Enfrentar los problemas cotidianos resulta tan complejo y estresante, que se necesitan corazas para vencer cada uno de los obstáculos.
Conozco a personas que han solicitado un servicio bajo contrato pagado e, increíblemente, llevan más de un año en espera. Es el caso de Cándida Rosa Valdeolla Rivero, residente en San Pedro, 676, entre Nueva Gerona y Blanca Pérez, Condado Sur, quien desde el 26 de enero de 2016 hizo el reporte para limpiar sus dos fosas.
Ha recorrido todos los caminos, ha llamado o se ha presentado en los organismos competentes, y lo cierto es que Cándida Rosa aún aguarda, a pesar de que allí convive un niño cardiópata, asmático y alérgico, junto a una anciana impedida.
Esta es una problemática tomada al azar entre muchas de las que afectan a los villaclareños, quienes también se ven agobiados por la ineficiente recogida de desechos sólidos, incluso hasta en puntos céntricos de una capital que hace tiempo perdió la condición de ser la más limpia de Cuba.
Sume, además, las inestabilidades con el abasto de agua en algunas zonas, y pensemos en un segundo en esas personas con pacientes encamados o niños pequeños que demandan un lavatorio continuo.
O las agonías ante el transporte para poder llegar temprano al trabajo y luego recoger a los niños en las escuelas, a fin de retornar a las labores hogareñas, con el precio de dejar gran parte del ansiado salario entre un tramo y otro de la urbe.
Pero hay más. En la Asamblea Provincial del Poder Popular, entre las quejas de la población se recoge la necesidad de nuevos teléfonos públicos, del arreglo de calles, carreteras, caminos y viales internos, del alumbrado en la comunidad y el mantenimiento a postes, líneas y plantas, sin olvidar las zonas de bajo voltaje.
En una relación más amplia figuran la recuperación y el mantenimiento del alcantarillado, y en los últimos tiempos se ha incorporado el déficit de variados renglones de medicamentos.
Las coyunturas económicas, falta de materias primas, influencias de un bloqueo persistente son más que conocidas. Ahora bien, no siempre se brinda una información actualizada, real y de interés ante cada problemática.
En las propias asambleas de rendición de cuenta persisten dificultades a la hora de promover las discusiones de temas de interés para los electores, y no es menos cierto que en reiteradas ocasiones los funcionarios implicados dejan de participar en el análisis de las problemáticas de la jurisdicción.
Si bien ha mejorado la respuesta que reciben los delegados por parte de las administraciones, no siempre es creíble y tiende a ser rechazada, como tampoco es estricto el cumplimiento del día de atención a la población por parte de los organismos.
No pocas veces los jefes superiores envían a un sustituto porque «están cumpliendo obligaciones de primer orden » o «porque tienen una supervisión de la instancia nacional ». Entonces, ese sustituto, alguna que otra vez, suda hasta la gota gor da, pues está ajeno al problema, ma ni fiesta desconocimiento, y se convierte en un simple tramitador de lo que escuchó.
Los inconvenientes de un país no se resuelven de la noche al día. No hay varas mágicas para cambiar el panorama y dibujarlo a gusto de cada quien, pero Liborio merece respeto, y si no es posible solucionar su queja o planteamiento de inmediato, a mediano o largo plazos, hay que hablarle con claridad y sin medias tintas. El tal vez, a lo mejor o quizás no son respuestas para estos casos.
Pasa el tiempo, y en ciertas ocasiones me parece escuchar la misma «melodía » justificativa: «Sí, esa situación la conocemos y ya estamos trabajando en eso. A más tardar en 15 días queda resuelto el problema ».
í“igame… pasan 15, 25, un año como en el caso de Cándida Rosa, y todavía se aguarda por soluciones. Creo que resulta mejor decir la verdad antes que mentir y salir del paso.
Soy justo. Me opongo a todo tipo de indolencia, chapucería, desinterés, indiferencia, falsedad…; sin embargo, hay ocasiones en que se soluciona el rompecabezas, se arregla el entorno, engalanamos el parquecito, sellamos el salidero de agua, y la indolencia humana, acompañada de fuerte dosis de indisciplina social, desbarata las buenas intenciones.
Y muchas veces en el propio barrio «no se ve ». Entonces, yo digo, tú dices, y no siempre obtenemos la respuesta debida por parte de otros. Pero pensemos que de cada uno de nosotros debe emanar siempre un acto de buena fe, a favor de lo que se hace por el bienestar de todos.