Septiembre devuelve la vida a las aulas, regala a las familias el orgullo por el estreno en la escuela, el avance hacia un grado superior, la continuidad en una nueva enseñanza o el término de los estudios, y restablece el equilibrio en casa tras un par de meses de vacaciones, con aburrimiento y apetito en el top de los excesos. Todos los motivos sean dichos.
Cada inicio de curso acarrea, también, preocupaciones por el completamiento y la calidad del claustro docente, la adaptación a un nuevo grupo y las condiciones del albergue o residencia estudiantil, la compra de los útiles escolares, la complejidad de las tareas, los malabares para garantizar las meriendas de lunes a viernes, el encarecimiento diario y el riesgo higiénico de comer «algo en la calle», la seguridad vial y ¡el transporte!
En una publicación reciente en su página de Facebook, Eduardo Rodríguez Dávila, titular del ramo, definió la movilidad del pueblo como «uno de los principales problemas cotidianos». A la par, reconoció que desde el 2017 hasta la fecha, la transportación pública se ha mantenido cuesta abajo, a causa de carencias materiales y financieras, y «manifestaciones de falta de disciplina, organización y sensibilidad»; todas, más conocidas que resueltas.
En la propia red social, el ministro publicó que, al cierre del primer semestre de 2024, se había transportado en Cuba el 72 % de la cifra de pasajeros planificada, casi 49 millones de personas menos que en igual período del año anterior. El estimado al concluir estos 12 meses es inferior a la mitad de los resultados alcanzados en los años anteriores a la pandemia de la COVID-19.
El informe de rendición de cuentas del Gobierno Provincial a la Asamblea Nacional del Poder Popular expuso la reducción drástica de los indicadores en Villa Clara: al cierre de abril, solo estaban activas entre 48 y 71 de las 221 rutas.
Como alternativas, la gobernadora provincial destacó ante el Parlamento cubano el transporte administrativo, que benefició a más de 22 000 pasajeros en el primer cuatrimestre de este año, el apoyo de los porteadores privados al traslado del personal de Salud desde los municipios hasta la capital provincial, así como de los estudiantes a la universidad, y los esfuerzos para recuperar el sector ferroviario.
Ante tan complejo panorama, con un incremento exorbitante de población en paradas, terminales y puntos de embarque a partir del próximo lunes, sin una oferta pública estatal que satisfaga la demanda con estabilidad y precios asequibles, solo resta apelar al cumplimiento de lo establecido y la empatía.
Exigir, a las entidades que aseguran los escasos servicios activos, organización y calidad para el correcto funcionamiento de rutas y viajes. Demandar, de los gobiernos municipales, sentido de pertenencia hacia la transportación de sus estudiantes universitarios, teniendo en cuenta que se trata de los futuros profesionales de cada territorio.
Solicitar, a los transportistas privados que asumen el grueso de la movilidad diaria, racionalidad en los precios, respeto por los acuerdos de los consejos de la administración municipales y, sobre todo, por los pasajeros que dejan cuantiosas sumas de salarios, pensiones o ingresos de sus padres en la obligada trayectoria del punto A al B.
Pedir, a los conductores de vehículos estatales —y personales y privados, si se quieren sumar— y a los directivos de las respectivas entidades, solidaridad con quienes esperan y se desesperan en el intento por llegar temprano al centro de estudio y de trabajo o regresar cuanto antes a casa, para continuar con la jornada doméstica.
Que los cuadros prediquen con el ejemplo, porque en esas aglomeraciones se concentran personas valiosísimas para la sociedad, y podría tocarles mañana a quienes hoy pasan de largo, insensibles detrás del volante.
Requerir, a los cuerpos de inspectores y a todas las autoridades facultadas, que ejerzan el control con rigor, asuman el bienestar común como premisa y apliquen medidas a la altura de las necesidades de estos tiempos.
Llega septiembre y nadie ha dicho que será fácil, pero en nuestras manos está la posibilidad de no hacernos más difícil el día a día.
Envío por correo la ilustración de Martirena.