Lo más buscado en Google desde Cuba es el show chileno Doble Tentación ¿En serio? Podría preguntarse cualquiera que viera las estadísticas de acceso a internet entre los usuarios del patio. Pues sí, a pesar del precio de las tarjetas Nauta (aunque una parte de los públicos acceden de forma gratuita desde centros laborales y de estudio) los internautas criollos sitúan entre sus prioridades a una propuesta de las peorcita dentro de la telebasura.
¿Qué es Doble Tentación? Para quienes no lo han visto se trata de un programa televisivo donde sus concursantes tienen que enfrentar todo tipo de pruebas sin traicionar a sus parejas.
Cada uno de los que componen la relación amorosa tendrá que resistirse a los encantos de una persona puesta solo con la intención de hacerlos/as caer en la infidelidad.
La primera emisión tuvo lugar en enero de este año y para la fecha abundan en la red de redes titulares al estilo de: «Lisandra y Leandro se lo montan en la piscina » o «Pelea entre Oriana y Luis por Alex ».
En este reality show el sexo constituye el eje central, un ingrediente que hace rato la industria cultural probó que funcionaba. Al lujo de las casas y escenografías (muchas de ellas en ambientes naturales) se suma la espectacularidad conseguida desde las más diversas formas y el cotilleo de temas íntimos, junto a peleas, malas palabras, chantajes…
Lo peor del ser humano en una hora y tanto, con un empaque bonito parece que logra enrolar a los espectadores que quedan inmersos en los dimes y diretes de la vida íntima de las parejas convertida en cotilleo barato.
Sin dudas, uno de los objetivos del programa (más allá de hacer muuucho dinero) es demostrar que todos ceden a las tentaciones y que la fidelidad puede ser una valor pasado de moda o una postura hipócrita ante la vida ¡Vaya enseñanza!
Doble Tentación buscó ganar audiencia y para ello, la producción estuvo dispuesta a todo. Lo peor es que lo logró.
¿Alguien dejaría que varias parejas ventilaran sus problemas en la sala de la casa? Al parecer sí, porque ese es el lugar que ocupa el televisor y desde esa cajita cuadrada que acompaña nuestra cotidianidad también se legitiman o descontruyen valores ¿Son los de Doble Tentación los principios que queremos para nuestras familias?
¿Resulta entretenido ver a personas discutiendo entre sí por problemas del corazón como si fueran gladiadores del circo romano?
Quizás la pequeña pantalla sea la arena de la Roma moderna, mientras del otro lado, el público apunta hacia arriba el pulgar como señal de aceptación.
Sin embargo, esas no pueden ser las posturas éticas y morales a los que aspiramos. No hay nada de malo en pasar un rato de entretenimiento junto a la TV; pero siempre se puede elegir algo mejor.
Este comentario no busca imponer criterios, ni intenta juzgar a nadie, solo invita a indagar otros horizontes audiovisuales y a bajar el pulgar ante estos programas que no nos ayudan a ser una persona mejor.