El tema puede parecer trillado. Habrá quienes piensen que es llover sobre mojado. Pero en los tiempos que corren nunca está de más volver sobre el asunto de los valores humanos.
Pero antes de entrar en materia, cabe preguntarse ¿qué se entiende por valor moral? La respuesta es sencilla: será todo aquello que lleve al ser humano a defender y crecer en su dignidad de persona. El valor moral conduce al bien moral, a aquello que mejora, perfecciona, completa.
Sobre esas virtudes de hombres y mujeres deseo exponer algunos criterios, pues a la vista de muchos parecen sepultados. Basta con subir a un ómnibus para corroborarlo. Desde la pugna entre los pasajeros para abordarlo, hasta la que se forma para bajar. Sin pedir permiso, sin ofrecer una disculpa.
Durante el trayecto del viaje usted puede vivenciar varias manifestaciones de falta de valores: el (o la) joven que no cede el asiento a la señora de la tercera edad, el hombre que no se pone de pie al ver una mujer con su hijo en brazos o embarazada, el que se finje entretenido con el celular para no hacer caso a los que quieren avanzar hacia el final del pasillo… y así, disímiles serían los ejemplos.
En otro lugar cualquiera se viven experiencias similares. Imagínese la cola en una farmacia en la que, por supuesto, no faltarán los colados. Con tantos años de Revolución y con tanto hábito a hacer colas para todo, todavía no aprendemos a respetar el orden de la fila. Puede aparecer un impedido físico y está en todo su derecho de pasar delante. Pero resulta inadmisible que otros se aprovechen de la situación y quieran comprar su medicamento junto al del enfermo.
El reto está en perfeccionar al hombre, en su voluntad, en su libertad, en su razón. Se puede tener buena o mala salud, más o menos cultura, por ejemplo, pero esto no afecta directamente el ser hombre. Vivir en la mentira, hacer uso de la violencia, cometer un fraude, degradan a la persona, la empeoran, la deshumanizan. Por el contrario, las acciones buenas, actuar con honestidad, buscar la justicia, le perfeccionan.
Mucho se ha hablado del rol de la familia, la escuela y los propios medios de comunicación en la formación de valores. Al parecer, lo realizado hasta ahora no resulta suficiente. No hay una incidencia efectiva sobre el sujeto para que decida alcanzar los valores socialmente aceptados como positivos. Faltan esfuerzo y perseverancia.
De la honestidad, el respeto, la responsabilidad, la gratitud, la puntualidad, la prudencia, la sinceridad, la compasión, el desprendimiento de las cosas materiales, la lealtad y la humildad, podríamos estar hablando durante todo el año, porque aún faltan esfuerzo y perseverancia para reconocerlos, acatarlos, promoverlos. Por eso el tema parece trillado. Por eso, para algunos, es llover sobre mojado.