La necesidad de un mercado mayorista que satisfaga al creciente sector del trabajo por cuenta propia y los pasos que se dan en Villa Clara hacia ese propósito.
Cada día se hace más necesaria la existencia de un mercado mayorista capaz de satisfacer a un sector de la economía en crecimiento: el del trabajo por cuenta propia, con 556 064 personas inscritas en esa forma de empleo, hasta esta fecha.
Conceptualmente la decisión está reflejada de manera explícita en los Lineamientos de la Política Económica y Social aprobados en el VI Congreso del Partido, y actualizados tras un amplio proceso de discusión colectiva posterior al VII Congreso.
Al respecto, el Lineamiento 249 define: «Se desarrollarán mercados de aprovisionamiento que vendan a precios mayoristas y brinden los servicios de alquiler de medios y equipos, sin subsidio, al sistema empresarial, al presupuestado y a las formas de gestión no estatal ».
Sin embargo, los pasos dados hasta el momento son insuficientes. Resaltan experiencias poco edificantes, como la del mercado El Trigal, en La Habana, cerrado en mayo de 2016; o la del Caracatey, acá en Santa Clara, también clausurado en junio del pasado año; ambos incapacitados para cumplir la encomienda social que ameritó sus respectivas aperturas.
En el Informe Central al VII Congreso del Partido, Raúl Castro hizo un análisis crítico con relación a este tipo de plazas comerciales, en el que resaltó las «restricciones para acceder a suministros y servicios ».
Ahora los caminos para concretar dichos mercados son mejor pensados y quizá por ello, más cautelosos. En Placetas hace cerca de un año está creado el local donde funcionaría un mercado mayorista para satisfacer necesidades de productos alimenticios, bebidas y tabacos para el sector no estatal.
En un antiguo taller de la Empresa de Confecciones de Metales (Metalconf), en la Carretera Central, están definidos los marcos gráficos de la nave; o sea, el diseño como planta almacén; se cuenta con una báscula digital, una computadora, y el mostrador posee todas las condiciones para vender las mercancías. Incluso, se dispone del personal calificado para emprender la gestión: un jefe de nave, ya nombrado, y dos estibadores.
Pero la determinación es a nivel de país: todo indica que lo que ha postergado la decisión de ponerlo en funcionamiento ha sido el tema precios de los productos.
No obstante, la Empresa Mayorista de Alimentos de Villa Clara no está parada en el tiempo, y actualmente tiene 191 contratos firmados con el sector privado para la venta de bebidas, cigarros y tabacos, con un descuento del 20 % del precio minorista. Según el director general de la «Mayorista », Antonio Benítez Manso, hay posibilidades de llegar hasta los 300 convenios con esos trabajadores del sector no estatal vinculados a la gastronomía, sin importar el municipio al que pertenecen, y existe la suficiente cantidad de cigarro, ron y tabaco para satisfacer las demandas de los contratados.
El directivo villaclareño afirma que cuando el país adopte las decisiones correspondientes, en el mercado mayorista placeteño se podrá expender arroz, granos, azúcares, pollo, sal, aceite vegetal, harina de trigo, fideos, pastas alimenticias, cigarros, cervezas y bebidas de diferentes tipos.
De similar manera, el Ministerio de la Agricultura aplica también fórmulas novedosas para la venta de productos a dueños de hostales y paladares relacionados con el turismo: los llamados «mercahostales ». De estos existe una incipiente experiencia en el país: el primero se abrió en Santiago de Cuba; luego uno acá, en Remedios; el tercero en Trinidad y, a finales de mayo, uno en Viñales (Pinar del Río).
En esos establecimientos se venden, a precios minoristas y en pesos convertibles, cítricos, frutas, hortalizas, viandas, granos y productos industrializados, además de otros renglones obtenidos de la apicultura. Para la adquisición de las mercancías, los titulares de alojamientos, paladares y cafeterías utilizan una ficha de cliente, y pueden acreditar también a dos compradores para que los representen.
En el caso del mercahostal existente en la Octava Villa, inaugurado hace casi ocho meses, todavía deben perfeccionarse los mecanismos de venta, sobre todo en lo referente a los precios. Aunque la mercancía está debidamente certificada y tiene una óptima calidad, a muchos dueños de hostales y paladares les resulta más factible comprar en otros lugares, como los puestos ambulantes de los «carretilleros », que disponen de precios más económicos. En este inconveniente la Agricultura viene trabajando, para hallarles una solución factible a las partes involucradas.
Resta un largo trecho por avanzar en relación con los mercados mayoristas para que puedan cumplir su función distributiva entre el fabricante (o productor) y el usuario intermedio (minorista), con el fin de hacer llegar al consumidor una mercancía con la mayor calidad posible y al precio más asequible.
Sobre la marcha, en el complejo proceso de actualización del modelo económico cubano, habrá que ir tomando un gran número de decisiones. Pero la existencia de un mercado mayorista no debiera dilatarse más en el tiempo.