

Cualquiera dudaría de si el Estado de Israel conoce el horror que viven los civiles masacrados en Gaza. Paradójicamente, sí lo sabe, le costó un holocausto de 6 millones de judíos entenderlo.

El mundo apoyó su legítimo derecho a fundar una nación que le sirviera de hogar; pero, 75 años después, sigue violando el derecho internacional, las resoluciones de la organización que le dio vida, y las garantías humanas elementales de una población históricamente marginada y oprimida.

El rojo se torna negro, y el punto de encuentro del islamismo, el judaísmo y el cristianismo resulta un «infierno en la tierra», en palabras de António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas.

Una nueva religión ha surgido de la violencia, sus profetas convirtieron la tierra prometida en zona prohibida, usan rehenes y escudos humanos, hacen del exterminio un culto diario e intentan justificar la matanza que ningún dios entiende. El único milagro posible es amanecer vivo al día siguiente.

«Se necesita un alto el fuego humanitario, ¡ahora! Todas las partes deben respetar todas sus obligaciones bajo la ley humanitaria internacional, ¡ahora! Eso significa: la liberación incondicional de los rehenes en Gaza, ¡ahora!; la protección de civiles, hospitales, instalaciones de la ONU, refugios y escuelas, ¡ahora!; más alimentos, más agua, más medicinas y, por supuesto, combustible, que entren en Gaza de forma segura, rápida y a la escala necesaria, ¡ahora!; acceso sin restricciones para entregar suministros a todas las personas necesitadas en Gaza, ¡ahora!; y el fin del uso de civiles como escudos humanos, ¡ahora!», exigió el líder de la ONU a una comunidad internacional que ha permanecido al margen durante décadas, cómplice de crímenes cometidos con total impunidad.

Cuba se viste de blanco, por la justicia, la coexistencia, la solidaridad y la vida. Sin importar qué terreno ocupe ni qué bandera ice, ninguna parte en un conflicto armado está por encima del derecho internacional humanitario; ninguna vida vale más que otra.

El desenlace será tan complejo como los puntos en desacuerdo; mas lo que no se ha resuelto desde la diplomacia, en las mesas de negociación, no será zanjado por cohetes ni aviones.

Que la tregua llegue a tiempo, que el respeto a la autodeterminación no sea una concesión selectiva, que surja un camino seguro sobre las huellas de los bombardeos, que sea posible mirar al cielo sin temor y andar sin estremecerse, que el mundo aprenda y no repita el error de la inercia, que Palestina renazca, dueña de su destino, que reine la paz y el mañana sea una promesa cumplida para todo el que lo sueña.

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Luis Arredondo

Lunes, 20 Noviembre 2023 15:44

Monica he leido tu articulo, y coincudi contigo. Desearia ver uno pidiendo lo mismo por Ucrania. Saludos.